Tattoox, el Tinder de los tatuajes
La empresa nacida en 2021 es un mercado donde poder elegir a un tatuador profesional
Con más de 80 tatuajes entre los dos, Joel Orteu y Jordi Tena buscaban en 2020 un profesional que les hiciese su siguiente obra de tinta sobre piel y vieron que no había ninguna aplicación o servicio que les ayudase a encontrarlo. Esto les dio la idea sobre la que volcar el deseo emprendedor que siempre habían tenido. Durante el confinamiento comenzaron a trabajar en ella y un año y medio después —junto a dos socios tecnológicos— nació Tattoox, una plataforma para enlazar a tatuadores y usuarios que factura alrededor de 165.000 euros.
“Al principio, de una forma inocente, empezamos a buscar en internet cómo se monta una empresa”, recuerda por videollamada Orteu, que trabajaba junto a Tena en la escuela de formación digital de una incubadora de empresas emergentes. “Compramos una pizarra enorme que nos ocupaba todo el salón y empezamos a hacer planes de negocio y todo lo que se hace al principio al montar una start-up”. El proyecto, sin embargo, entró en hibernación con la desescalada: “Volvió la vida normal y ahí no habíamos creado unos hábitos suficientemente potentes”. Para el verano de 2021 habían sumado a dos nuevos socios, Genís Morral y Enric Miró, que se centraron en la parte digital, mientras Orteu y Tena subían a bordo a los primeros tatuadores para validar el modelo. Tras un par de meses, comenzaron a cobrarles una cantidad pequeña a los profesionales y constituyeron la compañía. En la web, el cliente puede encontrar estudios y artistas directamente o rellenar un formulario con lo que busca. Con esa información, Tattoox elige a los dos profesionales que mejor encajen y les pasa los datos del usuario para contactarlo. “El tatuador nos paga a nosotros por cada cliente potencial que le enviamos”, relata el consejero delegado.
Los 100 euros al mes que cada socio ponía al principio dieron paso a un préstamo público del Enisa y dos rondas de financiación en las que levantaron 485.000 euros. La primera la cerraron menos de dos meses después de la constitución de la empresa y la siguiente, poco antes del verano pasado, cuando, dice este barcelonés de 26 años, vieron que crecían por encima de sus posibilidades. Esta segunda inyección fue destinada a construir marca y producto para que fuese robusto y escalable en el ámbito internacional.
En la plataforma hay alrededor de 2.000 profesionales entre España y Colombia, y todos ellos deben estar dados de alta, tener el certificado higiénico-sanitario y tatuar en un estudio legal. El público objetivo de Tattoox son los usuarios que tienen entre ninguno y ocho tatuajes, y con su modelo también buscan romper las barreras de entrada para clientas a una industria a priori masculinizada.
La compañía —con un equipo de unas 25 personas, entre fundadores, trabajadores y becarios, y que aspira a ser rentable en 2024— prevé aterrizar en Medellín, Lima y Ciudad de México, y crear una gran comunidad hispanohablante del tatuaje.
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