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La empresa de los ‘cuervos’ que miden el humor de los mercados

RavenPack analiza millones de datos de fuentes públicas para ayudar a bancos y fondos de inversión a tomar decisiones

RavenPack
Armando González, consejero delegado y fundador de Ravenpack.
Nacho Sánchez

Cuenta la mitología nórdica que, cada mañana, Odín enviaba a dos cuervos, Hugin y Munin, a viajar por el mundo. Las aves volvían cada tarde para susurrar al dios las noticias de lo que ocurría en el planeta. Es la leyenda sobre la que se asienta hoy el negocio de RavenPack, cuyo nombre se podría traducir como grupo de cuervos. Esta empresa malagueña también se lanza a analizar información de más de un millón de fuentes para elaborar informes que entregan a sus dioses —los clientes—, entre los que se encuentran los principales bancos y fondos de inversión internacionales. Les ayudan a entender el sentimiento del mercado hacia una empresa, un sector o un país. Con la sede principal en Marbella y la comercial en Nueva York, la compañía cuenta con 200 empleados y, según el Registro Mercantil, facturó 13,9 millones de euros en 2021, cuando obtuvo más de 700.000 euros de beneficio.

La pasada primavera, un estudio de Viva Technology y el banco de inversión GP Bullhound la situó como una de las 100 start-ups europeas susceptibles de convertirse en unicornio (empresa con un valor superior a los 1.000 millones de dólares).

El norteamericano Armando González, nacido en San Diego, es su consejero delegado. En 2003, recién acabados sus estudios, viajó a Marbella para analizar varias ideas de negocio. “Buscábamos crear una nueva tecnología”, recuerda. Acabaron apostando por el análisis para el sector financiero. “Había más interés y encontramos clientes que nos ayudaron a desarrollar los primeros prototipos”, relata González en un perfecto español. Su primer socio fue el Dow ­Jones, y su primer producto salió al mercado en 2008. Hoy el 70% de los mayores fondos inversores del mundo y 7 de los 10 bancos de inversión más importantes forman parte de su clientela, que incluye nombres como los de Credit Suisse, Bank of America, Société Générale, JP Morgan o Deutsche Bank. Sus competidores directos son Bloomberg y Reuters.

El consejero delegado decidió que Marbella sería la sede de su empresa después de aquel primer fin de semana de 2003. Apostó por disponer una sede alejada de los grandes centros financieros y tecnológicos como Silicon Valley o la City de Londres y dar facilidades para que sus empleados trabajaran en remoto, lo que atrajo talento procedente de gigantes como Google o Apple. “Ahora, casi 20 años después, todos nos han dado la razón”, afirma mientras da un paseo por las instalaciones que RavenPack tiene en plena Milla de Oro de Marbella, a poco más de 100 metros de la playa. En un edificio cubierto de espejos, sus oficinas están divididas en tres plantas. En la baja hay comedor y un mural que representa las 35 nacionalidades de la plantilla; en la superior, decenas de ordenadores ante sillas vacías debido al teletrabajo. En el sótano, con gimnasio y bar con futbolín, máquinas de arcade y un gran televisor decoran el lugar de reunión tras el horario laboral. “El trabajo es parte de la vida, así que hay que disfrutarlo”, subraya González.

Informes en milisegundos

La evolución de tecnologías como la inteligencia artificial o la nube han facilitado a RavenPack un crecimiento estable y nuevas posibilidades para analizar información de noticias, informes económicos, transcripciones de presentaciones públicas de empresarios y otros muchos proveedores. El sistema rastrea lo que se escribe en 13 idiomas respecto a marcas, compañías, regiones, países, sectores o mercados financieros —­entre otros— y lo pondera según la fiabilidad de la fuente. Luego lo traduce en números para ayudar a sus clientes a tomar la decisión de comprar, vender acciones o cualquier otra actividad económica. Sus informes se crean en apenas 10 milisegundos.

¿Y cómo funciona? El modelo de RavenPack analiza 7.000 conceptos diferentes a los que asigna una valoración entre uno y menos uno. La negativa va ligada, por ejemplo, a que una empresa anuncie despidos o comunique pérdidas. La positiva, a que tenga unos beneficios más altos de los esperados o sus empleados hablen bien de ella. Así se valoran índices bursátiles, países o regiones en un sistema de pago por suscripción. “No decimos a los bancos o los fondos qué deben hacer, solo les facilitamos la información”.


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