La moda se protege de las falsificaciones en el metaverso
Las firmas de alta costura se enfrentan al reto de registrar sus diseños digitales en un universo sin precedentes legales
De la pasarela de Milán a la de Nueva York y de ahí al metaverso. Las casas de alta costura ya no presentan exclusivamente sus diseños en desfiles al uso, también lo hacen en esta especie de mundo virtual que, como si se tratase de un videojuego, busca que las personas entren literalmente en él mediante gafas 3D. Dolce & Gabbana, Tommy Hilfiger o Karl Lagerfeld han sido algunas de las firmas participantes en la primera semana de la moda en el metaverso, celebrada este año en la plataforma de realidad virtual Decentraland.
El objetivo de algunas de estas marcas es mezclar las prendas físicas con las digitales para vestir a los avatares de los metaversos que diferentes empresas están construyendo o de los videojuegos, sector en el que han desembarcado Valentino, Gucci o Balenciaga. De hecho, según Morgan Stanley, en 2030 el metaverso acumulará el 10% de las ventas de lujo, con un valor estimado de 50.000 millones de euros. Sin embargo, este universo presenta numerosos retos legales. El primero está relacionado con cómo proteger de las imitaciones los diseños que no se pueden tocar.
Una encrucijada a la que se ha enfrentado recientemente Pronovias, que ha diseñado tres vestidos mediante tokens no fungibles o NFT a raíz de las bodas que se celebran en el metaverso. Inspirados en el lujo de Versalles, estos archivos muestran lo que en el mundo físico serían diferentes estilos de traje de novia: desde el corte princesa al de sirena, pasando por el de tipo oversize. Como explica Anna Forns, abogada de la firma española, lo primero que hicieron fue “ampliar el registro de la marca Pronovias para incluir así los NFT”, esto es, los certificados que mediante criptografía y tecnología blockchain identifican de forma única a quién pertenecen estos activos digitales para protegerlos de las falsificaciones virtuales.
Una tarea que ha sido como hacer encaje de bolillos. Y ello porque la Clasificación internacional de Niza, que reúne los productos y servicios que se pueden registrar mediante una marca, no hace referencia al metaverso ya que está prevista para el mundo offline (fuera de internet). Además, como en el derecho marcario impera el principio de especialidad, si la marca solo está registrada en la clase 25 de Niza, que se refiere a prendas de vestir, calzado y artículos de sombrerería para personas, existen dudas sobre si la protección se extiende también a los productos textiles digitales.
De acuerdo con las directrices de la Oficina Europea de la Propiedad Intelectual (EUIPO), que regirán a partir de 2023, la abogada de Pronovias recomienda “solicitar nuevos registros”. Así, los NFT de moda intangible deben protegerse mediante la reivindicación de “la clase 9″ de Niza, que define los tokens como “archivos digitales descargables”. No obstante, el organismo exige “bajar al detalle” y determinar qué se quiere proteger en concreto, por ejemplo, un “vestido o un velo en formato digital presentado en NFT”. Además, son importantes las clases 35, 41 y 42 para preservar, respectivamente, “la comercialización” de estos tokens en entornos virtuales, los “servicios de entretenimiento, como sería la organización de un desfile en el metaverso”, y “la ingeniería informática que está detrás del NFT”, explica Forns.
Hermès y Nike
De no registrar correctamente la moda intangible, las firmas pueden enfrentarse a pleitos como el del Metabirking, advierte Cristina Mesa, socia de Propiedad Industrial e Intelectual de Garrigues. En enero, Hermès interpuso una demanda en Nueva York frente a Mason Rothschild, fabricante de los NFT que simulaban el icónico bolso Birkin de la maison francesa. Hermès alega que el artista ha hecho un uso no autorizado de su marca y de la característica forma del Birkin, pudiendo llevar a confusión a los consumidores. En cambio, Rothschild defiende que los NFT no son una copia, sino una creación artística fruto de su libertad de expresión. Aunque aún no se ha dictado sentencia, el mundo del fashion law (derecho de la moda) la espera con interés. “Una cosa es hacer una obra de arte y otra una serie. El problema aquí está en que hay lucro”, apunta Mesa, pues Rothschild llegó a producir cien Metabirkins, que se vendieron por un valor estimado superior al millón de dólares.
Otro de los grandes litigios que vive el sector de la moda digital desde principios de este año es el que enfrenta a Nike con la empresa de comercio electrónico StockX, añade la abogada de Garrigues. La plataforma presentó una colección de NFT inspirada en las zapatillas físicas, que podían adquirirse comprando el token y canjeándolo por ellas. En un primer momento, Nike argumentó que la plataforma utilizaba su marca sin autorización para vender los NFT, que alcanzaron diferentes precios, llegando a octuplicar el de las deportivas de Nike. Más tarde alegó que algunas de las zapatillas físicas vendidas por StockX eran falsas. La plataforma, sin embargo, argumenta que no viola los derechos de Nike, que busca “socavar su modelo comercial”.
A falta también del fallo de los tribunales neoyorkinos, esta “conexión entre el mundo físico y el virtual” obliga a proteger las marcas de las falsificaciones “al máximo”, zanja Mariano Santos, socio de Propiedad Industrial e Intelectual de Bird & Bird. No en vano, según los últimos datos de la EUIPO, de 2020, las pérdidas por falsificaciones en España les suponen a las empresas como mínimo 2.200 millones de euros anuales, mientras que en el conjunto de la Unión Europea ascienden a 19.000 millones. Un agujero que, sin una solución preventiva, se hará más grande con el metaverso.
A por la generación Z
El metaverso, que está en construcción, es el lugar indicado para la generación Z (los nacidos en el siglo XXI), según refleja un informe de Deloitte Insights, quienes se han criado con plataformas de meta juegos en línea como Roblox. En este sentido, Gerard Guiu, director general de la Asociación para la Defensa de la Marca (Andema), señala que, con una adecuada protección jurídica, puede ser “una fuente de negocios sin precedentes”. No obstante, considera que las marcas deben ir “un paso por delante” y “registrar y proteger la propiedad industrial”, pues “donde hay negocio siempre hay gente dispuesta a sacar beneficio ilícitamente”.
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