Guerra, tipos y covid definen el escenario económico
La última década nos está acostumbrando a que los mayores impactos económicos vienen determinados por factores de carácter no estrictamente financiero
La última década nos está acostumbrando a que los mayores impactos económicos vienen determinados por factores de carácter no estrictamente económico, ya sean políticas proteccionistas, la covid o, ahora, la guerra entre Rusia y Ucrania, que ha deteriorado el panorama global y le ha añadido incertidumbre a un contexto de fuertes presiones inflacionistas.
Las sanciones a Rusia aprobadas tras la invasión de Ucrania generaron desde el principio un aumento de la volatilidad financiera y un fuerte incremento en el precio de las materias primas, sobre todo las energéticas. Aunque el estrés financiero se ha reducido en las últimas semanas -una vez quedó claro que el conflicto no se extendería a otras zonas- y los precios del petróleo y el gas natural se han moderado desde los máximos alcanzados durante marzo, estos se mantienen aún en niveles muy elevados y representan un choque de oferta importante para la economía global, sobre todo la europea, cuyo crecimiento podría caer en 3 puntos desde 2021 hasta el 2% en 2022 y el 1,8% en 2023.
En el resto del mundo, las previsiones se ven más afectadas por otros factores. En el caso de China, el resurgimiento de la pandemia y el mantenimiento de su política de tolerancia cero hacia la enfermedad pone un sesgo claro a la baja en la previsión de crecimiento para este año, de alrededor del 5%. En Estados Unidos, el panorama económico va a estar más determinado por la política económica y la lucha contra la inflación que por los efectos colaterales de las sanciones a Rusia, que sólo le afectan en la medida que añaden más presiones inflacionistas a una economía ya recalentada. La Reserva Federal americana (Fed) cambió de marcha ya a finales de 2021, ha empezado a subir los tipos de interés y lo seguirá haciendo en 2022 y 2023, a la vez que comienza a reducir su gigantesco balance de bonos acumulados durante los últimos años. Por otro lado, la aprobación de un último paquete fiscal por parte del Congreso parece descartada, lo que hace prever una desaceleración fuerte para este año, hasta un 3,1%.
Los riesgos ante este escenario, derivados de la dificultad de responder a los nuevos choques de oferta, son elevados. La Fed podría pasarse de frenada y generar una recesión en Estados Unidos, pero también podría fracasar en su intento de controlar las expectativas de inflación; China podría desacelerarse más de lo previsto si no controla bien la pandemia o si, para lograrlo, no cede en su política de COVID cero. Y Europa también se puede ver enfrentada a una estanflación si la guerra en el Este se agrava. En todos estos casos habría importantes repercusiones a nivel global.
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