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ESIC se lanza a la formación profesional

“Con tanta regulación, las escuelas podemos crear buenos parados”, advierte Eduardo Gómez, director de la entidad

ESIC
Eduardo Gómez Martín, director general del ESIC, en un aula del nuevo campus madrileño.Victor Sainz
Carmen Sánchez-Silva

Eduardo Gómez Martín (Alba de Tormes, Salamanca, 39 años) lleva un lustro al frente de ESIC Business & Marketing School, cinco años de cambios para una institución religiosa (Sacerdotes Sagrado Corazón de Jesús) que no quiere quedarse atrás en este mundo en plena transformación. De hecho, la entidad se ha lanzado hacia una nueva estrategia que puede abrir el camino a otras escuelas de negocios: ha entrado en el segmento de la formación profesional. “Si tuviera que destacar algo de estos cinco años en los que hemos experimentado un crecimiento superior al 35% en el número de alumnos de grado y casi un 30% en los de posgrado y en los que nuestra internacionalización, que era el punto débil, supera el 35%, sería nuestro cambio estratégico, el haber pasado de ser una escuela de negocios a una institución que apuesta por la formación superior en todas sus etapas”, señala el director general de ESIC, que cuenta con nueve campus nacionales y dos internacionales (Brasil y Colombia), además de oficinas en Perú y Colombia.

En 2019 la Comunidad de Madrid autorizó la Universidad ESIC, “que no nos la ha dado la Iglesia ni la hemos comprado, la hemos construido a pico y pala”, afirma. Y ahora, a la vista de la experiencia en otros países y de la situación del empleo, especialmente entre los jóvenes, así como las necesidades de las empresas, la institución ha decidido que era necesaria una escuela de formación profesional superior. Vincularse a este ámbito fue una idea que se planteó hace muchos años siguiendo la vocación original de ESIC de acercarse a la empresa, pero que descartaron debido a “la mala imagen” que podía acarrearles.

Doscientos alumnos estudian estos programas en 10 de las 36 aulas del nuevo campus que la escuela de negocios ha estrenado este curso en Madrid tras una inversión de 50 millones de euros. Y otros 50 en el de Barcelona. Pero la idea del director general de la entidad volcada en la especialización, la empleabilidad y la experiencia del estudiante, “es ir a por todas”, después de iniciar esta andadura “discretamente”. En 2023 pretende que sean 500 alumnos en la capital, un centenar en la ciudad catalana y otros 60 en Valencia, es decir, sumar entre 800 y 900 en total a los dos años del nacimiento.

El alumno de estos programas de marketing, comercio exterior, publicidad, administración y finanzas y tecnología no es de 18 años, como el de ESIC University. Se trata de personas de entre esa edad y los 30, que buscan una formación especializada, rápida y con prácticas en empresas (de cuatro o cinco meses en el segundo año). Y que pueden pagar los 6.000 euros que cuestan los cursos, precio que se sitúa entre los más caros del mercado, reconoce Gómez. La institución, que ofrece mentorización a todos los estudiantes además de una doble titulación (la oficial más una propia, “más pragmática para que acelere las competencias del estudiante”), está buscando ahora las empresas donde el año que viene realizarán las prácticas.

ESIC espera superar este 2022 los efectos de la covid en sus finanzas y rebasar en al menos 2 millones de euros los 85 millones de facturación de 2019, que en 2020 bajaron a 79 y en 2021 fueron 84. Tras el descenso de alumnos, sobre todo internacionales, que tuvieron en el año más duro de la covid en la escuela de negocios y especialmente en la formación corporativa (que no en los grados), “se aprecia crecimiento”. “Los alumnos han vuelto a pensar en formarse y el área internacional se ha recuperado, sobre todo por Latinoamérica. El área executive está siendo más lenta, pero esperamos que este año retorne a la senda precovid”, aprecia.

“La pandemia nos ha enseñado muchísimo. Hemos mejorado la metodología transformative learning, que permite a los alumnos estar en el centro, elegir su recorrido en cada producto, ya sea en cuanto al título, al idioma, dónde hacer la especialización o si prefiere mañana o tarde, full time o part time… Y nos ha ayudado a la hiperdigitalización y a dar clase a distancia. Nos ha vuelto más fuertes, flexibles y resilientes”, sostiene. Y tras cinco años “corriendo un maratón”, la institución ha decidido darse un respiro para planear su plan estratégico con vistas a 2025 en los próximos cinco meses. “El cambio cultural ha sido muy grande. Hemos pasado de ser una organización pequeña a contar con 1.500 empleados. Y la pandemia nos está invitando a dar otro salto y hacernos mucho más flexibles en la toma de decisiones, tolerar la ambigüedad y el desorden, y abrazar la innovación”.

Vista de las nuevas instalaciones de ESIC en Pozuelo de Alarcón (Madrid).
Vista de las nuevas instalaciones de ESIC en Pozuelo de Alarcón (Madrid).Víctor Sainz

Campus digital

Este miércoles en el nuevo campus madrileño de ESIC, donde se encuentra la escuela de negocios y la de formación profesional, no se aprecia demasiada actividad. La sexta ola de la covid-19 está haciendo estragos y muchos alumnos se conectan telemáticamente a las clases y los empleados de la institución se han dividido en dos grupos por departamento para que la actividad no se vea alterada por los contagios. “La covid-19 nos ha dado un meneo importante”, admite Gómez, que cree que la formación debe adaptarse cada vez más a las necesidades reales de las empresas. “Si nos descuidamos”, dice, “las escuelas de negocios, con tanta regulación, podemos estar formando buenos parados en vez de buenos empleados. Porque enseñamos en materias muy distintas a las que precisan las empresas”. A su juicio, hacen falta estudios más rápidos, pragmáticos y especializados para que la gente se forme hasta los 70 años, pero no necesariamente con enseñanzas regladas.

ESIC está empezando a reflexionar sobre cómo adaptar sus programas educativos a cada edad, indica su director general. “La mayor soft skill que podemos ofrecer a nuestros estudiantes es la aprendibilidad, la capacidad de seguir aprendiendo, de tener ganas y curiosidad en un mundo en el que todo es efímero y el conocimiento también”.

Satisfecho a medias con la reforma de la ley universitaria, “que nos puede asfixiar y hacer menos competentes por no centrar el tiro en la especialización y no favorecer la creación de nuevas universidades”, opina que la mejora en la investigación que marca para los centros educativos es muy saludable. Pero considera necesario un pacto de Estado por la educación para evitar que el próximo Gobierno esté tentado con nuevas reformas.

Otra de sus preocupaciones tiene que ver con los cambios que se están produciendo en el sector de las escuelas de negocios, con la entrada de fondos de inversión, la compra de pequeños centros por parte de competidores de mayor dimensión o el crecimiento desaforado de algunas instituciones, lo que él llama “el jugueteo con las compras, ventas y fusiones, que pueden llevar a perder el espíritu vocacional de los proyectos educativos”. Gómez reconoce que tanto los fondos de inversión como otras escuelas de negocios se han acercado a ESIC con ganas de comprarla. “No estamos en venta”, dice tajante, “estamos involucrados en la educación y creemos en ella”.

El directivo asegura: “Me preocupa mucho que las instituciones educativas estamos entrando en una guerra de precios impresionante”, con centros que ofrecen MBA “por 80.000 euros para luego dejarlos en 30.000. Nosotros preferimos políticas de descuentos comedidas, ofertar este programa por 30.000 euros para que se quede en 20.000 en vez de inflar los precios y hacer rebajas salvajes”.



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Sobre la firma

Carmen Sánchez-Silva
Es redactora del suplemento Negocios. Está especializada en Economía (empleo, gestión, educación, turismo, igualdad de género). Ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS. Previamente trabajó en La Gaceta de los Negocios, Cinco Días, Ranking, Mercado e Ideas y Negocios. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense.

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