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Vietnam reabre sus fábricas para abastecer la Navidad del mundo

El país fuerza la actividad gradual de su industria, cerrada por el grave impacto de la variante delta, ante las presiones económicas

Trabajadores en una fábrica textil de Hanoi, Vietnam
Trabajadores en una fábrica textil de Hanoi, el pasado mes de septiembre.NHAC NGUYEN (AFP/ Getty Images)

Acuciado por los inversores y el deterioro de su economía, Vietnam ha decretado la reapertura gradual de sus fábricas, cerradas por la debacle causada por la variante delta del coronavirus. El hecho de que unas zapatillas Nike o el último iPhone lleguen este año a los árboles de Navidad de familias acomodadas del mundo dependerá del encaje de bolillos que ha hecho el país para salvar su condición de factoría del planeta, alcanzada al calor del encarecimiento de China y consolidada durante la guerra tarifaria entre las dos primeras economías mundiales, sin poner en riesgo más vidas.

Vietnam, que salió relativamente indemne de las primeras olas de covid-19, ha sufrido con crudeza el envite de la más contagiosa variante delta. Si bien durante 15 meses el país —que se cerró al mundo a raíz de la pandemia— solo registró 3.000 infecciones y 15 muertes, la irrupción de la cepa proveniente de la India disparó los contagios y los fallecimientos el pasado verano, hasta superar los 800.000 casos y las 20.000 muertes. El epicentro de la tragedia en una nación donde a mediados de octubre solo el 18% de sus 98 millones de personas habían recibido la pauta completa de vacunación, según Our World in Data, ha sido su centro industrial, Ciudad Ho Chi Minh, al sur del país. Más del 75% de las muertes han tenido lugar en dicha urbe.

Sin alternativa ante los ingentes contagios, las autoridades decretaron estrictos confinamientos y el cierre temporal de las fábricas de Ciudad Ho Chi Minh en julio, permitiendo operar a algunas bajo la condición de alojar in situ a sus empleados. Una situación que ha revertido el despunte económico del país en los pasados años; si bien logró cerrar 2020 con un crecimiento del 2,9% mientras naciones vecinas se hundían, el último trimestre su PIB retrocedía un 6,7% sobre el mismo periodo del año anterior. Cerca de cinco millones de vietnamitas perdían su trabajo en verano, con la producción industrial y las exportaciones cayendo en picado en agosto. Tanto que el Banco Mundial ha revisado su pronóstico de crecimiento para 2021: del 4,8% inicial al 2% actual.

“No podemos estar cerrados más tiempo. Necesitamos reabrir las fábricas”, enfatiza Tuan Chu, profesor de la Escuela de Negocios y Gestión de la Universidad RMIT (Royal Melbourne Institute of Tech­nology) de Vietnam. Pese al bajo índice de vacunación, las autoridades decretaron la reapertura gradual de las fábricas del sur este mes, animadas por un receso en los contagios y presionadas por los inversores ante la cercanía de una época de consumo como la navideña.

Pérdidas millonarias

Y es que Vietnam desempeña un papel importante en la cadena de suministro global, surtiendo mobiliario a grupos como Walmart, zapatillas para Adidas —que ha declarado que el parón de Vietnam le costará 600 millones de dólares (515 millones de euros) en pérdidas de ventas este año— o componentes cruciales para smartphones de Apple o Samsung. Se trata del segundo proveedor de ropa y zapatos de EE UU, después de China, lo que llevó a 90 compañías estadounidenses, entre ellas Nike y Fruit of the Loom, a pedir en una carta a la Administración de Biden en agosto para que acelerara las donaciones de vacunas, subrayando que “la salud de nuestra industria depende directamente de la salud de la industria de Vietnam”. A finales de ese mes, Kamala Harris, en la primera visita de un vicepresidente de EE UU al país, se comprometía a enviar un millón de dosis, sumándose a los cinco millones ya donados.

Una asistencia que Vietnam espera que le ayude a lograr su objetivo de tener al 70% de su población adulta vacunada el próximo marzo. De cumplirse, el país prevé preservar el atractivo que motivó que fabricantes se trasladaran allí desde China la pasada década, ante los crecientes costes en ese país, una tendencia que aumentó a raíz de las tarifas sobre la segunda economía mundial impuestas por Donald Trump. Solo los últimos meses, debido a los cierres de fábricas, ha habido señales de lo contrario; según la Cámara de Comercio de EE UU en Vietnam, hasta un 60% de las compañías consultadas consideraban desplazarse a otros países de la región como la misma China; algunas ya lo han hecho.

Desde Vietnam se apresuran a despejar los temores de que nuevas oleadas del virus o la falta actual de mano de obra —alrededor del 40% de los trabajadores del área industrial de Ciudad Ho Chi Minh no había regresado a sus puestos a comienzos de octubre debido en parte al miedo a los contagios— impida una recuperación estable. “Se trata de un éxodo temporal”, asegura Tuan Chu. “Están comenzando a volver. La mayoría de empresarios de la zona son optimistas al ver que están recibiendo nuevos pedidos y reclutando más mano de obra. Muchas empresas incluso han aprovechado el parón del confinamiento para ampliar sus fábricas”, añade.

El tiempo, la evolución del virus y la capacidad de adaptación de Vietnam dirán si sus ventajas para los fabricantes superan a los inconvenientes actuales. Entre los pros para este experto se halla la “estabilidad de sus políticas”, en un país gobernado desde hace décadas por el Partido Comunista, “a diferencia de la volatilidad de vecinos como Tailandia o Myanmar” y el aún bajo coste operacional.

Pero el gigante asiático sigue teniendo atractivos incontestables. “Vietnam es un país similar a China hace 20 años, pero con tres grandes desventajas: China ya existe y Vietnam nunca podrá tener su economía de escala. Su población envejece tan rápido como la china, por lo que sus costes laborales subirán. Y el mundo está en una fase de desglobalización, por lo que Vietnam no tiene el viento a favor que tuvo China”, anota Alicia García Herrero, economista jefe de Asia Pacífico en Natixis, que también ve pros: “La gran ventaja es que las grandes multinacionales quieren seguir en China para el mercado interno, pero no como plataforma de ensamblaje para el resto del mundo, por lo que Vietnam debería ser capaz de seguir atrayendo inversión una vez controlen la covid”, agrega. Chu añade: “Creo que la reapertura de las fábricas es sostenible. El Gobierno no puede aceptar más cierres y ha cambiado su estrategia de “cero covid” (aún defendida por China) por la de aprender a vivir con el virus”.

China se suma a la donación de vacunas

Las tensas relaciones entre Vietnam y China, que se enfrentaron en una breve guerra en 1979, parecen atravesar un buen momento. Ante las dificultades de Hanói para vacunar a su población, Pekín ha anunciado la donación de 5,7 millones de dosis de Sinopharm. La donación puede ser una oportunidad para tender puentes con Vietnam, reacio a estar bajo la órbita china —a diferencia de vecinos como Myanmar o Camboya, aliados del gigante—, a la vez que contrarresta la influencia de Washing­ton. Carlyle Thayer, profesor emérito de Política de la Universidad de Nueva Gales del Sur de Australia, considera en una nota que, mientras las dos superpotencias miden sus fuerzas, “Vietnam es el ganador, porque acepta la ayuda sin comprometer su independencia”.


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