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Martin Wolf: “Romper una espiral de precios y salarios al alza puede ser complicado”

El columnista estrella del ‘Financial Times’ cree que no hay que cambiar el sistema económico por la pandemia, “un ‘shock’ que ocurre una vez cada siglo”

Martin Wolf Financial Times
Martin Wolf, en las instalaciones de IESE el pasado martes.Andrea Comas
Álvaro Sánchez

Como buen inglés, Martin Wolf tarda solo unos segundos en hablar del clima. “Ver el sol es un placer todavía mayor viniendo de Londres”, dice mientras la luz matinal se cuela por los amplios ventanales del flamante auditorio del campus madrileño del IESE Business School. El columnista estrella del Financial Times, la biblia liberal con la que se desayunan cada día diplomáticos, ejecutivos y seguidores de la información financiera en general, viajó a la capital española el martes pasado para hablar de energía en un acto organizado por la escuela de negocios y la Fundación Naturgy.

En su intervención conviven mensajes que firmaría la mismísima Greta Thunberg. “Llevamos tres décadas hablando de cambio climático, el Protocolo de Kioto se firmó hace 24 años, pero apenas ha habido avances reales, casi todo ha sido cháchara... Y ahora estamos a cinco minutos de la medianoche”. Con otros de naturaleza más pragmática y amigable con el business as usual: “El antiguo sistema tiene que seguir operando mientras hacemos la transición”. Wolf (Londres, 75 años), tiene claro que esto tiene más que ver con la generación de Thunberg que con la suya. “Yo estaré muerto, pero nuestros hijos no”. Y ve una dificultad fundamental. “Nuestro reto es hacer la revolución energética manteniendo el crecimiento económico, y eso requiere cooperación en un mundo cada vez más nacionalista”. Una vez acabada la conferencia, y antes de tomar el vuelo de vuelta al Reino Unido, atiende a este diario durante 45 minutos.

Pregunta: Hoy ha venido a hablar de energía. Aunque es un fenómeno global, en España, el alto precio de la luz es una de las grandes preocupaciones. ¿Estamos pagando la transición ecológica?

Respuesta: Si subimos el precio de emitir carbón, mientras dura la transición a un sistema bajo en carbono el precio de las emisiones sube, no hay dudas sobre eso. La cuestión es diseñar el mejor sistema para compensar a los perdedores. Lo lógico es usar el dinero recaudado [España ha obtenido 1.125 millones en el primer semestre, según Bruselas] y dárselo a los hogares con menos ingresos para compensarles por los costes adicionales.

P. En el gran debate sobre la inflación, ¿está con el BCE y la Fed cuando dicen que será transitoria o estamos ante algo permanente?

R. Nada es permanente. Permanente es para siempre, y esto no lo es. Por otro lado, si por transitorio entendemos que la alta inflación dure unos meses, es bastante improbable ahora mismo. Creo que podría durar unos años, tal vez un par de años. Y el riesgo real no es que los precios suban de inmediato, que creo que lo harán, si no si volverán atrás o nos quedaremos con unos niveles de precios más altos que expriman la renta real.

También es probable que en algunos empleos los salarios suban en respuesta a los altos precios, sobre todo en países con un gran exceso de demanda, como EE UU y el Reino Unido, donde los mercados de trabajo están muy fuertes —menos en España, donde el desempleo es más alto—. Esos efectos de segunda ronda pueden hacer la inflación menos transitoria, porque luego los empleadores, las empresas, comienzan a subir los precios porque sus costes aumentan. Y romper una espiral de precios y salarios puede ser complicado y llevar bastante tiempo. Podría volverse bastante problemático y plantear un dilema a los bancos centrales, que tendrían que endurecer su política monetaria para mantener su credibilidad, y eso causaría una recesión. Bajaría la inflación pero provocaría muchos daños a las empresas, algunas de ellas muy endeudadas.

P. Puertos colapsados, escasez de contenedores, problemas de suministro... En 2004 publicó un libro titulado Por qué funciona la globalización. ¿Sigue pensando que funciona?

R. Supongo que la respuesta obvia es: comparada con qué. Hemos tenido un shock económico enorme, cuya escala creo que no hemos entendido del todo. La reducción de la producción alrededor del mundo en el segundo trimestre de 2020 no tiene precedentes en su velocidad y escala. Eso ha ido seguido de una increíble recuperación que tampoco era esperada. Si miras las previsiones a finales de 2020, eran mucho más cautelosas. Nadie auguraba que la vacunación tuviera tanto éxito tan rápido. Dicho esto, las preguntas sobre la globalización son: ¿Qué hubiera pasado si todo hubiera dependido de productores domésticos porque no hay globalización? ¿Podrías aumentar ahora tu producción para hacer frente a la nueva demanda? Absolutamente imposible. Porque tus trabajadores se han ido, la organización se ha ido y te piden producir más de lo que has producido nunca. La cuestión, en otras palabras, es, si no hubiéramos tenido una economía global, ¿las cosas serían mucho mejores hoy? La respuesta es que es improbable y tendrías que pagar precios más altos. No, no creo que debido a un shock que ocurre una vez cada siglo debamos cambiar el sistema económico para tener uno mucho más ineficiente y menos competitivo. Creo que el argumento es muy débil.

P. ¿No hay que retocar nada en su diseño?

Algunas vulnerabilidades han salido a la luz. En determinadas cadenas de suministro somos demasiado dependientes de un solo proveedor. El ejemplo más claro es el de los chips semiconductores [su carencia a nivel global está dañando la fabricación de coches y productos electrónicos], donde básicamente Taiwán es el proveedor dominante. Por eso corresponde hacer políticas para asegurar una diversidad de proveedores, no solo uno doméstico, sino una diversificación global. No creo que nadie crea que el Reino Unido o España deban tener sus propias fábricas de semiconductores [ponerlas en marcha requiere de ingentes inversiones]. Europa debería, aunque es muy difícil de hacer porque no tienen las herramientas ni la experiencia. Quizá deban asegurarse otros proveedores y no solo Taiwán.

P. ¿Comparte la idea general de que políticos y bancos centrales han aprendido al abordar la pandemia de las lecciones de la Gran Recesión?

R. Creo que el cambio más importante que hicieron es que fortalecieron el sistema financiero con la recapitalización forzosa del sistema bancario. Pero esta es una crisis diferente. En 2010 había alemanes que podían decir “no hemos hecho nada malo, no necesitamos cambiar nada, así que es su problema”. Las crisis financieras son divisivas entre acreedores y deudores, y eso es algo muy difícil de manejar, como sucedió en la crisis de deuda de la eurozona. La covid es completamente diferente. Afecta a todos. Si hay alguna división es entre países que la manejan bien y otros que no tanto, pero las diferencias no son tan grandes entre países europeos. Todos tienen los mismos desafíos. No puedes decir que un país tuvo más contagios por gastar de más el año antes. Eso hace que sea mucho más fácil ponerse de acuerdo sobre lo que se debe hacer para apoyar la economía y permite tener una política monetaria fiscal muy solidaria.

P. Los precios de materias primas, casas, acciones y criptomonedas han experimentado fuertes subidas. ¿Se están incubando burbujas?

R. Hay quien lo describe como una omniburbuja. Una burbuja en todo. Hemos tenido tipos de interés muy bajos durante mucho tiempo. Si piensas en la situación antes de la crisis de la covid, ahí los tipos ya eran bajos y los precios de los activos en general altos. Además, cuando la política monetaria es acomodaticia, el crédito se expande con fuerza, como pasó a comienzos de los 2000 hasta que la crisis financiera lo detuvo. Los problemas llegarán cuando en algún momento la política monetaria se normalice, los tipos de interés suban, y los precios de los activos caigan. Y la pregunta es cómo será de grande la crisis que eso provoque.

La respuesta es que si los precios de los activos caen pero la gente no pide mucho prestado usando como garantías sus activos, no importa demasiado. Solo serán un poco más pobres de lo que pensaban que serían. Por lo que he podido ver, el bitcoin no se compra con deuda, así que probablemente no importe si el precio baja. Por lo general, los grandes problemas tienden a surgir en el mercado inmobiliario porque la gente usa las propiedades como garantía, por lo que mucha gente quiebra porque el precio del activo cae por debajo del nivel de su deuda. No me queda claro cuán importante será ese problema. El otro gran riesgo son las economías emergentes que se han endeudado a corto plazo contra activos nacionales que no están en dólares, porque el dólar probablemente subirá frente a su moneda cuando los tipos de interés suban en EE UU.

P. Una de las herencias de la pandemia es una mayor deuda pública. ¿Deben preocuparse países fuertemente endeudados como España e Italia?

R. Con los niveles actuales de deuda, las tasas de interés reales, y unas perspectivas de crecimiento razonables, creo que esta deuda es manejable, aunque probablemente no sería una mala idea si se redujera progresivamente en tiempos normales. El margen de maniobra fiscal se ha reducido, pero en el mundo en el que estamos viviendo, donde las tasas de interés reales son tan bajas y pueden durar, los altos niveles de deuda son mucho más asequibles de lo que solían ser, pero si se produce una crisis interna en la eurozona que deriva en una crisis fiscal será difícil hacerle frente.

P. China recuperó niveles prepandemia muy rápido, pero ahora la crisis de Evergrande cuestiona su modelo de crecimiento. ¿Estamos ante el Lehman chino?

R. No creo que una crisis tipo Lehman sea concebible en China, a menos que sean muy descuidados. China tiene un sistema financiero nacional. A nivel internacional, es un gran acreedor neto y no ha pedido mucho dinero prestado al resto del mundo. Así que este es un evento interno, es más como Japón en los años 90. Si el gobierno chino decide que no quiere un colapso financiero, claramente puede evitarlo. Tiene el control total de la mayoría de los bancos y, por supuesto, del banco central, y puede pedir prestado a nivel nacional sin límite.

Si la burbuja estalla, la inversión inmobiliaria podría caer y con ella el consumo, porque los hogares serán mucho más pobres. Eso podría causar un shock macroeconómico acompañado de una enorme pérdida de demanda. Y ese sería un golpe trascendental, por lo que tendrían que compensarlo con acciones gubernamentales de muchos tipos para sostener la demanda, y la gran pregunta es cómo lo harían. La última vez que tuvieron este problema fue en 2009 y lo solucionaron creando un bum de la construcción enorme, gigantesco. Ahora no pueden volver a hacer esto, y China ya tiene unas infraestructuras excelentes.

P. ¿En el Brexit ya ha pasado lo peor?

R. Está claro que ya ha tenido un impacto negativo. La inversión ha sido relativamente débil en el Reino Unido desde el referéndum, la incertidumbre es considerable, el tipo de cambio ha sido más débil. Todo esto refleja un alejamiento de la compra de activos y de la inversión en el Reino Unido. Y redundan en un empobrecimiento de los británicos. Aunque esto es solo una suposición, tal vez la mitad del impacto total ya se haya producido. Hemos perdido inmigrantes que hubieran sido muy útiles, y eso será un lastre para nuestra economía, lo hemos visto especialmente con la falta de conductores de camiones. Nadie sabe cuáles serán las pérdidas definitivas.

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Sobre la firma

Álvaro Sánchez
Redactor de Economía. Ha sido corresponsal de EL PAÍS en Bruselas y colaborador de la Cadena SER en la capital comunitaria. Antes pasó por el diario mexicano El Mundo y medios locales como el Diario de Cádiz. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla y Máster de periodismo de EL PAÍS.

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