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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

“Verde que te quiero verde”

Las finanzas sostenibles, que algunos tildaron de “moda” cuando aparecieron, acabarán pasando a ser una generalidad.

"Verde que te quiero verde …” decía Federico García Lorca en su Romance Sonámbulo, palabras que empiezan a convertirse en un reclamo a nivel mundial. La sociedad actual se encuentra inmersa en una reflexión profunda, en una ruptura de los paradigmas de riqueza y bienestar posteriores a la revolución industrial y a la época de postguerras, donde la cantidad ha primado frente a la calidad, donde el consumo y la productividad se han antepuesto al medioambiente y a la salud de las personas.

Los consumidores cada vez más conscientes de los excesos y de las implicaciones negativas de tal comportamiento, empiezan a incorporar en su toma de decisiones criterios de sostenibilidad, y desde Naciones Unidas, la definición de los 17 objetivos de Sostenibilidad (ODS) para 2030, está provocando una revolución en las estrategias de empresas tanto públicas como privadas.

Este movimiento no es ajeno al sector de las inversiones y en general a las finanzas, apareciendo conceptos como finanzas verdes, finanzas sostenibles, inversiones socialmente responsables, etc. Desde el punto de vista de las finanzas personales, aquellos ahorradores que deseen invertir siguiendo criterios ambientales, sociales y de gobierno corporativo (denominados criterios ASG), pueden encontrar cada vez más productos en el mercado. Los más habituales son fondos de inversión bajo criterios ASG, donde los gestores aplican criterios concretos definidos en su política de inversión, y detallados en el folleto informativo del fondo. También podemos encontrar fondos de inversión solidarios, los cuales ceden una parte de la comisión de gestión a determinadas entidades benéficas o no gubernamentales. Y para ahorradores que estén más familiarizados con activos de renta fija, también se puede optar por bonos verdes o sociales, que son emisiones de deuda pública o privada, a medio y largo plazo para financiar proyectos que persiguen mejoras del medioambiente o de tipo social.

El volumen de activos gestionados siguiendo criterios ASG crece en los últimos años a doble dígito a nivel mundial, donde Europa representa aproximadamente el 50% del volumen total. Si bien hasta ahora eran inversiones más propias de ahorradores institucionales, las mayores tasas de crecimiento en los dos últimos años se observan en ahorradores particulares.

Las finanzas sostenibles, que algunos tildaron de “moda” cuando aparecieron, acabarán pasando a ser una generalidad. De igual forma que la gestión socialmente responsable de las empresas terminará por ser la única forma de gestión posible.

Mónica Guardado es profesora y socia directora de Afi Escuela de Finanzas

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