Marc Murtra, un primera espada del Ibex para pilotar la nueva era de una empresa centenaria
El ejecutivo catalán da el salto desde la presidencia de Indra, donde llegó en 2021, y cuenta con una prolija trayectoria empresarial que le ha valido la confianza del Gobierno
A Marc Murtra (Blackburn, Inglaterra, 1972) le ha llegado su momento. El ejecutivo catalán presidirá la gran empresa española por antonomasia, Telefónica, curtido ya en el mundo empresarial español y siendo una de las figuras más determinantes del Ibex 35 en los últimos años, en los que ha sido presidente de otro integrante del selectivo español, la compañía de defensa Indra. Los años de gestión en esta empresa, participada por la Sociedad Española de Participaciones Industriales (SEPI) al igual que Telefónica, así como su trayectoria empresarial, le han valido la confianza del Gobierno. Así, de una compañía nacional, de las medianas del selectivo, da el salto a una gran multinacional, que el año pasado cumplió sus primeros 100 años de historia, presente en 41 países, con más de 100.000 empleados y más de 40.000 millones de facturación. Un enorme transatlántico.
Hijo de un cardiólogo, tiene una trayectoria particular en comparación con el resto de grandes ejecutivos de la empresa española. No solo nació en Reino Unido, sino que también comenzó allí su trayectoria profesional, en el sector nuclear, para pasar después por la consultora estratégica Diamond Management & Technology. Antes de eso, estudió Ingeniería Industrial en la Politécnica de Barcelona y se formó también en la Universidad de Nueva York, donde fue alumno del nobel de Economía Paul Krugman. Todo ello bien lejos de los tradicionales cenáculos financieros de Madrid.
Más allá de su formación, buena parte de su carrera ha estado ligada al ámbito catalán, donde ha pasado por Barcelona Televisió o el Ayuntamiento de Barcelona. Tiene experiencia como banquero de inversión, un mundo de tiburones financieros que deberá manejar ahora al frente de Telefónica, un nombre clave en las grandes operaciones corporativas. Dirigió la boutique de inversión Crea Inversión, y trabajó en la firma Closa Investment Bankers, todas ellas especializadas en asesorar financiaciones o compraventas de empresas de tamaño medio y con un papel importante en el ecosistema empresarial catalán. También fue, en 2006, director general de Red.es, la empresa pública para el fomento de la digitalización. Y después, entre 2006 y 2008, ocupó el puesto de jefe de Gabinete del Ministro de Industria, Turismo y Comercio, cuando el titular era Joan Clos.
Su nombre empezó a protagonizar la prensa salmón en 2021. Entonces, fue propuesto como presidente no ejecutivo de Indra, en sustitución de Fernando Abril-Martorell. En un principio como no ejecutivo —con los poderes compartidos con dos consejeros delegados, Cristina Ruiz e Ignacio Mataix, que terminaron por salir de la compañía—, y desde 2024, con todo el mando como presidente ya ejecutivo. En esta etapa Indra ha vivido un giro copernicano. Cambió, en primer lugar, los accionistas; en segundo lugar, prácticamente todo el consejo de administración; y también la orientación de la compañía, que ha pasado de ser una mezcolanza entre una empresa de defensa con un potente negocio tecnológico a una compañía orientada al negocio militar, en unos años marcados por las tensiones geopolíticas y la vuelta de la guerra a Europa, que cristalizó en la presentación de un nuevo plan estratégico a inicios del año pasado. El giro queda, empero, inconcluso. No ha rematado la venta de la filial tecnológica, Minsait, ni cerrado la compra de la compañía española de satélites, Hispasat, dos de sus objetivos en los últimos meses.
En un perfil publicado en CincoDías en 2021, cuando llegó a la cúpula de Indra, un antiguo colaborador destacaba su capacidad para llegar a entendimientos con el diferente. Una habilidad que puso a prueba en estos años. Quizás el momento más tenso lo vivió en junio de 2022, cuando varios accionistas de la compañía —incluida la Sociedad Española de Participaciones Industriales, SEPI— promovieron la salida de algunos consejeros independientes, entre tensiones por la estrategia de la compañía. El movimiento provocó la desconfianza rápida de los inversores, con abruptas caídas en Bolsa, que después se fueron amilanando.
En Telefónica se encontrará una situación, a priori, más tranquila, pero también tendrá el encargo de abrir una nueva era, en la que el capital de la gran empresa de telecomunicaciones ha cambiado por completo. Se asentará sobre tres cabezas, que representan a los tres principales accionistas de la compañía, en un equilibrio ecuménico: la SEPI, que tiene un 10%; un porcentaje igual ostenta Criteria Caixa, el brazo financiero de la Fundación La Caixa; y es una participación similar a la de la teleco saudí STC, controlada por el Estado de ese país árabe.
El perfil de Murtra parece que encaja en ello. No en vano, ya cuenta con la confianza de la SEPI, como muestra que el ente público sea igualmente el primer accionista de Indra. Y también es miembro del consejo de administración de otra empresa participada por el Estado, Ebro Foods. Además, está fuertemente vinculado al mundo Caixa, puesto que desde 2021 es patrono de la primera fundación española, que pilota el histórico Isidro Fainé (vicepresidente también de Telefónica) y donde está también presente su predecesor en Telefónica, José María Álvarez-Pallete.
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