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La huelga de los estibadores de la costa Este y el golfo de México pone contra las cuerdas a la economía de EE UU

La Casa Blanca media entre la patronal y el sindicato para minimizar el impacto del paro en la cadena de suministro

María Antonia Sánchez-Vallejo
Un vehículo de la autoridad portuaria vigila este martes la entrada a una terminal de carga del puerto de Elizabeth (Nueva Jersey).
Un vehículo de la autoridad portuaria vigila este martes la entrada a una terminal de carga del puerto de Elizabeth (Nueva Jersey).Shannon Stapleton (REUTERS)

La falta de acuerdo con la patronal sobre mejoras salariales, beneficios y seguridad laboral ha empujado a la poderosa Asociación Internacional de Estibadores (ILA, en sus siglas inglés, que representa a 85.000 trabajadores) a declarar la primera huelga del sector desde 1977, un paro que afectará a los puertos de la costa Este y el golfo de México —que suman el 51% de la capacidad portuaria del país— y que amenaza con bloquear la economía de EE UU.

Ni la mediación de la Casa Blanca más prosindical de la historia, que instó a patronal y sindicato a llegar a un acuerdo, ni el cálculo de daños para la economía —unas pérdidas de hasta 5.000 millones al día por la interrupción de la cadena de suministro— evitaron que los estibadores abandonaran sus puestos de trabajo en la madrugada de este martes. De hecho, en un último intento de diálogo, los principales asesores del Consejo Económico presidencial citaron a representantes de la Alianza Marítima de EE UU (USMX, en sus siglas inglesas, la patronal) y del sindicato para forzar un acuerdo “que tenga en cuenta el éxito de estas compañías en los últimos años y la valiosa contribución de los trabajadores de la ILA”, según el comunicado presidencial difundido tras el inicio de la huelga, que aboga por la necesidad de una negociación colectiva. La declaración oficial asegura que el presidente Joe Biden y la vicepresidenta Kamala Harris “están vigilando estrechamente las posibles repercusiones en la cadena de suministro y evaluando las formas de hacerles frente” en las importantes áreas “de combustibles, alimentos y medicinas”.

Además de salarios, beneficios sociales y seguridad, las dos partes no lograron llegar a un acuerdo sobre otro aspecto clave del conflicto: el uso de nuevas tecnologías en los puertos y la automatización de numerosos puestos de trabajo, un punto de especial fricción para el sindicato. “Nada se moverá sin nosotros, nada”, advirtió Harold J. Dagget, presidente de la ILA, dirigiéndose a los piquetes que a primera hora del martes se concentraban en una terminal del puerto de Elizabeth (Nueva Jersey), mientras la patronal declinaba hacer comentarios.

La huelga interrumpirá el comercio a través de algunos de los puertos más activos de EE UU con el potencial de provocar un parón de la economía, de ahí el especial interés de la Casa Blanca por evitarla primero y, ahora, minimizar sus daños. Una congestión de la cadena de suministro, como la sufrida al término de la pandemia, no es el mejor escenario para las expectativas electorales de Biden y Harris. Las previsiones sobre el impacto de la huelga dependen de su duración y los expertos en comercio creen que una huelga breve causaría pocos daños duraderos, pero una prolongada durante semanas podría provocar desabastecimiento, subida de precios —cuando la inflación parece haber sido controlada— e incluso despidos. La disrupción global de la cadena de suministro a finales de 2021 y principios de 2022 fue uno de los factores que contribuyeron a encarecer los precios.

El cálculo de daños potenciales por día de inactividad se cifra entre 1.000 y 5.000 millones de dólares, según un análisis del gigante ContainerXChange, que gestiona buena parte del mercado mundial de contenedores y trabaja con más de 1.500 navieras, y el banco J.P. Morgan. Según Oxford Economics, una huelga prolongada podría afectar hasta a 100.000 puestos de trabajo y costar a la economía estadounidense entre 4.500 y 7.500 millones de dólares por cada semana de duración.

El sindicato se presenta como interlocutor ante la patronal de unos 85.000 trabajadores, el conjunto de los empleados en la costa Este y la del golfo de México, aunque cuenta con unos 45.000 afiliados, los mismos que este lunes, seis horas antes de que terminase el plazo a medianoche, ya habían confirmado su intención de abandonar, sin fecha prevista de retorno, sus puestos de trabajo.

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