Los trabajadores con rentas más bajas sacan menos provecho del permiso de paternidad
Solo uno de cada diez trabajadores con sueldos bajos alarga el permiso por nacimiento hasta las 26 semanas posibles, frente al 29% de aquellos con mayores niveles salariales
La corresponsabilidad en el cuidado de los hijos no tiene que ver solo con la concienciación, sino que los niveles de renta de los progenitores y la calidad de su empleo también fomentan o dificultan dicha responsabilidad. Esta es una de las conclusiones a las que llega el estudio ¿Cómo incide el nuevo diseño de los permisos de nacimiento en la corresponsabilidad? Un análisis con registros administrativos de la Seguridad Social de 2016 a 2023 publicado por el Instituto de Estudios Fiscales (IEF) con los microdatos oficiales de este organismo.
Para llegar a esta conclusión han analizado el diseño actual del permiso por nacimiento y cuidado del menor, más conocido como permiso por maternidad y paternidad; cuántos padres y madres lo disfrutan, y sobre todo cómo lo hacen. Desde 2021 este permiso idéntico para las madres y los padres. Ambos tienen 16 semanas (retribuidas con el 100% del sueldo), pero las seis primeras deben disfrutarse obligatoriamente por ambos tras el nacimiento o adopción del menor, y después de ese mes y medio, las diez semanas restantes de ambos progenitores se pueden fraccionar y no son transferibles de un progenitor a otro. El objetivo de este diseño del permiso por nacimiento es que las 10 semanas de cada uno adicionales a las seis primeras obligatorias se disfruten de forma consecutiva (no coincidente), con lo que el menor puede estar hasta 26 semanas con al menos uno de los dos progenitores (6 conjuntas, más las 10 de la madre y las 10 del padre).
De esta forma, los legisladores pretendían fomentar la corresponsabilidad entre ambos progenitores, ya que los dos podrían quedarse una parte del permiso como cuidadores principales, sin la presencia del otro. Sin embargo, la realidad es en la mayoría de los casos distinta y la forma en la que se disfruta este permiso no siempre es la más corresponsable. Así, según los datos de 2022 (último año completo al que se refiere el análisis), el 95% de las madres usa las 16 semanas ininterrumpidas tras el parto. Mientras que la mitad de los padres (49,2%) también usa sus 16 semanas de forma seguida, con lo que hace coincidir ambos permisos enteramente, estando ambos en casa al cuidado del menor.
En cambio, hay un 20% de los padres que sí fraccionan su permiso, usando primero las seis semanas obligatorias, y guardando las 10 semanas pendientes para cuando la madre haya terminado su permiso. El 30% de padres restantes fraccionan alguna de sus 16 semanas, “pero probablemente la división del permiso en estos casos responde a otras motivaciones, profesionales o familiares”, como puedan ser hacer coincidir el permiso con las vacaciones.
¿Qué lleva a los padres fraccionar y alargar el permiso o no hacerlo? Los autores de este trabajo —Adela Recio Alcaide y Javier Andrés, ambos del IEF, junto a Cristina Castellanos, de Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED)— han detectado “un claro sesgo por rentas según el cual los padres mejor posicionados (salarialmente) y con contratos fijos —y seguramente con mayor poder de negociación en sus empresas— son los que más se turnan con las madres para el cuidado tras el nacimiento o adopción de sus hijos. De esta forma, hacen en mayor proporción un uso corresponsable de los permisos”, indican.
En concreto, solo el 10% de los padres en los niveles rentas más bajos (lo que entran en los dos primeros deciles salariales) disfrutan de este permiso de forma fraccionada alargándolo hasta las 26 semanas. Mientras, en los dos deciles que representan las rentas más altas, este porcentaje de padres se eleva al 29%. Esto significa que hay casi veinte puntos de diferencia a la hora de hacer un uso más corresponsable del permiso entre los padres mejor y peor posicionados salarialmente.
Y algo parecido ocurre atendiendo al tipo de contrato: son los padres con empleo temporal los que menos uso hacen del permiso fraccionado. En concreto lo hacen así el 18,5% de los eventuales, frente al 27% de los indefinidos.
Ante esta evidencia, los responsables del estudio proponen hacer cambios en el diseño del permiso para favorecer que una mayoría de los padres, en lugar de una minoría como ahora (20%), lo usen de forma no simultánea con la madre. Estos cambios no tendrían impacto presupuestario y consistirían, por un lado, en reducir las primeras semanas de permiso obligatorio, que actualmente son seis, a solo dos. Esto alargaría hasta 30 las semanas a disfrutar por uno u otro progenitor: dos para ambos, 14 para la madre y 14 para el padre.
En segundo lugar, los expertos proponen reducir también de seis a dos semanas el tiempo de preaviso a la empresa para disfrutar de las 14 semanas restantes, sin necesidad de acordarlo con la compañía. Finalmente, sugieren un cambio de tipo administrativo, ya que ahora disfrutar de 16 semanas seguidas solo exige un trámite en el registro de la Seguridad Social, mientras que hacerlo de forma fraccionada, por lo menos, dos. Su propuesta es obligar a que todos los padres tengan que hacer dos trámites, uno de la parte obligatoria y otra de la fraccionada, con lo que desparecería la ventaja administrativa de disfrutar de todas las semanas de forma continuada.
Adela Recio insiste en que, para cumplir con la Directiva europea de conciliación, el Ejecutivo priorice su compromiso de ampliar de 16 a 20 semanas el permiso por nacimiento, en lugar de retribuir las 8 semanas del permiso parental. De esta forma, si se reduce el número de semanas obligatorias a disfrutar de forma conjunta de seis a dos y se le suman las dos semanas de permiso de lactancia (que ya es un derecho del trabajador), el permiso podría incluso alargarse hasta las 42 semanas.
Con eso, explica Recio, España lograría varios objetivos: se cumpliría con creces la directiva europea de conciliación; sería más barato —aunque la ampliación a 20 semanas requeriría un presupuesto aproximado de 800 millones adicionales, hay menos nacimientos nuevos que niños hasta 8 años por los que abonar el permiso paternal—; y, sobre todo, sería más eficiente en términos de igualdad y corresponsabilidad. “Esto es así porque en el primer año de vida es en el que se crean las mayores brechas laborales de género y en el que se establecen los vínculos de apego más fuertes y, por tanto, con efectos sobre los cuidados más duraderos a lo largo del ciclo vital”, señala la investigadora en conversación telefónica.
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