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La Autoridad Bancaria y el Mecanismo de rescate europeos piden avanzar en la unión bancaria

Los ciudadanos no se benefician de la competencia en los servicios financieros y no cuentan con una protección igual en toda la UE, denuncian en un artículo conjunto los presidentes de la EBA y el Mede

José Manuel Campa, presidente de la EBA, en una imagen de archivo.
José Manuel Campa, presidente de la EBA, en una imagen de archivo.
Antonio Maqueda

El presidente de la Autoridad Bancaria Europea (EBA por sus siglas en inglés), el español Manuel Campa, y el director gerente del Mecanismo Europeo de Estabilidad (Mede), el luxemburgués Pierre Gramegna, han publicado este jueves un artículo conjunto en el que piden avanzar en la unión bancaria. A raíz de la crisis financiera y la crisis soberana, la Unión Europea creó una arquitectura institucional sólida, dicen, que ha aguantado los sucesivos golpes recientes y que resistió sin dificultades las turbulencias provocadas por la bancarrota de tres entidades en Estados Unidos y la caída del Credit Suisse. Sin embargo, la unión bancaria continúa incompleta. Es más, falla la urgencia para completarla, denuncian.

Campa y Gramegna sostienen que la unión bancaria reforzaría las redes de seguridad y aseguraría una protección igual para todos los depositantes en Europa. “Una unión bancaria incompleta provoca fragmentación”, explican. En la medida en que no haya integración, los bancos hacen la mayor parte de sus operaciones dentro del mismo país y, por lo tanto, pierden oportunidades de negocio más allá de sus fronteras. Las entidades son incapaces de destinar su capital allá donde le genere más rendimiento y sufren limitaciones a su capacidad de crecer en un contexto de competencia global.

Por su parte, los consumidores y empresas no pueden acceder a una mayor oferta de servicios financieros que podrían dar bancos distintos de los nacionales. En consecuencia, los costes de estos servicios son más altos de lo que podrían ser en un mercado más competitivo. “Los bancos deben aprovechar los beneficios del mercado único para ser más rentables y servir mejor a la economía y sus ciudadanos”, concluyen. Pero los datos de la EBA muestran que después de una década desde que se iniciara la unión bancaria no ha cambiado la exposición de las entidades europeas a otros países de la Unión.

Aunque la actual arquitectura esté incompleta, la caja de herramientas para hacer frente a los problemas financieros puede ampliarse. “La Autoridad Bancaria Europea y el Mecanismo Europeo de Estabilidad están bien posicionados para reforzar más las medidas de prevención y preparación contra las crisis”, señalan.

Tareas por completar

La Autoridad Bancaria Europea tiene un papel fundamental en asegurar una regulación efectiva y coherente. Pero falta completar el sistema de gestión de crisis y el fondo de garantía de depósitos común. En la ausencia de estos instrumentos, hay alternativas para fomentar la actividad bancaria transfronteriza. Por ejemplo, la regulación ya permite que haya mayores flujos de capital y liquidez entre las matrices y las filiales. Sin embargo, los países sede de las filiales no quieren que estas operen descapitalizadas y, por lo tanto, esta posibilidad tampoco prospera, apuntan.

A través de exámenes ad hoc, ejercicios de transparencia y los test de estrés europeos, la EBA refuerza la disciplina de mercado y contribuye a prevenir crisis. Un nuevo centro de datos permitirá en 2025 un acceso centralizado a la información prudencial de las instituciones comunitarias, facilitando el uso y las comparaciones y, por consiguiente, apuntalando el papel de la autoridad bancaria a la hora de fomentar la disciplina de mercado, reivindican los autores.

Respecto al Mecanismo Europeo de Estabilidad, señalan que comprender y detectar pronto las vulnerabilidades ayuda a prevenir las crisis y reducir su impacto. El Mede es el mecanismo permanente de resolución de crisis para la zona euro, de modo que hace un seguimiento de las condiciones financieras y económicas de los países miembros y trata de anticipar riesgos, vulnerabilidades y las respuestas políticas, lo que ayuda a minimizar los costes asociados. Los instrumentos precautorios, aquellas líneas de crédito que se brindan a los países en caso de necesidad, sirven para evitar que escalen las crisis, están disponibles como un colchón frente a imprevistos para todos los países del euro y contrarrestan la fragmentación, reduciendo la incertidumbre en los mercados, subraya el artículo. “Pueden proveer un apoyo esencial cuando nuevos shocks externos ocurran o si las redes de seguridad nacional se muestran insuficientes”, destacan.

Ampliar el alcance

El instrumento de recapitalización bancaria indirecta, que se usó en España, sigue siendo relevante al poder ayudar al sector financiero ante turbulencias por tensiones de liquidez. También podría considerarse para instituciones financieras que no sean bancos, sugieren Campa y Gramegna. El Tratado del Mede, que todavía está pendiente de ratificarse, crea la base legal para nuevas tareas y un nuevo instrumento: el mecanismo de respaldo para el Fondo Único de Resolución, ayudando a una resolución ordenada de grandes bancos si el FUR se quedase sin recursos con los que abordarla. Se trata de una segunda línea de defensa que reduce la incertidumbre y minimiza el impacto de una bancarrota en la estabilidad financiera y la disciplina fiscal. Es más, en opinión de los autores, refuerza la confianza de los inversores internacionales en nuestro sistema bancario.

La colaboración entre instituciones europeas es clave, mejorando la habilidad para detectar riesgos y responder con rapidez a las crisis. Así minimizamos los costes de una unión bancaria incompleta, subrayan. Y la cooperación puede tomar la forma de intercambios regulares de información, simulaciones de crisis y otros proyectos. La EBA y el Mede están comprometidos a profundizar en su colaboración y mejorar sus capacidades analíticas.

Aunque la preparación sea crucial, se queda corta de una integración bancaria plena con una red de seguridad común, alertan Campa y Gramegna. Sin ella, explican, existe el riesgo de que se retrasen medidas necesarias en el sector financiero solo para evitar reacciones negativas de los mercados y contagios. “La confianza que brinda una unión bancaria completa no tiene igual”, concluyen.

Reforzar la resistencia de los bancos y la credibilidad del marco institucional servirá para allanar el camino a la construcción de la unión bancaria. Y añaden que la integración de los mercados de capital debería ir de la mano con la unión bancaria. Campa y Gramegna celebran el renovado interés que hay en desarrollar un mercado común de capitales: “Multiplicará las formas de diversificar el riesgo, destinar capital y absorber shocks, y liberará por completo los recursos disponibles para financiar el crecimiento económico y la innovación”.

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Antonio Maqueda
Periodista de la sección de Economía. Graduado en Periodismo en la Universidad de Navarra y máster por la Universidad de Cardiff, ha trabajado en medios como Cádiz Información, New Statesman, The Independent, elEconomista y Vozpópuli.
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