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Nuevas fórmulas de financiación para darle alas a las ‘start-ups’

Las universidades son determinantes como focos de atracción del joven talento empresarial

Maite Cordón, directora de Santander Growth; Hugo Arévalo, cofundador y presidente ejecutivo de ThePower Business School (en el centro), e Ignacio Puig, 'general partner' de Inveready.
Maite Cordón, directora de Santander Growth; Hugo Arévalo, cofundador y presidente ejecutivo de ThePower Business School (en el centro), e Ignacio Puig, 'general partner' de Inveready.JUAN BARBOSA

Según Maite Cordón, directora de Santander Growth, los picos pospandémicos y las turbulencias macro han hecho que el capital como vía de financiación única para una empresa emergente haya dejado paso a otras fórmulas. Santander ha encontrado una muy buena, en alianza con Inveready: un fondo híbrido, de deuda y capital, enfocado a start-ups, dotado de 100 millones de euros, y con el objetivo de llegar “a todos los rincones de España”, no solo a las grandes ciudades. Está a punto de firmar sus tres primeras operaciones. “En términos de financiación, España ha alcanzado un mayor grado de desarrollo y madurez”, según lo ve Cordón. “Están llegando fondos, hemos atraído talento y el desarrollo legislativo está permitiendo que estemos cada vez más a la vanguardia”, se enorgullece.

“Entran más actores; se da una connivencia entre el capital, la deuda tradicional y el capital-riesgo, y todas las piezas del puzle encajan”, ahonda en la idea Ignacio Puig, general partner de Inveready. “Hemos pasado de solo equity [el valor de la compañía, que se divide entre los accionistas], a equity más deuda, más otros instrumentos que han aparecido. Esto es madurez”, coincide con Cordón, en eso y en que la crisis sanitaria por la covid-19 ha sido el punto de inflexión. En los últimos 15 años, explican los expertos, las compañías de base tecnológica se han financiado con el capital —”Lo devuelves cuando vendes la empresa”—, pero la deuda, que siempre había estado ahí, surgió con fuerza cuando el capital se paró durante la pandemia.

Inveready se pone un doble gorro, de financiador (su producto es de deuda) y de inversor de capital (se trata de una financiación híbrida) cuando se sienta a analizar una compañía. “La parte de deuda no es especialmente compleja, se trata de ver un poco su pasado pero mucho más su futuro. Normalmente estas compañías son débiles desde una perspectiva de balance, no tienen un gran histórico. La idea es entender sus palancas de crecimiento y proyectarlas hacia delante; eso es lo que nos dará su calidad crediticia”, desgrana Puig. Cuando se coloca el gorro de inversor, Inveready se fija en la empresa en sí, su mercado, su internacionalización o su estrategia comercial. “Primero entramos a entender cómo es desde una perspectiva financiera, y después intentamos saber si el día de mañana va a tener recorrido”, resume este experto.

Época de claroscuros

El foro organizado por Santander y EL PAÍS Construyendo el futuro: el impulso a la colaboración y el emprendimiento en España expone las luces y las sombras; la de cal y la de arena. Al fin y al cabo, no deja de ser un encuentro de expertos para pulsar el ecosistema emprendedor español, en un momento en el que predominan los claroscuros. También en la financiación, que es el tema que ocupa a los tres ponentes de la segunda mesa redonda de la jornada. “Todos estamos diciendo lo mismo: vamos por el buen camino pero queda mucho por hacer”, comenta Hugo Arévalo, cofundador y presidente ejecutivo de ThePower Business School, refiriéndose, en concreto, a las carencias del sistema educativo en cuanto a formación financiera.

“En muchos casos, sin financiación no es posible emprender”, observa Arévalo. Pero ya no es solo un problema de las start-ups. “Debería hablarse de estos temas ya desde el colegio. Vivimos en un sistema capitalista, y tenemos que hablar de dinero”, insiste. “Las escuelas de negocio se han puesto las pilas; creo que los centros universitarios deberían hacer lo mismo”, receta. Por esta línea, ya hay universidades tradicionales con un módulo sobre cómo financiar una start-up, según reconoce. Arévalo defiende la importancia de las escuelas de negocio para atraer talento emprendedor de fuera, como hacen las universidades estadounidenses más prestigiosas, hasta el punto de que “la mayoría de emprendedores universitarios en Estados Unidos son extranjeros”. Aunque sin la ayuda publica y privada, de las empresas grandes —”Las que lideran el Ibex 35″, aclara Arévalo—, va a resultar imposible, advierte. Sin olvidar que todavía queda mucho talento español en el extranjero que sería muy conveniente traer de vuelta a casa.

“Existen distintos tipos de financiación en función de la etapa; en el ecosistema español detectamos fondos de capital-riesgo que pueden ayudar en estadios más tempranos e iniciales, pero creemos que faltan otros más grandes que les permitan escalar”, apunta Cordón. Para que las empresas emergentes crezcan e, incluso, lleguen a la fase de unicornio (las que alcanzan una valoración de más de 1.000 millones de dólares). Precisamente para llenar este hueco nació Santander Growth. “Vemos que en otros mercados, como el anglosajón, el capital y el mundo de venture debt, donde participan más los bancos, se ha desarrollado más y está jugando un papel más importante en la financiación de las start-ups”, acota. Y que hay países que están dedicando fondos especializados para impulsar la transición energética, con la vista puesta en el reto de la descarbonización fijado para 2050, y la convicción de que el mundo del emprendimiento tiene mucho que aportar en este terreno.

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