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Los trabajadores de tierra de Iberia en El Prat: “Estamos abandonadísimos”

El personal de ‘handling’ aguarda para conocer las condiciones de la subrogación, mientras continúan las negociaciones sobre la huelga de Navidad

AENA
Trabajadores de Iberia y Swissport se manestaron el pasado 23 de octubre en el aeropuerto de El Prat por la pérdida de licencias de Iberia.Gianluca Battista
Josep Catà Figuls

En los chats de los trabajadores del handling de Iberia —facturación y embarque, y trabajo en pistas con las maletas— reina la confusión y el malestar desde hace casi tres meses. El pasado 26 de septiembre Iberia perdió las licencias para dar este servicio en Barcelona-El Prat y en otros siete grandes aeropuertos (no en el de Madrid-Barajas), y desde entonces los empleados viven en una montaña rusa. Saben que sus puestos de trabajo están garantizados por el convenio de sector, que obliga a las empresas a las que Aena adjudica las licencias a subrogar a la plantilla. Pero también saben que el convenio de Iberia es el mejor, y no tienen ninguna duda de que las condiciones laborales, en algún punto, empeorarán. Los sindicatos han pasado de formar un frente común con Iberia para rechazar el concurso que hizo el operador aeroportuario público a convocar una huelga de ocho días en plena campaña navideña, que la compañía ha calificado de “irresponsable”. Pese a la tensión, todas las partes confían en que se llegará a un acuerdo, mientras los trabajadores siguen acumulando sospechas y enfado: “Estamos abandonadísimos”, apunta uno de ellos.

“Los trabajadores estamos quemados. Por la empresa, por los sindicatos, y por los políticos, tanto del Gobierno como de la Generalitat”, dice este miembro del personal de tierra de El Prat, que prefiere mantener el anonimato. Como muchos, cree que a Iberia ya le va bien haber perdido las licencias, y afirma que su objetivo es salir del negocio del handling. “Los últimos tres años de Iberia aquí, pero también en otros sitios, han sido un desastre, se ha quemado la plantilla, tengo compañeros que están destrozados de la espalda, de lesiones, de estrés, especialmente en los últimos veranos”, dice, en una crítica que extiende a los sindicatos mayoritarios. A estos los acusa de no haber estado a la altura, de haber convocado demasiado tarde la huelga y de hacerle el juego a la empresa: “Ahora ya no sirve para nada”. Otro trabajador, que lleva varios meses de baja por una lesión en la rodilla, cree que está en la cuerda floja: “Mi situación es la de los lisiados, tenemos miedo de que la nueva empresa no quiera subrogarnos”.

El de Barcelona es el aeropuerto que se verá más afectado por la pérdida de licencias de Iberia, porque es el que tiene más trabajadores que en principio tendrán que ser subrogados. En total, Iberia Airport Services —el negocio del handling de la aerolínea— cuenta con 8.000 trabajadores, de los cuales 4.300 pueden ser afectados por la subrogación, y de ellos 1.990 trabajan en El Prat. Los otros grandes aeropuertos donde ha perdido la licencia (que se adjudica cada siete años) son Palma de Mallorca, Málaga, Alicante, Gran Canaria, Tenerife Sur, Ibiza y Bilbao.

El tiempo ha hecho mella y los hechos no han ayudado a que se mantenga el optimismo: la empresa y los sindicatos intentaron paralizar la adjudicación, pero el Tribunal Administrativo Central de Recursos Contractuales (TACRC) inadmitió el recurso de Iberia, y ahora la vía que se abre es la del contencioso administrativo, que puede tardar años en resolver la cuestión. Así pues, a lo largo del año que viene tienen que firmarse los contratos con las nuevas adjudicatarias. En El Prat serán Aviapartner, Groundforce (del grupo Globalia) y Menzies.

Para evitar una degradación de las condiciones laborales con la subrogación, los sindicatos pidieron que Iberia asumiera, en los aeropuertos donde haya perdido las licencias, el autohandling. Es decir, que dé este servicio a las aerolíneas del grupo IAG, al que pertenece la propia Iberia, pero también British Airways, Level, Vueling, Air Lingus y Air Nostrum. Pero la aerolínea ya ha dicho que ese supuesto, “tal y como está planteado”, no es posible. “Hacer un autohandling a precio de coste no es sostenible”, subraya una portavoz de Iberia, que apunta que en las negociaciones con los sindicatos se puede estar hablando de un “modelo híbrido”.

La aerolínea recuerda que el convenio del sector protege el empleo, las condiciones salariales y los beneficios sociales (uno de los más importantes para los trabajadores, muchos de ellos de origen extranjero, es la gratuidad o los descuentos en billetes de avión), pero reconoce que otras empresas adjudicatarias han demostrado “no ser tan escrupulosas” en su cumplimiento en otras ocasiones. “En cualquier caso, ninguno se irá a la calle”, resalta.

La negociación sobre el ‘autohandling’

Es en este matiz sobre cómo tiene que ser el autohandling donde están las esperanzas para desbloquear la negociación, pero también donde están todas las sospechas. La opción que se abre es la creación de una empresa nueva que garantice los derechos de los trabajadores que vienen de Iberia, pero tal vez no a los nuevos. Esto es lo que afirma Miguel Ángel Sánchez, coordinador general del sindicato minoritario Cesha, que no secunda la huelga. “No vamos a apoyar lo que es un fraude a todas luces. Oficiosamente, sabemos que no habrá huelga y que el acuerdo implicará hacer autohandling con una nueva empresa que aplicará el convenio del sector para las nuevas incorporaciones, aunque respete las condiciones de los trabajadores antiguos”, sentencia. Ve inaudito que Iberia haya perdido las licencias: “Solo le interesa la aerolínea, y a los sindicatos grandes, hacer ver que han hecho todo lo posible”.

CC OO y UGT recuerdan que la huelga todavía no se ha convocado oficialmente, sino que se abrió un periodo de cinco días de negociación previo a dar ese paso. Jorge Gómez, coordinador del Sector Aéreo de CC OO en Cataluña, admite que la situación es “complicada” y que una huelga en plena Navidad puede ser muy mal vista por los pasajeros. “Pero los que no tienen la culpa de nada son los trabajadores”, recuerda. Gómez explica que el objetivo es “buscar un mecanismo para garantizar que los derechos logrados en el convenio de Iberia, que se ha negociado hasta en 22 ocasiones, se mantengan”. Este mecanismo es el autohandling, aunque reconoce que seguramente no será como reivindicaban desde el inicio: “Hay opciones reales, pero negociar significa moverse”.

El presidente del comité de empresa de Iberia en El Prat, José Antonio Ramírez, de UGT, carga contra Aena por permitir que las empresas se presenten al concurso con ofertas baratas que luego asumen rebajando costes de personal. Un portavoz de Aena ha declinado hacer comentarios al respecto. “En la anterior licitación, estas empresas ya tuvieron otros aeropuertos y dejaron de pagar bonificaciones que siempre habían estado garantizadas: se ahorran unos 300 euros al mes”, explica Ramírez. “Tampoco pagan bien las jornadas parciales y suprimen los billetes gratuitos”, añade. Esta conflictividad, continúa el sindicalista, se puede evitar con el autohandling, sobre el que están negociando. “Nosotros atendemos al pasajero y a la aeronave: calzamos el avión, abrimos, descargamos, entregamos los planes de vuelo, gestionamos el tema de la movilidad reducida, cargamos las maletas… Sin parar, turnos de hasta nueve días seguidos”, enumera.

Los trabajadores cobran entre 25.000 y 40.000 euros brutos anuales. “Entre dos o tres personas se comen siete u ocho aviones al día, de llegada y de salida, como mínimo. A 100 maletas por avión. Cuando eres joven aguantas, pero luego cansa, y hay lesiones”, describe Ramírez, quien detalla que el porcentaje de gente de baja suele estar por encima del 12%, y hasta del 20% en algunos momentos. “Las empresas subrogadas ven con malos ojos estas situaciones. Lo más fácil para ellas es que les sobren trabajadores caros y lesionados”, alerta.

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Sobre la firma

Josep Catà Figuls
Es redactor de Economía en EL PAÍS. Cubre información sobre empresas, relaciones laborales y desigualdades. Ha desarrollado su carrera en la redacción de Barcelona. Licenciado en Filología por la Universidad de Barcelona y Máster de Periodismo UAM - El País.

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