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Por qué Arabia Saudí cierra el grifo del petróleo: sostener el precio, aunque vendiendo menos

Riad enrarece aún más su histórica relación con EE UU, con una reducción de su oferta del crudo del 10%. El ‘brent’ sube y refleja el cambio de escenario

El príncipe heredero saudí, Mohamed bin Salmán, con el presidente de EE UU, Joe Biden (en primer plano), en julio del año pasado en Jeddah.Foto: SAUDI ROYAL COURT (VIA REUTERS) | Vídeo: EPV
Ignacio Fariza

La manida retórica Draghi sigue viva, allende las fronteras de la política monetaria. Al más puro estilo del expresidente del BCE, Arabia Saudí —el mayor exportador de crudo del mundo y pieza clave en el tablero de ajedrez en que se ha convertido el mercado petrolero global— se comprometió este domingo a “hacer todo lo que sea necesario para llevar la estabilidad de nuevo al mercado”.

Las palabras cristalizaban en hechos: Riad anunciaba una reducción de sus bombeos en un millón de barriles diarios, casi el 1% de la oferta global y el 10% de la suya propia. El objetivo: asegurarse un suelo de precios y cortar de raíz la reciente espiral deflacionista en la cotización de este producto. Es un movimiento telúrico de consecuencias tan predecibles a corto plazo —un crudo más caro— como impredecibles a largo —¿Qué harán el resto de productores? ¿Terminará por beneficiar a una Rusia que necesita los ingresos petroleros como el comer?—. Estas son las principales claves del giro de guion:

Petróleo más caro

La primera consecuencia de la decisión unilateral saudí es una subida en el precio del crudo. Con la de este lunes, el brent —el barril de referencia en Europa— encadena ya tres sesiones consecutivas de fuertes alzas, en las que ha pasado de 72 a casi 78 dólares. La meta saudí, sin embargo, está un poco más arriba: según los cálculos del FMI, Riad necesita que la cotización de la materia prima energética por excelencia suba de 80 dólares para equilibrar sus finanzas públicas y financiar sus costosísimas inversiones.

Pese al empujón fruto del recorte, el precio del petróleo “sigue sin reflejar los fundamentales del mercado, en gran medida por las preocupaciones macroeconómicas”, según Jorge León, vicepresidente de la consultora Rystad Energy y exfuncionario del cartel, que augura “un ajuste al alza” en la segunda mitad del año. En plata: una subida en la cotización del barril que, antes o después, llegará a las gasolineras.

Juego de equilibrios en el seno de la OPEP+

La víspera de la reunión, el debate giraba en torno a qué rumbo tomaría el cartel en su conjunto: aunque con tiras y aflojas, en los últimos tiempos el cartel ampliado (los 13 miembros de la OPEP original, Rusia y otros 9 países) había hablado con una sola voz. Esta vez, sin embargo, las fricciones internas no solo han quedado más patentes que nunca, sino que han obligado al líder de facto del grupo a tomar su propio camino: la resistencia a reducir la oferta de varios socios, capitaneados por Emiratos Árabes Unidos y algunos países africanos —con Nigeria y Angola a la cabeza— ha obligado al Reino del Desierto a asumir todo el coste del recorte: casi 80 millones de dólares al día, a los precios actuales, por los menores volúmenes de venta.

“Dábamos por hecho un recorte de un millón de barriles diarios, pero de toda la OPEP+ y hasta finales de año”, explica León al otro lado del teléfono. “Sin embargo, al final ha sido un solo país el que lo ha hecho [Arabia Saudí], y por un solo mes, julio, aunque ampliable hasta finales de diciembre”.

Los fantasmas de los ochenta, al acecho

La ampliación del cartel por la vía de los hechos, sobre todo con la incorporación de Rusia a la OPEP+, perseguía sumar fuerzas y evitar que cada país hiciera la guerra por su cuenta. Este panorama, sin embargo, cambia por completo con el paso unilateral del domingo. “Hasta ahora, siempre que Arabia Saudí ha hecho cortes voluntarios de oferta, otros países se han acabado uniendo. Pero esta vez no”, constata León.

Aunque el analista de Rystad cree que el movimiento busca —en última instancia y además de estabilizar los precios— “abrir el melón de las cuotas para 2024 y que este se empiece a debatir en el seno del cártel”, para muchos observadores es inevitable pensar en una potencial reedición de lo sucedido a mediados de la década de los ochenta, cuando Riad rompió la baraja: primero bajó su producción y, al ver que nadie seguía sus pasos, acabó inundando el mercado como represalia y hundiendo consecuentemente los precios. “Aún es pronto para hacer la analogía con lo sucedido entonces. La estructura del mercado es significativamente distinta”, zanja León.

Portazo a Estados Unidos

En clave geopolítica, el cierre del grifo saudí —con las citadas consecuencias sobre los precios— agrian aún más la ya de por sí tocada relación entre Riad y Washington. La primera potencia mundial lleva meses pidiendo a su histórico socio en el Golfo que no tense la cuerda de la oferta para evitar que el precio de los carburantes, a los que tan sensibles son sus consumidores, se dispare. Una vez más, sin éxito. El recorte de este domingo llega, además, en un momento crítico: este martes, menos de 48 horas después del volantazo saudí, una delegación estadounidense encabezada por el secretario de Estado, Antony Blinken, viaja a ese país para tratar de recuperar la sintonía perdida y evitar que “el vacío en Oriente Medio lo llenen otros”.

Quién gana y quién pierde

Más allá del evidente golpe para los automovilistas —y, en general, para los consumidores occidentales, que verán encarecidos sus repostajes en un momento en el que la inflación copa la lista de preocupaciones—, la decisión deja algunos países y agentes victoriosos. El resto de miembros del cartel verán aumentado su precio de venta sin tener que reducir su producción y uno de ellos, Emiratos Árabes Unidos, incluso verá ampliada su cuota en 200.000 barriles diarios. “Para ellos, es un golazo por la escuadra”, sintetiza el técnico de Rystad Energy.

Entre los potenciales beneficiados también figura Rusia, que tampoco va a tener que aplicar recorte alguno sobre sus bombeos y que va a ver automáticamente elevados sus precios de venta tras el tajo en el volumen total de crudo disponible en el mercado. Sin embargo, en un intento por tratar de atar en corto a Moscú, el ministro saudí de Energía, Abdelaziz bin Salmán, fue el domingo particularmente incisivo en el anuncio de una auditoría de la producción del gigante euroasiático para evitar que incumpla su cuota.

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Sobre la firma

Ignacio Fariza
Es redactor de la sección de Economía de EL PAÍS. Ha trabajado en las delegaciones del diario en Bruselas y Ciudad de México. Estudió Económicas y Periodismo en la Universidad Carlos III, y el Máster de Periodismo de EL PAÍS y la Universidad Autónoma de Madrid.

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