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Renunciar a un móvil y a un coche nuevos, pero no a las vacaciones

El turismo y la restauración resisten el retroceso del consumo, erosionado por la inflación y las subidas de tipos

Un camarero atiende a unos clientes en la terraza de un restaurante del paseo marítimo de Platja d'Aro (Girona).
Un camarero atiende a unos clientes en la terraza de un restaurante del paseo marítimo de Platja d'Aro (Girona).©Toni Ferragut
Cristina Galindo

Diecisiete años tiene el coche de Luis Calvo. Seis su teléfono móvil. “Prefiero seguir viajando que cambiarlos; aguantaré con ellos hasta que surja un problema insalvable”, explica este zamorano de 48 años que trabaja como analista contable en una empresa distribuidora de material deportivo y es autor de un blog, Apasionados por viajar, en el que narra sus travesías por el mundo. Vive en Madrid, pero ahora mismo está en Bali pasando unos días. Como a la mayoría de los propietarios de vivienda, le ha afectado la subida de las hipotecas, aunque de momento sortea la pérdida de poder adquisitivo eligiendo destinos más asequibles para las vacaciones, yéndose en temporada baja y reservando con mucha antelación: “Prefiero los viajes y vivir experiencias que las cosas materiales”.

Las ganas de viajar se dispararon tras la pandemia y, según los datos de las organizaciones del sector turístico, la demanda nacional resiste a pesar de las turbulencias económicas del último año. Tanto los viajes como la restauración están aguantando de momento la caída del consumo de los hogares, en retroceso desde los últimos meses del año pasado (un descenso trimestral del 1,7% en el cuarto trimestre de 2022 y del 1,3% en el primero de 2023). La inflación y la subida de los tipos han impactado en el poder adquisitivo y han dejado la tasa de ahorro de los hogares en el 7,2% de la renta disponible bruta, la menor desde 2018. “Parte del ahorro se está dedicando a amortizar anticipadamente la hipoteca para reducir el impacto de los tipos”, explica Miguel Cardoso, economista jefe para España de BBVA Research.

No son pocas las familias que han tenido que revisar sus prioridades de gasto para adaptarse a las nuevas circunstancias. ¿A qué renuncian los consumidores para irse de vacaciones? Los datos apuntan a que, si bien el turismo y el ocio siguen al alza, otros sectores pasan por momentos de debilidad de demanda. “Los productos y servicios que requieren más financiación son los más penalizados en las circunstancias actuales, con tipos de interés altos”, comenta Paco Lorente, profesor de ESIC y experto en tendencias de consumo. La tecnología, el automóvil y los electrodomésticos entrarían en ese grupo. El mercado español de móviles, por ejemplo, está experimentando una reducción de sus ventas tras la pandemia. El año pasado se vendieron un 6% menos de terminales, aunque se facturó un 8% más por la subida de precios, según la consultora IO Investigación. Respecto a 2019, la caída es del 22%.

El consumo también es menor en el mercado del automóvil que, aunque ha empezado el año con una ligera recuperación, sigue lejos de los niveles prepandemia: en 2022, se matricularon 813.396 unidades, un 35% menos que en 2019. La crisis de los microchips y los cuellos de botella han golpeado a la fabricación, pero los expertos en consumo consideran además que ha habido una relajación en la demanda. En el caso de los electrodomésticos, las ventas cayeron un 7% el año pasado y en el acumulado entre enero y abril retrocedieron un 1,8%, según la Asociación Española de Fabricantes e Importadores de Electrodomésticos.

Segunda mano

El gasto en ropa, en cambio, está en terreno positivo. El sector textil casi se ha recuperado tras la pandemia, con una subida de las ventas del 6,4% desde enero tras incrementarse un 14% en 2022, según la patronal Acotex. Pero hay que tener en cuenta el efecto de la inflación en ese aumento, que quizás se debe más a la subida de precios que a un incremento de las unidades vendidas. Lo que sí ha subido claramente, en busca de una opción más asequible y sostenible, son las compras de ropa usada, que crecieron un 22% el año pasado, según la fundación Humana. Y, en general, hay una reactivación del mercado de segunda mano que, según Milanuncios, movió el año pasado en su plataforma 5.200 millones de euros, un 4% más, sobre todo productos de casa y jardín, motor y tecnología.

Mientras otros sectores van a la baja, el ocio y los viajes resisten, en general, a pesar de las subidas de precios. “Lo que más he notado ha sido el precio de los vuelos”, relata Luis Calvo. “Siempre encontraba chollos”, añade. El billete a Bali le ha costado 930 euros y calcula que, “en condiciones normales” le habría costado en torno a 700 euros, ya que busca con un mínimo de seis meses de antelación. “Si la situación económica empeora, tengo claro que renunciaré a otras cosas pero no a viajar”, asegura. Eso sí, busca alternativas para ajustar el presupuesto, como hacer viajes más cortos o elegir hoteles más asequibles.

Las ganas de viajar y de salir se reflejan en la economía. Las únicas actividades del sector servicios que crecieron en el primer trimestre del año (en el que el PIB mejoró un 0,5% intertrimestral) fueron comercio, transporte y hostelería (un 2,7% más trimestral) y las actividades artísticas y recreativas (1,8%). Destaca el turismo, en especial el internacional, pero también el nacional: los residentes en España realizaron 171,4 millones de viajes el año pasado, un 19,9% más que el ejercicio anterior y cerca de los niveles anteriores a la pandemia (193 millones de viajes), según el Instituto Nacional de Estadística (INE).

Cardoso, de BBVA Research, se muestra prudente al respecto: “Se empieza a ver un agotamiento del impacto del desconfinamiento. Aunque se mantiene mejor el nivel de viajes dentro de España, no se viaja tanto al extranjero”. El experto sí destaca que ese mismo aspecto de agotamiento no se nota, sin embargo, en el caso del turismo extranjero, que “sigue creciendo” y alimentando el crecimiento del PIB español.

Ocio y turismo

El tirón del turismo ha impulsado el negocio de la hostelería (alojamiento y restauración), que el año pasado facturó un 44% más el año pasado, según los indicadores de actividad del INE. “Hay muchos tipos de consumidores, pero en general se están manteniendo aquellas actividades que se disfrutan más, como salir a cenar y viajar”, afirma Lorente. “Tras la pandemia, la gente se ha acostumbrado a todo y es más previsora: si el año pasado hubo muchos viajes de última hora, ahora se reserva con antelación para lograr mejores precios”, añade. Y para los que no pueden irse de vacaciones ni una semana al año —un 33,5% de los ciudadanos en 2022, frente al 32,7% de 2021, según el INE— el salir a tomar un aperitivo o cenar les compensa. “Son pequeños caprichos del día a día, más asequibles”, opina.

De la buena afluencia a los bares y restaurantes da fe Juan Antonio Hernando, que tiene tres restaurantes en la zona de Las Rosas, en Madrid. “La gente sale y consume. En el puente de mayo, por ejemplo, mucha gente que igual no se marchó fuera porque no podía, salió a una terraza”, explica. Pero puntualiza que, al menos en su caso, la actividad se centra mucho en el fin de semana y que el negocio no va tan bien como podría parecer desde fuera, porque los costes han subido mucho en el último año y eso lastra el beneficio real.

Falta por ver cómo evolucionará el consumo a lo largo de 2023. “Es difícil que se pueda recuperar con estos incrementos de los tipos de interés: los pagos de las hipotecas van a seguir llegando y veremos el efecto en los siguientes meses...”, advierte Cardoso. En una línea similar, Lorente destaca que la situación actual puede cambiar después del verano: “Las subidas de tipos ya se notan mucho, pero van a verse reflejadas del todo en otoño”.

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Sobre la firma

Cristina Galindo
Es periodista de la sección de Economía. Ha trabajado anteriormente en Internacional y los suplementos Domingo e Ideas.

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