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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La Sareb, testigo de cargo

Todas las viviendas se deberían entregar a las autonomías y ayuntamientos para su gestión como sociales

Andreu Missé
Varias personas pasan ante un anuncio de venta de viviendas de la Sareb, en una imagen de archivo.
Varias personas pasan ante un anuncio de venta de viviendas de la Sareb, en una imagen de archivo.Sergio Perez (REUTERS)

Las pérdidas de la Sareb o banco malo no cesan. La sociedad ha reconocido unas pérdidas de 1.506 millones de euros en 2022. Una cifra impresionante que nos recuerda que la crisis financiera no es una historia del pasado. Las cuentas de la Sareb actúan como un testigo de cargo que año tras año ponen al descubierto el inmenso coste de la crisis bancaria.

La Sareb se creó para adquirir los activos problemáticos (préstamos morosos, viviendas no vendidas y en construcción y solares) de las entidades en crisis para facilitar su saneamiento. Los activos procedían de Bankia, Catalunya Caixa, Novacaixagalicia, Banco Gallego, Banco de Valencia, Caja España-Caja Duero, BMN, Liberbank, y Caja 3. Como se ve, no solo fueron cajas. Las compras ascendieron a 50.781 millones de euros, que se financiaron con deuda avalada por el Estado.

La estrategia no debía costar ni un euro a los contribuyentes, como repitieron los responsables del Gobierno del Partido Popular. Además, se aseguró que la rentabilidad de la sociedad oscilaría entre el 14% y 15% anual. No obstante, en 2020, Eurostat puso al descubierto las verdaderas cuentas que significaron unas elevadas pérdidas. Comportaron un aumento del déficit público en 9.891 millones de euros y un incremento de la deuda pública en 34.145 millones de euros. Sabemos lo ocurrido porque estamos en la UE.

Como ha explicado el catedrático de Economía Antoni Garrido, “la operación de la Sareb fue una huida hacia adelante. Una manera de esconder el problema y pasarlo a futuro”. Una opinión compartida por el economista Carlos Sánchez Mato: “La creación de la Sareb fue una estrategia para retrasar el reconocimiento de las pérdidas de las entidades afectadas. Se traspasaron inmuebles y préstamos de los bancos quebrados a la Sareb con unos precios inflados en unos 17.000 millones de euros, según la Comisión Europea”.

Hay muchas anomalías. A diferencia del banco malo irlandés, el NAMA, en la Sareb se aceptaron préstamos personales sin garantía real. Los responsables del invento no han explicado nunca las razones de tantos quebrantos. Según Julio Rodríguez, expresidente del Banco Hipotecario, “el diseño de Sareb y su funcionamiento ha sido una pesada carga que el Gobierno de Rajoy y de Guindos dejaron al actual Gobierno. Una experiencia, pues, de la que deban sacarse las reflexiones necesarias tanto para no repetir errores futuros de este tipo y también para revisar de lleno la hasta ahora opaca gestión de Sareb”.

La opacidad sigue. La economista Carme Trilla, presidenta de la Fundació Hàbitat 3, insiste en que “no sabemos cuántos pisos se adjudicaron a la Sareb, cuál fue el precio y cómo se vendieron después a los fondos”. En España el mayor problema de la vivienda es el de falta de vivienda social. Todas las viviendas de la Sareb se adquirieron con dinero público y como tales se deberían entregar a las autonomías y ayuntamientos para su gestión como sociales. Sería una manera de paliar los despropósitos que durante años seguirán costando miles de millones a los ciudadanos.

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