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Cupra ya representa el 40% de las ventas de Seat e impulsa su recuperación

La compañía española del grupo Volkswagen analiza la posible entrada de su marca más joven en el mercado estadounidense

Josep Catà Figuls
Seat
El consejero delegado de Seat y Cupra, Wayne Griffiths, en la conferencia de prensa de este miércoles.LLUIS GENE (AFP)

Las cosas empiezan a ir mejor en Seat, el fabricante español de coches integrado en el Grupo Volkswagen, y si van mejor es en parte gracias a su marca más joven, Cupra. Esta representó el año pasado el 40% de la facturación de la compañía, que ha decidido apostar por Cupra como la marca que liderará la transformación eléctrica de la empresa, y como la que, con modelos más caros, permite ser más rentable aunque se vendan menos unidades. Cupra, de hecho, impulsó el año pasado la vuelta a beneficios de Seat, que ganó 68 millones de euros tras dos años de pérdidas, y logró una facturación de 10.500 millones, un 14% más que el año anterior.

Estos números dan cuenta de la nueva realidad del fabricante automovilístico: es la segunda mayor cifra de ventas en la historia de Seat, después de la de 2019, pero se ha conseguido con 385.592 unidades vendidas, un 18% menos que el año anterior. La reducción se explica por los problemas de suministro de los semiconductores, pero también por la tendencia a la baja de la venta de coches, ya que es un 25,5% menor que hace cinco años. “Cupra es la marca para la próxima generación, que busca algo distinto a lo que sus padres y abuelos conducían, es la marca poco convencional que está aquí para cuestionarlo todo”, ha dicho Wayne Griffiths, consejero delegado de Seat y Cupra, en la presentación de resultados este miércoles en Barcelona.

La vuelta a los beneficios de Seat ya fue recogida por los resultados del grupo alemán, la semana pasada, aunque para ellos se usó el sistema de contabilidad internacional. En cambio, para los que ha presentado Griffiths este miércoles se ha usado las reglas contables españolas, y por este motivo difieren. Según estas últimas, la compañía obtuvo un resultado positivo de 67,5 millones, todavía muy lejos de los 345,6 millones de beneficio de 2019, pero ya dejando atrás las pérdidas de 194,2 millones en 2020 y de 256,3 millones en 2021.

Este resultado positivo llega en medio del proceso de transformación hacia los vehículos eléctricos, de un contexto económico de gran incertidumbre, y con los problemas de suministro de semiconductores aún coleando en la producción de Seat (que tiene en marcha un ERTE para hacer frente a la menor producción por la falta de piezas, y que tiene lista de espera de hasta seis meses para algunos modelos). “Estamos viviendo unos tiempos difíciles, nuestra industria está experimentando una enorme transformación y se encuentra en una tormenta perfecta entre la guerra de Ucrania y la escasez de materias primas. Pero esta tormenta ha ayudado a acelerar la transformación hacia la electrificación y la mayor rentabilidad”, ha dicho Griffiths al inicio de su intervención.

Una de las decisiones que se tomaron el año pasado fue la de implementar un plan de bajas incentivadas y prejubilaciones de hasta 1.330 trabajadores hasta 2026. Las provisiones para este plan, que ha implicado unos costes de 239 millones solo para el ejercicio de 2022, han hecho que el resultado operativo de la compañía sea de 114 millones negativos (sería de 179 millones positivos si no se tuviesen en cuenta estos costes de restructuración), y un ebitda que creció de los 278 millones de 2021 a los 505 millones del año pasado (serían 798 millones si no se tienen en cuenta los costes extraordinarios). El flujo de caja recurrente fue de 625 millones, 247 millones más que el año anterior.

Más ingresos por coche

Pese a que las ventas fueron de 385.592 unidades, la producción total de Seat en 2022 fue de cerca de 480.000 coches (en Martorell se fabricaron 366.764 unidades), aún por debajo de antes de la pandemia pero similar a la cifra del año 2021. Lo que sí ha crecido sustancialmente es lo que obtiene Seat por cada vehículo: unos ingresos de 19.920 euros por cada coche, lo que implica un aumento del 18% con respecto a 2021. Estos mayores ingresos por unidad se explican por los precios más elevados de los modelos de Cupra, ya que desde el lanzamiento de esta marca, en 2018, los ingresos por coche han subido un 38%. “La base de estos resultados no solo viene por el volumen de ventas sino por la calidad de las ventas”, ha dicho David Powels, vicepresidente ejecutivo para finanzas. La buena marcha de Cupra ha hecho que la compañía ya esté analizando la entrada de la marca en el mercado estadounidense, después de que ya aterrizara en México o Australia.

Griffiths ha destacado que lo que llevamos de año también apunta a un buen resultado para 2023. “Hemos empezado con fuerza, con 71.500 coches entregados en dos meses [un 27% más que en el mismo periodo de 2021]. El año pasado fue el pistoletazo de salida, y ahora estamos en la aceleración”, ha dicho. El presidente de la compañía ha descartado que en el futuro hayan nuevas bajas en la plantilla, aunque ha destacado que la transformación del negocio “requiere flexibilidad y estabilidad”, que considera que está garantizada con el nuevo convenio firmado con los sindicatos.

Para 2023, la empresa espera que Cupra ya acapare el 50% de las ventas de la empresa, y en el medio plazo quiere vender medio millón de vehículos al año. Por este motivo está centrándose en la oferta de esta marca, que tiene el Born y el Formentor, las versiones Cupra del León y el Ateca, y en 2024 lanzará el Terramar y el Tavascan. Para 2025 está previsto que lance el UrbanRebel, un coche eléctrico pequeño para la movilidad urbana que se fabricará en la planta de Martorell, en la plataforma de vehículos eléctricos Small BEV. Esta fábrica también producirá, en la segunda mitad de esta década, el Volkswagen ID.2all. Con todo, todavía no habrá capacidad para crear una segunda plataforma Small BEV, una posibilidad que negocian con los sindicatos para mantener el empleo cuando se complete la electrificación.

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Sobre la firma

Josep Catà Figuls
Es redactor de Economía en EL PAÍS. Cubre información sobre empresas, relaciones laborales y desigualdades. Ha desarrollado su carrera en la redacción de Barcelona. Licenciado en Filología por la Universidad de Barcelona y Máster de Periodismo UAM - El País.

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