La huelga de las refinerías francesas se prolonga y desafía a Macron
TotalEnergies, la petrolera más afectada, ofrece un mes de sueldo suplementario a sus empleados para apagar la crisis, mientras el Gobierno fuerza por ley la reapertura de otro depósito
La huelga de las refinerías y depósitos petroleros en Francia amenaza con convertirse en un problema de primer orden para el presidente francés, Emmanuel Macron. Los bloqueos, que ya duran más de dos semanas, provocan colas y escasez de combustible en las estaciones de servicio de varias regiones del país. El Gobierno ordenó este jueves la movilización por ley de personal de TotalEnergies para reabrir un depósito en el norte de Francia, mientras la empresa anunciaba un mes suplementario de sueldo para sus empleados en todo el mundo. El sindicato CGT, apoyado por parte de la izquierda parlamentaria, quiere prolongar el pulso.
Macron confía en que la mayoría de franceses, y sobre todo los automovilistas que están viendo cómo la huelga les impide desplazarse en condiciones, echen la culpa a la CGT y aplaudan la intervención por la fuerza en refinerías y depósitos para recobrar el suministro. El sindicato y la fracción hoy mayoritaria en la izquierda francesa enmarcan la batalla en la lucha contra los beneficios desaforados de las petroleras, una causa que goza de simpatías en la población. E intentan que la chispa en las refinerías encienda un movimiento en favor de mejoras salariales en toda Francia, el país de la Unión Europea con una inflación más baja, un 6,2%.
De las ocho refinerías francesas, cinco están en huelga y tres funcionan. De estas tres, una –perteneciente a Esso-ExxonMobil– reabrió el jueves tras el cese de la movilización. El sindicato CGT ha acordado prolongar el paro en el resto de plantas, pero aceptó participar en la primera ronda de negociaciones en TotalEnergies. “Si el diálogo social no llega a un resultado en las próximas horas, vamos a hacer requisiciones”, anunció el miércoles por la noche Macron en una entrevista en la cadena de televisión France 2. Las requisiciones permiten al Estado movilizar al personal y los bienes necesarios para que funcionen las instalaciones en beneficio del interés común. “Llamo a la responsabilidad de los dirigentes de estas empresas y a los asalariados y los sindicatos que los representan”, añadió el presidente.
El Gobierno ha ordenado esta semana la movilización forzosa de trabajadores en dos depósitos –uno el martes y otros jueves– y ha amenazado con forzar unilateralmente la reapertura de refinerías y depósitos si las negociaciones no avanzan. En el departamento de Bouches-du-Rhône, donde se encuentra la ciudad de Marsella, el Estado ha intervenido siete estaciones de servicio para reservarlas, de la seis de la mañana al mediodía, a profesiones prioritarias como médicos y personal hospitalario. La presidenta de la región Occitania, Carole Delga, anunció que este fin de semana los trayectos en los trenes regionales costarán 1 euro para facilitar los desplazamientos.
La sombra de los chalecos amarillos
El Elíseo dice confiar en que la crisis esté bajo control en un plazo de diez días. El temor el Gobierno es que el conflicto derive en algo mayor, similar a los chalecos amarillos en 2018. Entonces no había ni guerra en Ucrania, ni restricciones energéticas, ni inflación, ni amenaza de recesión.
La CGT –sindicato minoritario, pero con pegada suficiente para, con un puñado de trabajadores, cerrar el suministro de combustible– ha descrito como un truco de comunicación la oferta de un mes extraordinario de salario por parte de TotalEnergies. Philippe Martinez, secretario general de la CGT, llamó el jueves a “generalizar las huelgas”. Este y otros sindicatos han convocado para el próximo martes una jornada nacional de movilización y huelga. Sandrine Rousseau, influyente diputada de Los Verdes, se declara directamente a favor de la “huelga general”. “Una serie de sectores en mala situación de remuneración deberían entrar en el movimiento”, declaró Alexis Corbière, lugarteniente del líder izquierdista Jean-Luc Mélenchon.
La manifestación de la izquierda este domingo en París “contra la vida cara y la inacción climática”, convocada desde hace semanas, permitirá calibrar las fuerzas. Macron ha reaccionado tarde. Y para muchos franceses, no es un árbitro neutral en la negociación. Le reprochan su oposición al impuesto a los beneficios extraordinarios de las empresas energéticas. Pero la postura de la CGT y Mélenchon tampoco es mayoritaria y pueden haber medido mal sus fuerzas y acabar señalados como responsables de la parálisis del país. Laurent Berger, secretario general del sindicato reformista CFDT, el primero del país, defiende la negociación y reprueba el llamamiento a la huelga general. “Desconfío de la escalada”, dijo.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.