Grifols sufre en Bolsa lastrada por su deuda con una caída del 47% en el año
La farmacéutica busca estrategias para reducir la deuda, que en julio rozaba los 9.000 millones
La Bolsa está jugando una mala pasada a Grifols, la multinacional farmacéutica con sede en Sant Cugat del Vallès (Barcelona) especializada en hemoderivados. Si justo antes de la pandemia, en febrero de 2020, alcanzó su valoración máxima, con los títulos a 34,19 euros, esta semana la acción ha bajado de los 10 euros, situándose al cierre de este viernes en los 8,88 euros, tras un pequeño respiro después de cinco días de bajada. Después de que la agencia S&P rebajara el viernes pasado el rating de la compañía debido a que su desapalancamiento está siendo más lento de lo esperado, Grifols se ha dejado un 11% de su valor en una semana. En lo que va de año, el desplome es de alrededor un 47% (mientras que el Ibex en conjunto ha caído en el mismo periodo un 15,8%), lo que sitúa la valoración de los títulos a niveles de 2012.
Tras la decisión de S&P, el lunes Grifols mandó a la Comisión Nacional del Mercado de Valores un comunicado en el que aseguraba que su volumen de obtención de plasma se está recuperando tras las restricciones de la pandemia, y en el que anunciaba que estudia estrategias alternativas para reducir su deuda, que en julio rozaba los 9.000 millones de euros. También revelaba que se dispone a fichar a dos directivos “de reconocida trayectoria internacional” para sus principales actividades, y que volverá a publicar sus resultados de forma trimestral. Cinco días después del comunicado, sin embargo, la acción no se ha recuperado, lo que indica que los inversores siguen recelosos porque consideran que el desapalancamiento está siendo más lento de lo previsto, y se resisten a reactivar las compras a la espera de que la compañía concrete sus estrategias.
El comportamiento en Bolsa de Grifols contrasta con su vigor corporativo, ya que en los últimos tiempos ha encadenado una serie de adquisiciones para aumentar su volumen de negocio. Para llevar a cabo ese aumento de perímetro (en el que destaca sobre todo la compra de la alemana Biotest por 2.000 millones en otoño de 2021), Grifols ha seguido su política habitual, apalancarse con la confianza de que el pago de la deuda no tendrá dificultades gracias al flujo de caja que genera su negocio. Pero este dinamismo se vio afectado por la pandemia.
En 2021, su beneficio neto se redujo un 70% en parte por las dificultades, generadas por la pandemia, de obtener donaciones de plasma, y en parte ya por los costes financieros de la compra de Biotest. Y en el primer semestre de 2022, la compañía recortó beneficios un 46%, ya que pese a facturar un 10,8% más, hasta los 2.810 millones, aumentaron un 66% los costes financieros derivados de la adquisición de Biotest.
Una nota para inversores del Banco Sabadell señalaba recientemente que, pese a la recuperación del negocio, las dudas sobre la deuda “se mantendrán hasta que se concreten las medidas”. Los analistas del banco consideran que, pese a que la actual cotización de Grifols invita a una ampliación de capital, esta es “poco probable” porque diluiría el peso de gestión de la familia Grifols, y recuerdan que no se puede descartar una venta de activos, como su participación en Shanghai RAAS.
Los analistas del Santander, por su parte, afirmaban en una nota del pasado lunes que las medidas anunciadas por Grifols no son suficientes para el mercado, que pide un cambio substancial. También ven como una opción de alivio vender su participación en la compañía china.
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