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El Gobierno descarta racionar el gas pero incluirá ese riesgo en el plan de contingencia

España prevé sustituir el alumbrado en carreteras y ayudas para cerrar los frigoríficos de los supermercados

Pedro Sánchez, el miércoles en La Moncloa para recibir a la selección femenina española de fútbol sub-20.Foto: CLAUDIO ÁLVAREZ | Vídeo: CADENA SER

España enfila ya la elaboración del paquete de medidas de contingencia para afrontar el frío invierno que encara Europa. El Gobierno descarta que la amenaza de que Vladímir Putin cierre por completo el grifo del gas ponga en riesgo el suministro del país y obligue a racionarlo. Sin embargo, incluirá ese riesgo en el plan que remitirá a Bruselas este septiembre, según explican fuentes diplomáticas. El documento en el que trabaja el Ejecutivo de Pedro Sánchez aboga por actuar en tres frentes para recortar el consumo y asegurar el suministro energético: multiplicando las interconexiones de la península Ibérica con el resto de la UE, intensificando el ahorro de energía y desplegando programas para reducir la incidencia social de esas medidas. Según estas fuentes, el Gobierno planea invertir entre 350 y 400 millones de euros mediante ayudas y créditos europeos para desarrollar la última milla del Corredor Ibérico del Hidrógeno, como se ha rebautizado al MidCat con el fin de que esté operativo en invierno de 2024. La inversión, no obstante, estará condicionada a que Francia se comprometa a construir su tramo, a lo que hasta ahora ha sido reacia. El ministerio que dirige Teresa Ribera estudia también desde la sustitución masiva del alumbrado de carreteras por luces LED hasta ayudas a supermercados para cerrar los frigoríficos.

Europa busca alternativas urgentes al suministro de gas procedente de Rusia, que este miércoles ha cerrado durante tres días el gasoducto Nord Stream. La energética rusa Gazprom alega cuestiones técnicas, pero Bruselas teme que Putin siga respondiendo a las sanciones restringiendo el envío de gas, que está disparando el precio de la electricidad a máximos históricos en todo el continente. España propondrá en el próximo Consejo de Ministros de la UE, que se celebrará en Bruselas el 9 de septiembre, extender a toda Europa la llamada excepción ibérica y congelar el precio de los derechos de emisión de dióxido de carbono (CO₂) a 25 euros por tonelada (ahora están a unos 90 euros).

La duración de la guerra de Ucrania y la desconfianza total respecto a Moscú requieren, sin embargo, soluciones estables. El primer ministro belga, Alexander de Croo, habla sin tapujos incluso de entre cinco y diez inviernos de penuria energética. España por ahora no prevé tener que llegar al extremo de racionar gas, pero la necesidad de contemplar todos los escenarios obliga a incluir esa posibilidad en el plan de contingencia. En Europa central y del Este, esa posibilidad no es tan remota. Berlín y otros socios miran hacia la península Ibérica, que puede convertirse en un hub energético, entre otras cosas, por su capacidad de regasificación y la diversificación de sus países suministradores. España apuesta firmemente por el antiguo MidCat para complementar los gasoductos que ahora operan en el País Vasco, que suman una capacidad anual de siete bcm (millardos de metros cúbicos de gas) y en los que el Gobierno invertirá con un nuevo compresor. El ministerio que dirige Teresa Ribera está dispuesto a recuperar un tubo que ahora muere en la localidad de Hostalric (Girona).

El gasoducto que arranca en Cataluña está llamado a resucitar bajo otro nombre, el de Corredor Ibérico del Hidrógeno, puesto que los planes para la transición verde de Bruselas pasan por abandonar el gas a medio plazo. Y aunque se trata de una tecnología que aún está en una fase incipiente, el hidrógeno (en el caso de España y Portugal, el verde) es una prioridad de Bruselas. España estima que necesita una inversión de entre 350 y 400 euros que financiaría con ayudas y créditos del programa REPower EU, por lo que no necesitaría ninguna modificación ni anexo en el plan de recuperación en vigor.

El principal obstáculo está al otro lado de los Pirineos. París, que apuesta por la energía nuclear, sigue recelando del gasoducto desde España. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, lanzó un órdago recientemente advirtiendo de que la alternativa pasaba por un túnel que enlace Barcelona y Livorno (Italia). Sin embargo, fuentes diplomáticas explican que esa vía es lenta y costosa. Eso no significa que España deseche las conexiones con Roma. Al contrario: según las fuentes consultadas, quiere acelerar la planta de El Musel (Asturias) para aumentar su capacidad regasificadora e intensificar las exportaciones por vía marítima a Italia, en una suerte de shuttle. Pero para España la opción más rápida sigue siendo el antiguo MidCat. El ministerio calcula que la parte española podría estar lista en ocho o nueve meses y transportar unos 7,5 bcm adicionales. El encuentro entre Sánchez y el canciller alemán, Olaf Scholz, ha buscado mover al Elíseo, que acepta ahora “examinar” esa propuesta. El Gobierno, por su parte, se compromete a seguir exportando electricidad a Francia, cuya producción energética a partir de las nucleares se está viendo gravemente comprometida este año por los problemas de mantenimiento o la sequía.

La vicepresidenta tercera ha mostrado su optimismo ante el desbloqueo en las conversaciones. Ribera aseguró que el martes había sido “un día enormemente productivo” en referencia a la conversación entre Sánchez y Scholz y, sobre todo, al cambio de postura de Francia y a su disposición a estudiar la viabilidad de la interconexión por los Pirineos. La ministra subrayó que el compromiso de París a trabajar con el resto de socios comunitarios es una “respuesta adecuada” ante la escalada de precios y un mercado eléctrico europeo que “está roto” y que necesita una reforma urgente. Una necesidad que la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, también ha puesto sobre la mesa, al anunciar una intervención “de emergencia” en el mercado para responder al “chantaje” energético ruso y frenar el encarecimiento de la luz, que ha consagrado este agosto como el mes con la electricidad más cara de la historia en España, con una media de más de 300 euros.

Medidas de ahorro

Pero Europa se mueve también en el terreno del ahorro, de las medidas con efecto inmediato. En palabras de Emmanuel Macron, el “fin de la abundancia”. Y ahí el ministerio prepara medidas que en septiembre llevará a Bruselas, como un plan para sustituir el alumbrado público y de las carreteras de España por luces LED, nuevas actuaciones para lograr más ahorro en los edificios públicos y un programa para evitar redundancias e ineficiencias en los inmuebles administrativos. En plata: seguir con la senda emprendida con las medidas de ahorro energético que van desde el apagado de escaparates hasta elevar la temperatura del aire acondicionado que otros países como Alemania también han puesto en marcha.

El ministerio estudia ahora, dentro de su programa para minimizar los costes, un plan para paliar los efectos en el sector terciario e incluso estudia poner sobre la mesa un paquete de ayudas de 100 millones de euros. Entre otras medidas, el Gobierno buscará que los supermercados gasten menos energía cerrando las vitrinas o las puertas de sus neveras y congeladores. Una portavoz del ministerio, no obstante, afirmó que el plan de contingencia sigue abierto y en plena negociación. De hecho, se prevé que el lunes que viene haya reuniones con sectores empresariales para abordar todas esas medidas.

Por último, España quiere dar un acelerón a sus planes para desarrollar las renovables. Y en especial, seguir con el hidrógeno. Si bien los países de Europa central optan por el azul, que se obtiene de los combustibles fósiles, el Gobierno apuesta por el verde, que se consigue de las fuentes de energía limpias. España aspira a liderar esa industria. Y cree que puede ser competitiva por precios. Hoy todavía está lejos de este objetivo, pero fuentes del sector recuerdan que empieza a serlo, sobre todo con el precio del gas en ascenso. Y si bien los costes del hidrógeno verde en el sur son aún de entre 1 y 1,5 euros el kilo, en el norte son de entre 2,5 a 3 euros.

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