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Tribuna
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Más sol y viento

España tiene una oportunidad histórica para hacer política energética e industrial gracias a las energías renovables

José Carlos Díez
Aerogeneradores en el parque eólico de la Sierra del Tallat, en Tarragona.
Aerogeneradores en el parque eólico de la Sierra del Tallat, en Tarragona.Josep Lluís Sellart

Las declaraciones de Pablo Casado sobre energía han generado una polémica innecesaria. El líder de la oposición, además de aclarar que de noche no hay luz, dijo que le gustaba el carbón y la nuclear. Pero fue el PP el que cerró las minas de carbón por decreto en 2016 y han gobernado 15 años de los últimos 25 años, 8 años con mayoría absoluta, y nunca plantearon construir una nueva central nuclear. Es lógico, se tarda más de 10 años en construir una central nuclear, cuesta cinco veces más que la energía equivalente en plantas eólicas y solares y la vida útil de sus residuos y el coste de su gestión tienden a infinito. Tras el desafortunado impuesto al sol, el PP rectificó su política energética e hizo subastas de renovables sin necesidad de subvenciones.

Pocas horas después de sus declaraciones negando que se pueda usar la energía solar por la noche se inauguraba la feria Genera en Madrid. Huawei, líder tecnológico chino, dedicaba casi todo su stand a comercializar baterías de acumulación de dos megavatios a un coste que ya es económicamente sostenible, especialmente con los actuales precios del gas y la electricidad. Por lo tanto, la tecnología ya permite acumular energía durante el día con solar fotovoltaica y consumirla por la noche. Los fondos europeos han priorizado con buen criterio la acumulación, el autoconsumo y la rehabilitación de viviendas, una solución óptima para hogares, comunidades de vecinos, empresas y pequeños municipios de zonas rurales.

España es el país de Europa con más radiación solar y somos los más beneficiados por el desarrollo tecnológico. Sabemos ya que la mayor parte de generación eléctrica en 2030 será solar y eólica. La clave es gestionar bien la transición, diseñar los incentivos correctos para que fluya la inversión privada y reducir la burocracia y todas las barreras para conseguirlo. Con la crisis del gas y hasta que se desarrolle la inversión renovable, la energía nuclear cubre aproximadamente el 20% del consumo de electricidad y no se puede prescindir de ella. Pero construir nuevas centrales nucleares es un disparate económico que con la mayor deuda pública desde 1903 los españoles no nos podemos permitir.

Bruselas debería cambiar la regulación de la fijación de precios de electricidad, pero poner de acuerdo a 27 países lleva sus trámites. Paradójicamente, cada día que el precio de la electricidad esté alto, hace más atractiva la inversión en renovables, tanto en grandes plantas como en autoconsumo, y acelera la transición. España tiene una oportunidad histórica para hacer política energética e industrial gracias al sol y al viento. Necesitamos recuperar los consensos de la transición política en la transición energética para conseguirlo. Los parados y los jóvenes con salarios precarios serán los más beneficiados y se lo merecen. Y habrá más recursos públicos para financiar el estado del bienestar, hoy con problemas de sostenibilidad.

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