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La crisis de la inmobiliaria china Evergrande dispara el miedo al ‘efecto contagio’

Los mercados temen que el gigante del ‘ladrillo’, el más endeudado del mundo, pueda quebrar ante los vencimientos millonarios de esta semana

Evergrande oficinas
Un grupo de gente se aglomera para protestar frente a la sede de Evergrande en Shenzhen, en el sureste de China, el pasado 16 de septiembre.NOEL CELIS (AFP)

La crisis de liquidez de Evergrande, una de las principales inmobiliarias de China y la promotora más endeudada del mundo, se deteriora a marchas forzadas. Las Bolsas asiáticas se desplomaron este lunes ante el temor a una quiebra de la compañía que pueda arrastrar al sector en China e incluso en toda Asia. El gigante con sede en Shenzhen afronta pagos millonarios de intereses esta semana y los analistas temen que no pueda satisfacerlos. Los mercados temen que, si Pekín no interviene, las dificultades de Evergrande puedan desatar una ola de quiebras y contaminar al sector financiero, que bombeó créditos a compañías y compradores.

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Evergrande, que acumula deudas oficialmente por valor de más de 300.000 millones de dólares (unos 255.000 millones de euros) ―el 2% del PIB chino, o el tamaño de toda la economía de Sudáfrica―, debe pagar este jueves intereses por valor de 84 millones de dólares (71,6 millones de euros) de sus bonos offshore, y otros 47,5 millones (unos 40 millones de euros) el próximo miércoles 29. En una jornada festiva en las bolsas de la China continental, la cotización de la compañía retrocedió este lunes un 10% en los mercados de Hong Kong, para quedar en su nivel más bajo en los últimos 11 años. El índice Hang Seng Inmobiliario cayó cerca de un 7%, hasta un su valor más bajo desde 2016, mientras que el índice general de la bolsa hongkonesa cerró en mínimos anuales. Las pérdidas se replicaron horas más tarde en los mercados europeos y norteamericanos, que se tiñeron de rojo.

La firma, fundada en 1996 y convertida en símbolo de los excesos de la burbuja inmobiliaria china, creció de modo desmesurado en los años de bonanza de las dos primeras décadas de este siglo. Su modelo de negocio aprovechó el crédito fácil para construir con dinero prestado ―por los bancos, por sus proveedores, de sus clientes e incluso por sus empleados― edificaciones que vendía antes de estar terminadas. Con ese dinero ejecutaba nuevos proyectos.

El modelo le permitió expandirse en numerosos sectores, desde el financiero, a través de una unidad de gestión de la riqueza, a los vehículos eléctricos, pasando por el fútbol. Pero el año pasado comenzó a verse en dificultades, a raíz de una serie de medidas adoptadas por los organismos reguladores para evitar unos niveles de deuda alarmantes en la economía china, y en el sector inmobiliario en concreto: esta industria acumula cinco billones de dólares de endeudamiento (4,26 billones de euros). Entre otras medidas, las compañías ya no puede recurrir a la venta por adelantado de sus promociones, lo cual ha supuesto graves problemas de liquidez para Evergrande.

Según la revista Caixin, el grupo tiene en construcción cerca de 800 proyectos, de los que la mitad se han paralizado debido a la escasez de efectivo. Ha puesto en marcha un plan de desinversiones y de venta de sus promociones a precios rebajados para hacerse con liquidez, mientras intenta renegociar los plazos para la devolución de deuda a sus acreedores. Pero las protestas de suministradores o pequeños inversores de vivienda que reclaman su dinero se han convertido casi en un acontecimiento diario en su sede de Shenzhen. Un banquero cuya entidad es una importante acreedora de Evergrande ha declarado a Caixin que hay un “99,99%” de posibilidades de que la promotora no pueda hacer frente a los intereses de su deuda en el tercer trimestre. En lo que va de año, las acciones de la compañía han perdido en torno a un 90% de su valor, y las agencias de calificación de riesgo han relegado su crédito a la categoría de bonos basura.

Una plantilla de 200.000 trabajadores

Ahora, los compradores de vivienda que adelantaron depósitos para hacerse con alguno de los apartamentos que construía Evergrande encaran la posibilidad de que sus pisos no lleguen a terminarse. Los contratistas y suministradores se arriesgan a no poder recibir pagos por los servicios prestados, lo cual a su vez puede provocarles una crisis de liquidez que ponga en peligro su propia subsistencia. Al mismo tiempo, los bancos y otras entidades que facilitaron créditos a la compañía pueden no recibir el dinero que esta les debe, lo cual podría acarrear graves consecuencias para todo el sistema financiero: cerca de 300 firmas son acreedoras de préstamos desembolsados a Evergrande. Una quiebra de la inmobiliaria podría provocar un encarecimiento del crédito, entre otras cuestiones.

Una de las grandes incógnitas, por el momento, es si el Gobierno chino considerará acudirá al rescate del gigante, que emplea a 200.000 personas directamente y de la que dependen otros 3,8 millones de trabajos indirectamente. O si dejará a su suerte a Evergrande, como una especie de aviso a navegantes en una economía china donde la deuda acumulada es uno de los grandes problemas. El director del periódico de ideología nacionalista Global Times, Hu Xijin, ha escrito en su blog personal que Evergrande no debería apostar por un rescate del gobierno, sino recurrir a los mecanismos de mercado para evitar su desplome. Pero otros no opinan lo mismo.

“Sospechamos que las autoridades intervendrán, pero optarán por una reestructuración organizada más que un rescate. Lo más probable es que algo así ayudase a los compradores de vivienda afectados, mientras que los acreedores privados tendrían que asumir algunos costes”, considera la consultora Capital Economics en una nota. “Dado lo hinchado que está el sector de la promoción inmobiliaria, podría haber toda una ola de quiebras a la vuelta de la esquina, lo que tendría el potencial de precipitar un aterrizaje duro. Pero llegados a ese punto probablemente se pueda contar con medidas estatales para impedir un estrangulamiento del crédito en China; con todos sus defectos, esta es una de las ventajas de contar con un sistema financiero muy controlado, en lugar de un sistema de mercado más libre”, agrega la consultora.

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Sobre la firma

Macarena Vidal Liy
Es corresponsal de EL PAÍS en Washington. Previamente, trabajó en la corresponsalía del periódico en Asia, en la delegación de EFE en Pekín, cubriendo la Casa Blanca y en el Reino Unido. Siguió como enviada especial conflictos en Bosnia-Herzegovina y Oriente Medio. Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid.

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