Los riesgos de una banca disciplinada
La postura de las cúpulas bancarias, que se mantienen en sus puestos gracias a las inmensas ayudas públicas recibidas, resulta incongruente con el desdén que muestran a las advertencias de las autoridades
La decisión de eliminar más de 11.000 puestos de trabajo por parte de CaixaBank y BBVA, en un sector que ya ha perdido 100.000, agrava el clima social en un país agobiado por el deterioro del empleo. La medida se adopta tras un fuerte aumento de las ganancias y de los sueldos de sus directivos.
La decisión muestra una visión muy anacrónica de la función de las empresas y la falta de confianza de los directivos en sus trabajadores, vital para la viabilidad de las compañías. Como han señalado los profesores Paul Collier y John Kay en el diario británico Financial Times, “las empresas no son, como afirmaron Friedman y sus seguidores, un nexo de contratos, sino una red de relaciones: comunidades de trabajo que ofrecen empleos con propósito, de los que sus plantillas puedan estar orgullosos”.
La postura de las cúpulas bancarias, que se mantienen en sus puestos gracias a las inmensas ayudas públicas recibidas, resulta incongruente con el desdén que muestran a las advertencias de las autoridades. El gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, ha sido muy explícito: “Dado que la incertidumbre todavía persiste, que el impacto de la pandemia no se ha manifestado plenamente en los balances de las entidades y que estas siguen beneficiándose de diversas medidas de respaldo público, les hemos recomendado que actúen con extrema prudencia en las políticas de distribución de dividendos y de remuneración variable”.
Por su parte, Nadia Calviño y Yolanda Díaz, vicepresidentas segunda y tercera del Gobierno, respectivamente, han instado a los directivos bancarios, mediante comunicados y advertencias expresas, a negociar y limitar el alcance de los despidos. El propio presidente, Pedro Sánchez, ha subrayado la contradicción entre los despidos masivos y “los salarios de seis cifras”, en referencia a los ejecutivos.
Resulta sorprendente el desafío del poder financiero a las autoridades al ignorar tantas advertencias. La situación es especialmente grave en el caso de CaixaBank, con una participación del Estado del 16%, donde el Gobierno ha mostrado su oposición a que el presidente José Ignacio Goirigolzarri se triplique el sueldo.
Da la sensación de que las cúpulas bancarias no son muy conscientes de la nueva realidad social. El expresidente del Banco Central Europeo Mario Draghi acaba de renunciar a toda remuneración como jefe del Ejecutivo italiano, como gesto de empatía con el sufrimiento de millones de sus conciudadanos.
</CW><CW0>La crisis ha puesto el foco en las responsabilidades del sistema financiero y sus privilegios. El economista Steve Keen, uno de los pocos que vio venir la pasada crisis, afirma en <CF1001>¿Podemos evitar otra crisis financiera?</CF> que grupos de presión como Dinero Positivo y el Instituto Monetario Americano “defienden que se quite a la banca privada la capacidad de crear dinero y que ese derecho se circunscriba al Gobierno (o a una autoridad estatuaria independiente)”.
</CW>Los académicos alertan, los sindicatos moderan sus posiciones pero los bancos alardean y ejercitan su poder. Quizá ya es hora de que las autoridades pasen de la recomendación a la acción.</CW>
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