Una feria de turismo tan necesaria como descafeinada
La celebración de Fitur supone un acicate para el sector pese al menor tirón popular por los controles sanitarios
Celebrar Fitur ha supuesto un desafío enorme. La 41ª edición de la feria internacional del turismo de Madrid ha estado en el aire desde el inicio, como muestra el que hubiera que retrasarla de enero a mayo. Pese a todo, las autoridades han empujado hasta sacarlo adelante con unas férreas medidas sanitarias. Así, se ha desdibujado una cita tradicional del sector, que en esta ocasión ha perdido parte de su tirón popular. Pese a todo, ha ganado peso estratégico como punto de inflexión para el esperado reinicio de los viajes, coinciden las fuentes consultadas.
Media docena de expositores extranjeros admiten el menor impacto de Fitur 2021. “Se nota que hay menos gente”, repiten. Eso sí, todos apostillan que la feria es fundamental. “Había que estar y tratar de revitalizar el sector”, insisten las grandes empresas del sector. Altos directivos de hoteleras como Meliá, Grupo Piñero o la americana Apple Leisure Group (ALG) cuentan con una agenda tan apretada como en los años de más trajín. “Aunque parezca que hay menos gente, han venido muchos profesionales. En mi caso, tengo todos los días completos con reuniones y encuentros, lo que es un buen pulso para la reactivación de la industria”, asegura Alejandro Reynal, consejero delegado de ALG.
Así, esta nueva edición de Fitur es tan necesaria como descafeinada. Las medidas sanitarias —prueba negativa de covid para las jornadas de profesionales—, las bajas —se ha pasado de 165 países a 55 y de 11.000 compañías a solo 5.000—, así como un mayor espacio para los pasillos y entre expositores deja la sensación de una feria a medio gas. Como ejemplo de la pérdida de brillo, se han reducido al mínimo las actuaciones durante las jornadas y las muestras de comida o bebidas típicas de cada lugar. Hay algunas excepciones, como Panamá —en Fitur hace frontera con Marbella—, donde hay un grupo de indígenas (del sur del país, cerca de Colombia), ataviados con sus ropas tradicionales, que confeccionaban productos artesanales y pintaban el cuerpo de los que lo deseaban.
El inicio de Fitur, además de por la covid, ha estado marcado por el conflicto diplomático entre España y Marruecos y la crisis migratoria desatada en Ceuta. Pero en la feria el trabajo del país norteafricano no se ha visto afectado. De hecho, como cada año, buscan la invasión de los viajeros españoles o de cualquier otro punto del mundo. “Los turistas son bien recibidos y los problemas entre países son cosa de los políticos, que deben solucionarlo”, explicaba uno de los responsables de la representación marroquí.
Al otro lado de la moneda, Ceuta (aquí, muy alejado físicamente de Marruecos) también seguía su actividad. En su caso, con algo más de trasiego que en otras ediciones. Por ejemplo, este jueves por la mañana celebraba un acto en el que, no se sabe si por casualidad o no, participaba el presidente del PP, Pablo Casado.
Por lo demás, se echa en falta a muchos rincones del mundo y hay diferencias notables con el espacio de los que están: algunos como Brasil lo han reducido drásticamente. Otros —República Dominicana, México, Argentina o Portugal— mantienen o incluso aumentan su apuesta. Entre la representación española, la presencia es la habitual. Destaca Andalucía (con un pabellón para sí solo), aunque Madrid, Comunidad Valenciana, Galicia, Baleares o Canarias también han hecho un fuerte despliegue.
También está presente Andorra, que destaca su oferta de naturaleza, nieve o turismo de compras —faltaba tal vez imágenes de youtubers—. O China, que en la mañana de este jueves no recibía mucho público. Es posible que la losa de haber sido la zona cero de la pandemia del coronavirus pese aún demasiado.
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