La economía del Reino Unido se contrajo un 1,5% durante el primer trimestre tras el Brexit
Los efectos del Brexit y un confinamiento más estricto y prolongado que en el resto de Europa paralizaron el país hasta principios de marzo
La economía del Reino Unido se contrajo un 1,5% durante los tres primeros meses de 2021. Un confinamiento más estricto que en el resto de países europeos, impuesto por el Gobierno de Boris Johnson poco antes de las Navidades, paralizó la actividad. Fue la principal causa del descenso, pero no la única. Las nuevas condiciones de la era post Brexit para los intercambios comerciales, con trámites aduaneros y burocráticos mucho más complejos y costosos, llevaron a muchas empresas a reducir o incluso replantear su actividad.
Desde que la Oficina Nacional de Estadística (ONS, en sus siglas en inglés) comenzó a registrar y publicar datos de exportaciones e importaciones, en 1997, es la primera vez en que las importaciones de bienes procedentes de países no comunitarios han superado a las que llegan de la UE. Aumentaron, excluyendo metales preciosos, un 8,4% y un 4,5% respectivamente.
El descenso del primer trimestre no fue sin embargo tan acusado como pronosticaban los peores augurios. El Reino Unido demostró una mayor resistencia que en las anteriores olas del virus. En febrero, el Banco de Inglaterra había anunciado para los tres primeros meses del año un descenso del 4,2%.
El éxito de la campaña de vacunación, que el Reino Unido puso en marcha más de un mes antes que el resto de Europa, el inmenso caudal de ayudas públicas destinado a sostener empresas y trabajadores y una ruta de desescalada precisa a la que el Gobierno de Johnson ha sido fiel han ayudado a construir la confianza de la economía en una pronta recuperación. A mediados de marzo, cuando los alumnos regresaron a los colegios -y, de modo más reducido, a las universidades- , surgieron las primeras señales de fuerte repunte de la actividad. El Banco de Inglaterra ha anunciado para el segundo semestre de este año el crecimiento más acelerado de los últimos 70 años. “Vamos a observar una recuperación continuada y fuerte, pero debemos poner todo esto en perspectiva”, advertía a la BBC Andrew Bailey, el gobernador de la autoridad monetaria británica. “En los últimos dos años no hemos visto crecimiento en la economía”.
La rápida adaptación al confinamiento de muchas empresas, el incremento de las ventas por internet y un aumento en la nueva construcción y tareas de reparación facilitaron que la recuperación se acelerara en marzo. A partir del pasado 12 de abril, restaurantes, bares y pubs pudieron volver a prestar servicio en sus terrazas, y la mayoría de los comercios reabrió sus puertas. El gasto de los consumidores registrado ese mismo mes ha llegado a situarse en niveles superiores al periodo previo a la pandemia. Exactamente, un 0,4% más elevado que en abril de 2020.
“Nuestra economía está claramente de nuevo en la senda adecuada, y nuestros planes de creación de empleo están funcionando”, ha dicho a la BBC el ministro de Economía, Rishi Sunak, quien se ha comprometido a mantener las ayudas, especialmente el llamado Jobs Retention Scheme (Plan de Retención de Empleo) hasta finales de septiembre. Se trata de un sistema similar a los ERTE españoles, por el que el Estado asume el 80% del salario del trabajador. Sunak ha vuelto a descartar una posible subida de impuestos en el futuro inmediato, a pesar de que la deuda se ha incrementado más de 400.000 millones de euros durante el último año fiscal (que en el Reino Unido se mide de abril a abril).
El Reino Unido se mantiene, a pesar del rebote en su economía, como el país con crecimiento más lento del G-7 durante los últimos cuatro trimestres. La previsión de crecimiento para este año del Banco de Inglaterra era del 5%, aunque después de su optimista revisión de febrero, la autoridad calcula ahora que la economía del país puede llegar a crecer un 7,25%. Sería el mayor índice registrado desde la Segunda Guerra Mundial. Más importante que el rebote en sí, que se anticipa en mayoría de los mercados mundiales, es la convicción de la autoridad monetaria de que no se producirá el presagiado aumento del desempleo, una vez que el Gobierno ponga punto final a sus ERTE.
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