“Cada semana los productos están más caros”
Los brasileños viven con el salario mínimo de menor poder adquisitivo en 15 años, mientras los precios de los alimentos suben un 14% en 2020
Con el carrito del supermercado casi vacío, el profesor jubilado David Garbi, de 90 años, no puede apartar la vista de la lista de la compra del mes. Con mucha paciencia, va revisando con un bolígrafo los precios de los alimentos en las estanterías. “Cada semana los productos están más caros y me veo en la necesidad de recortar mi lista de compras. Ya compro el pollo más barato, pero si el precio sigue subiendo, tendré que reemplazarlo por el huevo. Parece que mi jubilación solo se reduce”, dice el jubilado, que gana un poco más del salario mínimo, que actualmente es de 1.100 reales (aproximadamente 203 dólares). La percepción de Garbi es real. En 2021, el salario tendrá, como el año pasado, el poder adquisitivo más bajo en relación con la cesta básica de alimentos desde 2005, según el Departamento Intersindical de Estadística y Estudios Socioeconómicos (Dieese).
En la actualidad, con un salario mínimo es posible comprar 1,58 canastas básicas, que cuestan, en promedio, 696,70 reales. De 2010 a 2019, este indicador estuvo siempre por encima de dos canastas, con la excepción de 2016, cuando disminuyó a 1,93. La canasta básica se compone de 13 alimentos y es la base para calcular el salario mínimo necesario para la supervivencia de un trabajador y su familia.
La caída del poder de compra del salario mínimo responde a dos factores: el elevado aumento de los precios de los alimentos durante la pandemia, muy por encima de la inflación oficial, y el fin de la política de valorización del salario mínimo, que estuvo vigente entre 2011 y 2019.
Los datos divulgados por el IBGE (Instituto Brasileño de Geografía y Estadística) el pasado martes muestran que la inflación oficial de Brasil subió en 2020 un 4,52%, por encima de la media de la meta para el año, que era del 4%. Pero los precios de los alimentos aumentaron en ese mismo periodo 14,09%. El Gobierno subió el salario mínimo 5,26%.
El aumento de los precios afectó a todos los sectores de la alimentación, sobre todo por la depreciación del real frente al dólar. “Brasil es un gran exportador de alimentos y el hecho de tener una moneda estadounidense muy valorada, que ha acumulado un adelanto del 35%, hace que el productor quiera exportar, reduciendo la oferta local, lo que provoca una fuerte variación en el precio. Por otro lado, lo que importamos, con un dólar alto, también se vuelve más caro”, dice George Sales, profesor de Fipecafi.
Una encuesta publicada por Dieese (Departamento Intersindical de Estadística y Estudios Socio Económicos) esta semana, mostró que hubo un aumento en el valor de la canasta básica de alimentos en 17 capitales del país. Uno de los grandes villanos fue el arroz, que se vio influenciado por la subida del dólar, lo que aumentó el costo de producción y elevó el volumen de los granos exportados. El aumento en la exportación de soja, el principal producto agrícola del país, elevó el precio interno de derivados como el aceite. Carne, leche, patatas, azúcar y harina fueron otros productos que pesaron en el bolsillo. Entre los alimentos que más aumentaron sus precios encontramos el aceite de soja (103,79%) y el arroz (76,01%), así como la leche de larga duración (26,93%), la fruta (25,40%), la carne (17,97%), las patatas (67,27%) y los tomates (52,76%).
La inflación pesa más en las familias con menos ingresos. “La inflación es de todos. Pero fue mucho más fuerte para los más pobres, ya que gran parte de su salario se gasta en comida y bebida. El salario mínimo tendría que aumentar más del 22% para seguir la subida de la canasta básica de alimentos”, dice Sales.
Según la evaluación de José Silvestre, subdirector de Dieese, es necesario discutir una política de valoración del salario mínimo a largo plazo, ya que la remuneración está desfasada. “50 millones de personas tienen su ingreso referenciado en el salario mínimo. Muchos críticos dicen que un aumento de los salarios repercute en las cuentas públicas, que ya son muy débiles, pero también hay que ver el impacto positivo, la inyección de dinero en la economía, la recaudación de impuestos y el poder adquisitivo de la gente”, explica. Considerando el valor de la canasta básica de alimentos de São Paulo, Dieese estima que el salario mínimo necesario debería ser de 5.304,90 reales, lo que corresponde a 5,08 veces el vigente. El cálculo se hace teniendo en cuenta una familia de cuatro personas, con dos adultos y dos niños.
El profesor George Sales estima que actualmente el Gobierno de Jair Bolsonaro no tiene margen de maniobra para aumentar el salario, debido a que las cuentas han estado en números rojos por más de seis meses consecutivos. “El sector privado también se ve perjudicado, en un momento en el que las empresas tratan de sobrevivir ante un choque tan grande como el de la pandemia. Lo que el presidente debería hacer es continuar con la ayuda de emergencia para aquellos que la necesitan por unos meses, es algo más enfocado y no cambia el salario de todos”, señala.
Si ya es difícil comprar para las personas que ganan un salario mínimo, que se ajusta por la inflación anual, el desafío es aún mayor para los trabajadores informales. Gislaine de Jesus, una mujer de 43 años, empleada de hogar, se ha asustado con los precios del mercado y ha sustituido el arroz del almuerzo diario por pasta. Madre de 3 hijos, necesita hacer malabares para mantener a su familia alimentada. Su salario de 130 reales diarios no ha aumentado en años. “Al principio de la pandemia, la ayuda de emergencia sirvió mucho, ya que perdí casi todos los clientes. Ahora tengo más trabajo, pero la compra del mes aún es pesada”, aclara mientras decide, en un supermercado de la zona oeste de São Paulo, qué carne llevará a casa.
Según el último Informe Focus, del Banco Central de Brasil, la inflación de 2021 será del 3,34%. Con el avance de la vacunación contra la covid-19 en Brasil y en el mundo, la moneda estadounidense debería estar menos presionada, reduciendo así el precio de los alimentos. “Hay algunas variables que pueden frenar la inflación de los precios en 2021. Todavía nos enfrentamos a altos niveles de desempleo y existe el cierre de la ayuda de emergencia, factores que reducen el poder adquisitivo de los brasileños en general. Los cambios en la balanza comercial, las variaciones del tipo de cambio y los posibles movimientos de la tasa de interés básica (Selic) también pueden repercutir en el IPCA a lo largo del año desde 2021″, explica Luciana Machado, doctora en finanzas de la FGV.
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