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Muere Sheldon Adelson, magnate del juego e impulsor de Eurovegas

El milmillonario judío estadounidense fue el muñidor de las carreras políticas de Trump y Netanyahu

María Antonia Sánchez-Vallejo
Sheldon Adelson, en una entrevista en el hotel Venetian de Macao, en agosto de 2007.
Sheldon Adelson, en una entrevista en el hotel Venetian de Macao, en agosto de 2007.PAUL HILTON (EFE)

Sheldon Adelson, el magnate mundial del juego, el mentor político del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, el hombre que invirtió millones de dólares en Israel y EE UU para apoyar la causa conservadora, ha muerto el lunes a los 87 años tras luchar durante años contra un linfoma de Hodgkin. Después de lucrarse con el negocio de los casinos en Macao, en buena lid con el otro rey del juego, Stanley Ho, el milmillonario judío norteamericano intentó también probar suerte en España, con el controvertido proyecto de Eurovegas, un fiasco en el expediente del Ejecutivo de Mariano Rajoy, que abrazó con júbilo la inversión, pero luego recogió amarras ante sus exigencias desmesuradas. Pero el imperio de Adelson no se limitó al mundo de la ruleta o el bacarrá, pues empleó su fortuna para alterar el panorama mediático en Israel y promover candidaturas políticas en EE UU. Tanto para Netanyahu como para Donald Trump, Adelson fue un puntal.

Sus apuestas políticas —no de otra manera puede denominarse su decidida implicación en la melé del poder— fueron vistas con recelo en ambos países, por constituir el símbolo del desembarco del gran capital en la arena política. Adelson tuvo sin embargo vía libre para jugar a la política después de que en 2010 el Supremo de EE UU diera vía libre a la participación de empresas en campañas electorales.

Uno de los inmediatos beneficiarios de su apoyo fue el presidente George W. Bush (2001-2009), que tras conocer el deceso describió a Adelson como un amigo, “un patriota americano, un firme defensor de Israel y un generoso benefactor de causas de caridad, especialmente la investigación médica y el legado judío”, además de contribuyente de los principales lobbies judíos de EE UU. Netanyahu expresó a través de un comunicado su desconsuelo. “Fue un maravilloso amigo nuestro [de Netanyahu y de su esposa, Sara] y un campeón de la causa judía, el Estado judío y la alianza entre Israel y EE UU (…) La calidez de su corazón, la claridad de su pensamiento y la determinación de sus acciones fueron verdaderamente excepcionales”.

Sheldon Gary Adelson había nacido el 4 de agosto de 1933 en el gueto judío de Dorchester (Boston), hijo de un taxista judío askenazi originario de Lituania y de una costurera, con quienes compartía la única habitación de la casa. Empezó a hacer negocios a los 12 años, pidiendo prestado dinero a su tío para comprar un puesto de periódicos en Boston. El negocio de las máquinas expendedoras le hizo millonario a los 30 años, no sin lamentar, como contó después en numerosas entrevistas, la cantidad de puertas cerradas que encontró por el camino a causa de su religión y su baja extracción social.

En los ochenta y los noventa del siglo pasado, se forjó como magnate en Las Vegas. En 1989 compró el ruinoso casino Sands en la ciudad de Nevada, y una década después lideraba el negocio mundial del juego, con intereses muy notables en Macao y Singapur. En 2018, su fortuna se valoraba en más de 36.000 millones de dólares (29.500 millones de euros).

En Israel dinamitó el equilibrio mediático al crear el diario gratuito Hayom en 2007, con una línea editorial decididamente pro-Netanyahu, entonces líder de la oposición, hasta el punto de que prominentes miembros del Likud, y socios teóricos de Netanyahu aunque no siempre amistados, compararon en ocasiones la gaceta con el Pravda. El diario fue protagonista de un escándalo protagonizado por las conversaciones telefónicas de Netanyahu y su director, que confirmó lo que todos sabían: que era un órgano de expresión a la medida de Bibi, como es conocido el primer ministro israelí. En 2014, Adelson había inyectado 200 millones de dólares (164 millones de euros) en el periódico deficitario y dinamitó a la baja las tarifas publicitarias en un intento de debilitar a otros medios críticos con Netanyahu. Este no habría podido volver al Gobierno en 2009 sin el decidido apoyo de Adelson.

Ultraconservador, partidario de bombardear Irán y gran donante del Partido Republicano de EE UU, en 2016 desembolsó decenas de millones en la campaña de Trump, y estuvo entre bambalinas de algunas de las más polémicas decisiones del republicano respecto de Israel, como el traslado de la Embajada a Jerusalén o la retirada de Washington del pacto nuclear con Irán.

Su fallida aventura empresarial en Madrid, de la mano del Gobierno regional del PP, se frustró por el exceso de exigencias de su compañía, pese a que el Ejecutivo autonómico extendió ante él la alfombra roja, al cambiar diversas leyes, en especial de fiscalidad del juego, para garantizar una inversión milmillonaria que habría creado —ese era el reclamo del Gobierno del PP— miles de puestos de trabajo. En julio de 2013, la empresa de Adelson presentó en Madrid el macroproyecto, pero pidió demasiadas garantías a Madrid y a Bruselas sobre ventajas fiscales, y la Comisión Europea se negó. Cuando por enésima vez la compañía de Adelson solicitó a La Moncloa un blindaje total ante posibles cambios normativos —de haberlos, reclamaría compensaciones económicas—, el Ejecutivo de Rajoy se plantó tras haber depositado todos los huevos en la cesta del macrocasino madrileño, un sueño que resultó un espejismo parecido al perfil ilusorio de Las Vegas.

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