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Un nuevo baile de directivos en Volkswagen

El fabricante alemán ejecuta en los últimos meses cambios en el puente de mando que afectan a sus marcas de gran volumen

Dani Cordero
Planta de Volkswagen en la localidad alemana de Zwickau.
Planta de Volkswagen en la localidad alemana de Zwickau.Jens Schlueter/Getty Images

“Ha sido una maravilla! Ahora ha llegado el momento de decir adiós”. Jürgen Stackmann comunicaba el pasado 15 de septiembre su despedida de Volskwagen en Twitter así. Pocos minutos antes, el grupo automovilístico alemán había emitido un comunicado de prensa anunciando su cese. “Ha dirigido [el área de] ventas en unos momentos desafiantes con un gran compromiso y competencia durante los últimos cinco años. Al mismo tiempo ha preparado a su división para las principales cuestiones de transformación a las que se enfrenta nuestra industria. Le estamos especialmente agradecidos”, señalaba la nota.

Por su afabilidad, Stackmann dejó buena huella mientras fue presidente de Seat. Puso fin a esa etapa en España con su traslado forzoso a Wolfsburg, el cuartel general del grupo alemán, en uno de los movimientos que conformaron el baile de directivos que puso en marcha Volkswagen en un intento apresurado de depurar responsabilidades por el dieselgate, el caso del trucaje de motores para simular menos emisiones contaminantes de las reales. Llegó para asumir el cargo de vicepresidente de la marca que da nombre al gigante alemán. Cinco años después, “dejará el Grupo Volkswagen”, según la mencionada nota. Sin más.

El ejecutivo vuelve a formar parte de una revolución en las cúpulas de las principales marcas por volumen de ventas (Volkswagen, Skoda y Seat concentran el 92% de los vehículos comercializados el año pasado) que ha ejecutado el consejero delegado del grupo, Dieter Diess, en unos pocos meses. “Se desconoce la motivación que lo ha movido todo, pero parece que Diess quiere protegerse con sus propios nombramientos”, afirman fuentes del grupo en España.

“Teniendo en cuenta el enorme proceso de transformación que está atravesando Volkswagen, ciertos roles estaban cambiando y otros continuaron desarrollándose, lo cual es un proceso necesario en una organización del tamaño de Volkswagen para establecer nuevas prioridades. Ahora, con nuestro nuevo equipo de liderazgo, estamos en excelente forma para impulsar el cambio necesario y dominar los desafíos que tenemos por delante”, señalan desde la compañía.

La situación es muy diferente a la de 2015, pero no deja de ser compleja para el grupo. Los cambios han afectado incluso a Diess, quien en junio vio cómo se ponía fin a su bicefalia como máximo responsable ejecutivo del grupo y de la marca Volkswagen. Desde entonces es el máximo responsable del mayor fabricante mundial de automóviles por volumen de ventas, pero ha cedido el testigo de la dirección de la casa madre, Volkswagen, a Ralf Brandstätter. Justamente Diess asumió ese cargo en la marca tras el escándalo de las emisiones que forzó la marcha de quien fue su antecesor, Dieter Poetsch.

La Fiscalía alemana presentó hace un año cargos penales contra Diess, además de Poetsch y el expresidente de Volkswagen Martin Winterkorn, por no haber comunicado a tiempo a sus inversores el impacto económico en las cuentas del grupo, lo que podría haber tenido efectos en la valoración de las acciones. Pero ese no es el último tropiezo por el que se han encendido las alarmas en Volkswagen, que acumula retrasos en el lanzamiento de sus vehículos eléctricos, ha tenido problemas de software en la familia ID (su gran apuesta de electrificación), algún modelo como el nuevo Golf no acaba de tener el éxito esperado y, como el resto de la industria, tiene que afrontar el desafío que está suponiendo la crisis sanitaria global. A eso se añade el interés de vender la marca de supercoches Bugatti, que no entra en la estrategia a causa de las restricciones en la emisión de CO2 y el peso que tiene sobre el grupo.

Problemas acumulados

Los problemas que ha acumulado la marca madre del grupo en el desarrollo del software para su familia de coches eléctricos explicarían también otro cambio de responsabilidad sobre la división Car Software. Diess lo comunicó en un acto del sector, anunciando que la dirección de esa área pasaría de Wolfsburg a Ingolstadt. Un movimiento de 500 kilómetros que representa quitar funciones a Volkswagen para trasladarlas a la sede de Audi, la marca premium del grupo. El consejero delegado de Audi, Markus Duesmann, asumió la tarea de liderar la creación del sistema operativo VW.OS y su conectividad, que regirá en todas sus marcas. En su nombramiento, Duesmann —un directivo aterrizado en Volkswagen hace apenas dos años y medio, procedente de BMW y nuevo presidente de Audi desde julio pasado— nombró a otro exejecutivo de BMW, Dirk Hilgenberg, para tomar las riendas.

El área de software no es poca cosa en una industria que, además de la electrificación del parque, se dirige hacia el vehículo autónomo y los servicios de movilidad regidos por el coche compartido. Y Volkswagen está realizando una seria apuesta en ese camino: este año acabarán trabajando para esa división cerca de 5.000 empleados.

En Skoda los cambios han sido similares a los de Volkswagen: un relevo cinco años después de los movimientos originados por el dieselgate, cuando fue nombrado para la posición de presidente Bernhard Maier. Ahora le releva Thomas Schäfer, quien hizo carrera en Daimler (Mercedes) antes de recalar en 2012 en el consorcio.

Relevos en Seat

El grupo se ha tomado con calma los relevos. El mejor ejemplo es Seat, con una dirección interina que se prolongó desde enero, cuando Luca de Meo anunció que dejaba la compañía, hasta el mes de septiembre, cuando se designó oficialmente al británico (con pasaporte alemán) Wayne Griffiths como su sucesor. El caso de la marca española es el único relevo en su dirección que ha llegado forzado por la marcha del ejecutivo que estaba al frente: De Meo abandonó el grupo para recalar en la máxima posición ejecutiva de Renault, y con el objetivo de enderezar la situación crítica por la que atraviesa la marca francesa.

Los cambios en Seat, sin embargo, apuntan a ser incompletos. Griffiths mantiene la carga de trabajo al frente de marketing que ocupaba mientras era vicepresidente de Seat, y lo mismo sucede con la dirección de Cupra. Y tampoco se ha nombrado al sustituto de la mano derecha de De Meo, Christian Stein, quien ha contribuido en forjar su imagen de directivo estrella del sector y que ha acabado siguiendo sus pasos a París.

 

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Sobre la firma

Dani Cordero
Dani Cordero es redactor de economía en EL PAÍS, responsable del área de industria y automoción. Licenciado en Periodismo por la Universitat Ramon Llull, ha trabajado para distintos medios de comunicación como Expansión, El Mundo y Ara, entre otros, siempre desde Barcelona.

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