Recuperación en K
Los fondos europeos son la única luz al final del oscuro y profundo túnel en el que ha entrado la sociedad española
Las recientes previsiones del FMI muestran un mundo bipolar: Asia y el resto. Los países asiáticos están dando otra lección a los occidentales en gestión de crisis, como sucedió en 2008. No es un dilema entre dictadura o democracia. Como tantos economistas clásicos nos enseñaron, la clave son las instituciones. Corea es una democracia sólida y está gobernada por un Gobierno de izquierdas y será el país con menor impacto económico de la pandemia y el que menos muertes tendrá.
En Asia, ante un dilema del prisionero, eligen el mayor beneficio colectivo y la cooperación. En Occidente, la preferencia es el beneficio individual y la no cooperación. En Asia, los ciudadanos entienden normal que el Estado disponga de su geolocalización y sus datos para luchar contra el virus. En Europa nuestras leyes dan prioridad a la privacidad de los datos. El resultado es cientos de miles de muertos y millones de desempleados. En 2025, Asia supondrá un tercio del PIB y dos tercios del crecimiento mundial. Y como dijo Einstein: “Dios no juega a los dados con la naturaleza”.
España lidera el rebrote del virus y la destrucción de empleo. Y no es casual. En los ochenta fuimos un ejemplo mundial de país de éxito. Ahora nos empiezan a ver como un país fallido. El modelo autonómico se concibió por los padres de la Constitución como el preludio de un Estado federal. Pero ha acabado siendo una confederación, sin mecanismos de coordinación y con graves problemas de gobernanza, como está dejando en evidencia la gestión de la pandemia.
Las nuevas medidas restrictivas, en España y en Europa, han frenado en seco la recuperación del pasado verano y hay riesgo de recaída. Según una encuesta de Cepyme, una de cada dos pymes españolas teme por su supervivencia y va a destruir empleo en los próximos meses. Y tan sólo el 4% tiene planes para aumentar el empleo. Los animal spirits de Keynes anticipan otra recesión.
Los fondos europeos son la única luz al final del oscuro y profundo túnel en el que ha entrado la sociedad española. Ponen el foco en los sectores que más empleo van a generar en el mundo en las próximas décadas y son una gran oportunidad para que España vuelve a ser un caso de éxito en la era de la tecnología global. Las empresas de esos sectores crecen exponencialmente y serán la pata ascendente de la K.
La pandemia ha hundido las ventas de las compañías y ha acelerado la destrucción creativa schumpeteriana. Lo óptimo habría sido gestionar bien la pandemia y entonces los fondos habrían llegado a más empresas y se habría creado mucho más empleo. Lamentablemente, muchas pymes estarán en la pata descendente de la K. Aún hay tiempo para reaccionar, pero el sistema de gobernanza para gestionar los fondos europeos no permite ser optimista.
Hay que proteger a las empresas innovadoras como al lince ibérico. Necesitan capital y multiplicar sus ventas. Su mercado debe ser el mundo como lo fue para Magallanes hace 500 años.
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