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Gortázar, consejero delegado de CaixaBank, será el primer ejecutivo de la entidad fusionada con Bankia

Goirigolzarri será el presidente con funciones limitadas y menos poder del que tiene ahora en el banco público

Íñigo de Barrón
El consejero delegado de CaixaBank, Gonzalo Gortázar, en la presentación de resultados en Valencia en 2018.
El consejero delegado de CaixaBank, Gonzalo Gortázar, en la presentación de resultados en Valencia en 2018.Heino Kalis (Reuters)

Gonzalo Gortázar, actual consejero delegado de CaixaBank y primer ejecutivo, seguirá siéndolo tras la absorción de Bankia, según diferentes fuentes cercanas a la negociación. Si la operación llega a buen puerto, está planteado que Gortázar ostente el máximo cargo ejecutivo y por lo tanto sea el responsable del negocio de la entidad ante el Banco Central Europeo (BCE). José Ignacio Goirigolzarri podría ostentar el cargo de presidente ejecutivo, si es que el BCE admite esta fórmula y esta denominación, algo que no está cerrado.

“CaixaBank es tres veces más grande que Bankia y hará valer esta diferencia de tamaño en la operación, que, por cierto, es una absorción”, apuntan fuentes de las entidades implicadas para explicar este reparto de papeles. Incluso apunta que si no fuera por el prestigio y la trayectoria de Gorigolzarri, además de por los encajes que conlleva esta operación al ser un banco del Estado, la presidencia hubiera recaído sobre un ejecutivo de CaixaBank o de la Fundación La Caixa.

En Barcelona se pretende un aterrizaje cómodo para Goirigolzarri, ya que nadie duda de que es un directivo sin ataduras y con un papel fundamental para concluir la creación del banco más relevante en el negocio doméstico español. Está claro que Goirigolzarri tendrá funciones, pero menos de las que ostenta ahora en Bankia; capitaneará el consejo de administración y quizá podría ocuparse de competencias estratégicas, servicios jurídicos, gobierno corporativo y planteamientos internacionales, pero no tendría control directo sobre el negocio. Gortázar no reportará al presidente, sino al consejo, una fórmula que ya existe en el BBVA. El actual consejero delegado de Bankia, José Sevilla, tendrá la oportunidad de incorporarse al equipo de Gortázar con un cargo relevante, si así lo decide este directivo.

El BCE no quiere presidentes ejecutivos

El BCE juega a favor de los intereses de CaixaBank ya que no quiere que haya presidentes ejecutivos en los bancos. El supervisor aboga por la existencia de un contrapeso al directivo de más poder, con una cúpula de control, el consejo de administración, que le vigile. El problema en este caso es que aunque Goirigolzarri presida el consejo, no tendrá mucha capacidad de actuación porque la mayoría de los consejeros los nombrará CaixaBank. Se da por hecho que habrá representantes directos del Estado, que podría controlar el 15% del capital, frente al 30% de la Fundación La Caixa, y que no tendrán un límite de permanencia. Es decir, podrán estar en el consejo más allá de 2021, que es el año en el que el Estado tenía que vender su participación en Bankia.

Pedro Luis Uriarte, ex consejero delegado del BBVA, que ha vivido algunas de las fusiones más relevantes del panorama español, comentó en ocasiones que una fusión se acuerda cuando hay tres asuntos claros: quien manda, dónde estará la sede y cómo se llamará el banco resultante. En este caso parece que se ha determinado el máximo puesto de mando, aunque falta por aclarar las responsabilidades exactas de Goirigolzarri. Respecto a la sede social parece que será Valencia, aunque podría contar con dos sedes operativas en Madrid y Barcelona.

La vicepresidenta económica, Nadia Calviño, sostuvo en Bruselas que la integración de CaixaBank y Bankia “se está siguiendo muy de cerca” desde “todas las instituciones” comunitarias porque supone un “primer paso en el proceso de reestructuración del sector financiero” que el BCE y la Comisión Europea han venido propugnando para la UE. La ministra, que se reunió con todos los comisarios económicos, aseguró que informó a Bruselas sobre “el estado de las conversaciones que se están manteniendo entre las dos entidades interesadas, informa Lluis Pellicer.

La EBA cree que la fusión es “eficaz”

El presidente de la Autoridad Bancaria Europea (EBA), José Manuel Campa, señaló este lunes que la posible fusión entre CaixaBank y Bankia cumple con los criterios básicos para que sea “eficaz”. Campa ha explicado, en una jornada organizada por el IESE Business School, que dicha operación va en línea de los aspectos fundamentales para que sea una fusión que proporciones un conjunto de sinergias y mejoras en eficiencias de costes, y ayude a obtener un modelo sostenible hacia el futuro.

La fusión entre las dos entidades financiera españolas responde a la necesidad que tiene el sector bancario europeo de reestructurarse y de resolver sus problemas de rentabilidad y exceso de capacidad, ha agregado. Según Campa, los tres principales retos de la banca son el tecnológico, la falta de rentabilidad del sector -que ha empeorado por la covid-19 porque los tipos de interés van a estar más bajos durante más tiempo, la actividad económica está más débil y puede haber un incremento de morosidad-; y el de exceso de capacidad en ciertas partes del sistema europeo.

Para ello, se debe mejorar la tasa de eficiencia en los costes y las fusiones son “un mecanismo más y válido” para intentar lograrlo, ha añadido. No obstante, ha matizado que no hay que hablar de fusiones por fusiones, sino de oportunidades de negocio y de visiones de negocios y puede haber operaciones que funcionen, pero también es importante que haya una salida ordenada de las entidades que no son buenas. Se trata de que los bancos buenos crezcan y ganen cuota de mercado y que los malos salgan del mercado de forma ordenado y que el sector, en su conjunto, sea capaz de reorientarse hacia un modelo de negocio que sea sostenible a largo plazo, ha remarcado.

Moody’s:“No será un banco más fuerte”

La operación tendrá dificultades de implementación. Según la agencia de calificación de riesgos, Moody’s, la fusión “no crearía de inmediato una institución más fuerte” si se plantea sin un aumento de capital y advirtió, en un comunicado, que las ganancias de eficiencia derivadas de los potenciales costes “pueden tardar en materializarse” ya que “requieren importantes costes de reestructuración, afectando a la rentabilidad desde el principio”. La firma precisa que el nuevo banco se beneficiará de la creación de un “badwill” o fondo de comercio con el que “absorberá el potencial coste de reestructuración” ya que ambos bancos cotizan actualmente por debajo de su valor en libros.

Desde AFI se apunta que a pesar de que las entidades tienen un exceso de capital que permitiría absorber parte de los costes de reestructuración para generar sinergias absorber pérdidas en la valoración de los activos, “este margen podría no ser suficiente dada la situación actual de deterioro económico, haciéndose necesaria una flexibilización por parte del supervisor para hacer viable en mayor medida el proceso”.

Por último, la agencia de calificación Fitch advirtió de que las fusiones podrían verse obstaculizadas por las dificultades para pronosticar la calidad de los activos por la incertidumbre sobre la trayectoria futura de la crisis sanitaria y la rapidez de la recuperación económica, y sobre la eliminación de las medidas de apoyo a clientes por parte de los gobiernos.


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Sobre la firma

Íñigo de Barrón
Es corresponsal financiero de EL PAÍS y lleva casi dos décadas cubriendo la evolución del sistema bancario y las crisis que lo han transformado. Es autor de El hundimiento de la banca y en su cuenta de Twitter afirma que "saber de economía hace más fuertes a los ciudadanos". Antes trabajó en Expansión, Actualidad Económica, Europa Press y Deia.

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