Coberturas imperfectas
En general, la renta variable ofrece mayor protección que la renta fija frente al alza de los precios al consumo
No existe consenso sobre el ritmo de recuperación de la economía tras el hundimiento del PIB por la covid-19. Ello es debido a varios motivos, además del más obvio, la evolución de la pandemia. Por ejemplo, no nos ponemos de acuerdo sobre la eficacia de los estímulos monetarios. Los bancos centrales han creado del orden de seis billones de dólares en forma de base monetaria. Esta vez, ante el fuerte aumento del multiplicador monetario (por mayor solvencia bancaria y el aval de los Estados) y el funcionamiento del primario y secundario en el mercado de bonos, se está convirtiendo en oferta monetaria.
Y he aquí otro de los debates: ¿este enorme aumento de la liquidez elevará las tasas de inflación?, ¿contribuirán a ello otras variables como los pasos atrás en la globalización o la presión para una mayor distribución de la renta hacia el factor trabajo? Si la inflación termina por repuntar será un alivio para los más endeudados (entre ellos sobresalen los Estados), pero una mala noticia para el ahorrador. Éste va a comprobar cómo la remuneración en términos reales (e incluso en términos nominales) de las cuentas corrientes y depósitos va a seguir siendo negativa durante los próximos años.
Se plantea, en consecuencia, la inversión en activos cotizados como la renta variable, la renta fija y las materias primas. Hemos calculado las correlaciones entre sus rendimientos interanuales y la inflación, comprobando que no son, para nada, estables. Al utilizar índices globales y períodos muy largos de tiempo (desde 1998) es más complicado que los resultados sean estadísticamente significativos, pero es reseñable que, por ejemplo, la correlación entre la revalorización en 12 meses de la renta variable y la inflación oscile entre -0,5 y 0,6. En general, la renta variable ofrece mayor protección que la renta fija frente al alza de los precios al consumo. Y esto es así porque, como es sabido, cuando hay un repunte de la inflación, la TIR de los bonos suele elevarse.
Porque los inversores exigen una mayor tasa de retorno (lo que, con cupones fijos, implica una cesión del precio) y porque los bancos centrales reaccionan con endurecimientos de la política monetaria, que también presionan al alza el nivel de TIR. Una alternativa puede ser la inversión en bonos vinculados a la inflación, es decir, aquellos cuyos cupones y principal se van ajustando al aumento acumulado de los IPC. Pero la evidencia dice que tampoco son una cobertura perfecta, pues el componente de TIR real también puede elevarse y provocar una caída del precio. ¿Cuál es, entonces, la mejor alternativa? El segundo componente de la TIR nominal: la expectativa de inflación. Un bono vinculado a la inflación no siempre genera retorno positivo cuando repunta el IPC. Uno de sus dos componentes, la expectativa de inflación, que se puede comprar y vender de forma aislada, sí lo hace.
David Cano y Diego Mendoza son profesores de Afi Escuela de Finanzas.
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