Las autocaravanas aceleran con la pandemia
La venta de vehículos con casa integrada bate su récord de junio en España y se consolida la demanda en busca de seguridad
Celia tenía la semana pasada su autocaravana aparcada en El Saler de Valencia. Esta trabajadora madrileña de una empresa de seguridad ha seguido la evolución de muchos otros usuarios de estos vehículos: empezó yendo de tienda de campaña, luego viajó remolcando una caravana y ahora dispone de su cocina, su cuarto de baño y su dormitorio integrados en un mismo vehículo. “Si quieres no tienes contacto con nadie. Por eso creo es más seguro ahora, pero a nosotros nos gusta desde hace tiempo”, comenta.
Las autocaravanas están experimentado un notable auge en España desde hace más de cinco años. El boom de este tipo de vehículos, que llevan la casa a cuestas y se pueden conducir (si pesan menos de 3.500 kilos, como la mayoría) con el carné de un turismo (B1), se tradujo el pasado año en la venta de 25 unidades al día, a pesar de que su precio medio se eleva a unos 55.000 euros. Más baratas son las cámper y las furgonetas camperizadas, reconvertidas en autocaravanas, cuya adquisición y alquiler también han crecido considerablemente.
Este ascenso se truncó con la eclosión de la pandemia y el posterior confinamiento, como sucedió en toda la industria del automóvil y del turismo. Sin embargo, el sector del autocaravaning ha rebotado con fuerza conforme se inició el proceso de desescalada, hasta el punto de que en junio las ventas se dispararon un 20% más que el mismo mes del pasado año, con la matriculación de 1.208 unidades, según datos de la Asociación Española de la Industria y Comercio del Caravaning (Aseicar).
Además, la elevada demanda de alquiler se ha mantenido como en los últimos veranos, sin coronavirus, y amenaza ya con agotar la oferta de las 5.500 unidades del parque móvil disponible en España para arrendamiento. La diferencia con respecto a otros ejercicios es que las reservas se han extendido también a los meses de septiembre, octubre y noviembre, una larga temporada alta como consecuencia de los retrasos de las vacaciones y de la incorporación tardía de trabajadores procedentes de ERTES.
Algunos caravanistas consultados han detectado que los precios de alquiler, que oscilan habitualmente entre los 140 y los más de 200 euros al día en función del modelo y de la temporada, han sufrido un incremento en algunas empresas ante la creciente demanda, al considerarse un medio de hacer turismo más seguro e independiente ante el riesgo de contagio del coronavirus.
“Efectivamente, en una situación tan compleja con la pandemia nos ha beneficiado el que las autocaravanas te permitan viajar independientemente, evitando las grandes aglomeraciones y muchos contactos, con tu familia en tu propia casa. Hay gente que se interesa por esta forma de viajar ahora justo ahora, pero también es verdad que hay mucho ruido y no tantas nueces y que llevamos ya años creciendo y no es producto solo del momento”, explica José Manuel Jurado, presidente de Aseicar. “Aún quedan vehículos para alquilar y en las 140 empresas asociadas procuramos no aprovecharnos de la situación y no hemos visto una alza de los precios”, añade.
En España hay 60.000 autocaravanas, 10.000 campers y 230.000 caravanas (remolcadas por un vehículo), que llevan años perdiendo terreno frente a las dos primeras modalidades. En países europeos, con más mucha más tradición, superan el medio millón de autocaravanas, como Alemania y Francia, donde tiene 4.500 y 6.000 áreas de servicio delimitadas para estos vehículos, frente al millar de España. “Hemos mejorado mucho: en 2010, soló había 185 áreas, pero aún hay muchas ciudades y municipios que no se dan cuenta de la importancia creciente de este turismo”, señala Jurado. La marca Benimar, emplazada en Peñíscola, es una de las principales firmas en España y Europa en la fabricación de autocaravanas.
La pandemia ha reducido la presencia de caravanistas extranjeros a la mínima expresión. Suelen ocupar en torno al 50% de las áreas de servicio y campings. Pero siempre hay excepciones. El alemán Torsten y su familia son de los pocos extranjeros en el parque para autocaravanas de Bétera, cuando antes de la pandemia eran mayoría. Acaban de reanudar su recorrido de un año por Europa, tras interrumpirse por el confinamiento, y se encaminan a las playas portuguesas para practicar surf.
El presidente de la Federación Española de Asociaciones de Autocaravanistas, José Luis Quintero, sostiene que es un modo de hacer turismo seguro y muy ecológico, a pesar de las contaminación que genera la combustión del petróleo. “Yo llevo mis placas solares para la luz y el motor del coche también alimenta la batería. Valoramos las áreas donde hay puntos de llenado de agua y de puntos de vaciado del agua respetuoso con el medio ambiente, que pueden ser gris (la de la ducha o la de fregar platos) o negro (la del inodoro)”, explica.
El principal uso de las autocaravanas es el vacacional y turístico, pero también se utilizan como el lugar de residencia principal y como un modo de vida alternativo. Borja y Claudia viven en un camión camperizado y se desplazan para trabajar. Borja empezó habilitando una cocina y una cama en una Berlingo cuando se fue a Francia a la vendimia y a recoger manzana. “En Europa, hay mucha gente joven viviendo así”, comenta Borja, en Bétera. “Tenemos más libertad de movimiento y no participamos al menos en el sistema inmobiliario, aunque no nos podemos escapar de poner gasolina, claro”, apunta Claudia. Algunas raves atraen a miles de camperos de múltiples procedencias.
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