_
_
_
_
_

Dentistas con clara vocación social

Dental Residency crea un servicio odontológico móvil para residencias de ancianos, que ahora abre al resto de dependientes también en su casa

Una dentista examina la dentadura de una persona mayor.
Una dentista examina la dentadura de una persona mayor.

Las personas dependientes, ancianos en su mayoría, no suelen expresar sus afecciones bucales y, aunque pueda parecer un problema menor, Sergi Comas, consejero delegado y cofundador de Dental Residency, subraya lo contrario: “La salud bucodental está íntimamente relacionada con la calidad de vida. Mejora la sociabilidad, los problemas cardiovasculares, los digestivos y, según algunos estudios, las enfermedades neurodegenerativas, como el alzhéimer”.

En 2015, Comas, a quien el emprendimiento le “estaba llamando a gritos”, habló con su amigo el odontólogo italiano Alessandro Marconi y ambos entendieron la necesidad social de crear una empresa que se adaptara a la falta de movilidad de miles de personas que no pueden acercarse a una clínica dental. Más del 90% de los mayores de 65 años necesitan algún tipo de tratamiento periodontal, según el Instituto de Salud Pública de la Comunidad de Madrid. Marconi confirmó que apenas existen clínicas que presten este servicio y, por tanto, había un hueco en el mercado. Ficharon a un tercer socio, el protésico Arnau Ayza y se lanzaron. Consiguieron 175.000 euros de familiares y amigos y abrieron la primera clínica en Barcelona.

Contactaron con residencias de la tercera edad y no han vuelto a gastar un euro en darse a conocer. Son las residencias las que los llaman para que se acerquen o para que abran clínicas cerca. Hoy están además en Madrid y Valencia y planean abrir el año que viene en las provincias con mayor densidad demográfica para estar en toda España en 2022.

Pero ahora, la actividad principal de Dental Residency sucede justamente en la zona cero del impacto del coronavirus: las residencias de mayores. Por eso, voluntariamente, no han vuelto a acercarse a una de ellas desde el 12 de marzo, por el altísimo nivel de exposición de los dentistas, explica Comas. Aunque sí han continuado su asistencia telemática. Por suerte, el parón en el negocio les pilló justo cuando acababan de refinanciar su deuda (80.000 euros) y han podido afrontar los gastos fijos con suficiente caja.

Mientras esperan retomar su actividad (creen que será en la fase tres de la desescalada), tras haber aplicado un ERTE a sus siete trabajadores, el emprendedor esboza la “nueva normalidad” en el sector: “Los gastos van a aumentar bastante por las nuevas normas de seguridad. No se permitirán pacientes en sala de espera, solo podrán atender los odontólogos colegiados y no los asistentes, y vamos a llevar tanta protección como en una operación a corazón abierto: doble mascarilla, doble guante, EPI, gafas y cubrezapatos. Esto va a poner en dificultad a muchas clínicas”.

Ante la reducción de trabajo en las residencias por el miedo de los familiares al contagio de sus mayores, Dental Residency acaba de ampliar su oferta y llevarla, no solo a dependientes en residencias, sino también a los nueve millones que viven en sus casas. “Creemos que se va a producir un incremento en la demanda”, confía.

Sin ganancias

En 2018, la firma hizo su primera ronda de financiación con la aceleradora de empresas sociales Ship2B y con Economistas BAN, red de inversores privados del Colegio de Economistas de Cataluña, y acaban de finalizar la última ronda, por valor de medio millón de euros, a través de la Bolsa Social (plataforma de apoyo a emprendimientos con impacto social). El año pasado la compañía facturó medio millón de euros (sin beneficios), que este año pretendían duplicar, pero la crisis sanitaria lo limitará a un crecimiento del “10% o 15%, con suerte”. “Dental Residency no ha nacido para recoger beneficios a corto y medio plazo y los inversores lo saben”, aclara.

Hasta la pandemia, los trabajadores de la empresa cargaban en el coche una maleta de 40 kilos con el equipamiento médico necesario (micromotor, aspiradores bucales y demás utilería) y se desplazaban a cualquier punto de la comunidad donde tienen sede. “Hacemos miles de kilómetros al mes, por eso nuestros precios tienen que incluir ese gasto extra y son un poco más caros”, explica el consejero delegado. Han atendido a unos 40.000 dependientes de 500 residencias públicas y privadas.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_