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El Gobierno ecuatoriano liquida la aerolínea TAME tras acumular pérdidas de 400 millones en un lustro

Lenín Moreno afirma que “preservará" las rutas operadas por la compañía pública en las que no hay alternativas

Un A330 de Tame, en 2017.
Un A330 de Tame, en 2017.FABRICIO Burbano

La crisis económica por la pandemia global de coronavirus se cobra su segunda víctima en el sector aéreo latinoamericano. Menos de 10 días después de que la aerolínea colombiana Avianca anunciase que se acogía a la ley de bancarrotas en Estados Unidos para iniciar una profunda reestructuración de la deuda de final incierto, el Gobierno ecuatoriano ha anunciado la liquidación de TAME, que llevaba años inmersa en una difícil situación económica y para la que la covid-19 ha sido la puntilla. La liquidación de la compañía de bandera en el país andino llega tras un lustro de pérdidas acumuladas superiores a los 400 millones de dólares (366 millones de euros) y forma parte de un plan de reducción del tamaño del sector público que terminará con la eliminación de hasta siete empresas de titularidad estatal, entre ellas TAME. El Ejecutivo de Lenín Moreno ha dejado caer que preservará las rutas en las que no hay otras alternativas privadas, pero no ha detallado cómo lo hará.

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TAME, que nació en 1962 como aerolínea militar para “facilitar el transporte de pasajeros y carga hacia las principales ciudades del país y articular territorios que tenían difícil acceso por vía terrestre”, compite hoy con dos aerolíneas nacionales más (aunque ambas de capital extranjero: Latam Ecuador y Avianca Ecuador) y opera hasta nueve destinos desde la capital, Quito; dos desde el principal polo económico ecuatoriano, Guayaquil; y uno más desde las islas Galápagos. Es en esos trayectos internos en los que está en duda la continuidad de las rutas. En el extranjero vuela desde Quito a Fort Lauderdale (Florida, Estados Unidos) y a Cali (Colombia), tanto desde Quito como desde Guayaquil. Tras años de recortes para tratar de reducir las pérdidas, la flota había quedado reducida a cinco aparatos: un Airbus A320, un Airbus A319 y tres ATR-42 (turbohélice). Todos ellos son alquilados. Su último avión capaz de cubrir rutas de largo radio, un Airbus A330 desapareció de su catálogo en 2017, según la página especializada airfleets.net.

Paralizado por los confinamientos, el sector aéreo global y, muy especialmente, el latinoamericano está inmerso en un proceso de reconfiguración total que acabará con las quiebras de varias compañías: todavía con prácticamente todos los aviones en tierra por imperativo legal, nadie es capaz de asegurar que las liquidaciones o los concursos vayan a acabar con Avianca y TAME. Así lo reconocía en una reciente entrevista en este diario el jefe de la patronal regional del sector, Luis Felipe de Oliveira, que hablaba de “situación sin precedentes” y dejaba caer que las ayudas estatales “no eran suficientes”. Eso, en el caso de las compañías en manos privadas; en el de las que están en manos de los Estados, como la ecuatoriana, la puntilla se la ha puesto el propio Gobierno, que asediado por la bajada en el precio del petróleo y su abultado endeudamiento —rescate del Fondo Monetario Internacional (FMI) incluido—, está obligado a llevar a cabo importantes recortes para aligerar la carga sobre las maltrechas arcas públicas. La caída de TAME es un paso más en esa dirección.

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