Repsol registra pérdidas de 487 millones por la caída del precio del crudo
Los beneficios netos operativos de la compañía ascendieron a 447 millones hasta marzo, un 28% menos
Repsol cerró el primer trimestre de 2020 con unas pérdidas de 487 millones de euros, lo que contrasta con los 618 millones de beneficios del mismo periodo del año pasado. Este fuerte descenso es debido a que la volatilidad y caída de las materias primas internacionales, sobre todo el petróleo, redujo de manera extraordinaria la valoración de los inventarios de Repsol, con un impacto negativo de 790 millones.
La fuerte caída de los precios del crudo y del gas, junto a la drástica disminución de la demanda por la covid-19 han provocado un contexto de excepcional complejidad que han hecho que el resultado neto ajustado fuera del 447 millones, lo que supone un descenso del 27,7% respecto a los 618 millones citados. Este resultado mide específicamente el comportamiento de los negocios de la compañía, que mantuvo activas sus instalaciones y desempeñó un papel de servicio público esencial en la crisis sanitaria global.
La cotización media de los crudos Brent y WTI disminuyó un 21% y un 17%, respectivamente, respecto a los primeros tres meses de 2019. Al cierre del trimestre, el Brent cotizaba por debajo de 20 dólares por barril. En el caso del gas, los descensos fueron todavía más bruscos, con caídas que oscilaron entre el 36%, en el caso del Henry Hub, y el 56% en el del Algonquín.
El grupo tuvo sus primeras pérdidas el pasado ejercicio con una cifra de 3.816 millones, que fueron consecuencia de los ajustes realizados para sentar las bases de la nueva orientación estratégica de la compañía, que se ha marcado los objetivos de emisiones cero en 2050. El resultado reflejó una corrección de 4.849 millones en el valor contable de algunos activos, realizado tras asumir nuevos escenarios de precios del crudo y el gas consistentes con los objetivos climáticos del Acuerdo de París. A esas provisiones hay que añadir los 837 correspondientes a los destinados a hacer frente al posible impacto en las cuentas de unas reclamaciones de la china Sinopec a su participada canadiense Talisman.
Según el consejero delegado de Repsol, Josu Jon Imaz, la respuesta de la compañía ante la pandemia: “Estoy orgulloso de la forma en que Repsol se ha adaptado a este escenario, y
ha empleado todas sus capacidades tecnológicas, industriales y humanas también para luchar contra el coronavirus. Nuestra compañía cuenta con una cultura de disciplina, flexibilidad y cooperación que nos permite afrontar retos como el que esta crisis está representando. Esta cultura también es fundamental para resolver los desafíos a los que se enfrenta nuestra industria, ante los que reafirmamos nuestro compromiso de liderar la transición energética”.
Siguiendo esa premisa en todo momento, la compañía está garantizando el suministro de productos y servicios indispensables para el funcionamiento de la sociedad, como son la energía o las materias primas esenciales para la fabricación de numerosos utensilios sanitarios, como mascarillas, respiradores, jeringuillas, material quirúrgico...
Los protocolos de atención a los clientes se han modificado para poder seguir atendiendo a sus necesidades con la mayor seguridad. Del mismo modo, en las instalaciones industriales y en los activos de generación eléctrica baja en carbono se han implementado medidas que permiten que su labor, insustituible para el abastecimiento de combustibles, productos químicos o electricidad, no se vea interrumpida.
Para hacer frente a las presentes circunstancias, Repsol adoptó un Plan de Resiliencia para 2020, que contempla la puesta en marcha de iniciativas que supondrán reducciones añadidas de más de 350 millones en los gastos operativos y de más de 1.000 millones en las inversiones, así como optimizaciones del capital circulante próximas a 800 millones respecto de las métricas inicialmente presupuestadas.
Según la empresa que preside Antonio Brufau, Repsol cuenta con una gran flexibilidad que le permite tomar decisiones ágiles de optimización de inversiones, lo que supone una de sus palancas para afrontar el nuevo y complejo escenario, y resulta clave para la reducción en un 26% de las inversiones inicialmente previstas para el año.
La deuda neta a 31 de marzo alcanzó los 4.478 millones de euros, frente a los 4.220 millones del cierre del ejercicio anterior. En línea con su Plan de Resiliencia 2020, Repsol estima que la deuda neta de la compañía no se incremente a cierre del ejercicio con respecto a 2019.
En línea con su Plan de Resiliencia, Repsol estima que la deuda neta de la compañía no se incremente a cierre del ejercicio con respecto a 2019. La liquidez financiera le permite cubrir
sus vencimientos de deuda a corto plazo y hasta el año 2024 sin necesidad de refinanciación. Además, la compañía se reforzó a principios de abril con dos emisiones de bonos por un importe total de 1.500 millones, a cinco y diez años, respectivamente, con una demanda que superó en más de 2,6 veces la oferta.
Pese al contexto adverso, se mantiene el compromiso de remuneración a los accionistas durante el año 2020 asumido en el Plan Estratégico vigente, un euro por acción. Por lo tanto, está previsto que en el mes de julio se abonen 0,55 euros por acción, bajo la fórmula de scrip dividend, en sustitución del dividendo complementario, y tras su aprobación por parte de la Junta General de Accionistas del próximo viernes, 8 de mayo.
Se mantiene también durante 2020 la reducción de capital mediante amortización de acciones propias, dirigida a compensar el efecto dilutivo de los scrip dividend.
Repsol reafirma su compromiso de liderar la transición energética, incluso ante el actual entorno mundial marcado por circunstancias excepcionales. El pasado 2 de diciembre anunció que orienta su estrategia para ser una compañía con cero emisiones netas en el año 2050, en concordancia con el Acuerdo de París, y para 2020 mantiene los objetivos que le ayudarán a lograr esta meta.
La compañía reducirá durante este año su Índice de ntensidad de Carbono un 3%, respecto a la base de2016, disminuirá las emisiones de CO2 en todos los negocios y aumentará significativamente la capacidad de generación renovable. En relación con este último aspecto, Repsol inició en abril las obras de construcción de su primer parque fotovoltaico, denominado Kappa y ubicado en el municipio de Manzanares (Ciudad Real).
Esta instalación dispondrá de una potencia total instalada de 126 megavatios (MW) y supondrá una inversión de 100 millones. Se espera que entre en operación a principios del próximo año. Kappa es uno de los siete proyectos renovables que Repsol tiene en marcha en la Península Ibérica y el segundo en comenzar su construcción en España.
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