Berlín sigue sin creer en los eurobonos
El Gobierno alemán confía en el mecanismo de rescate y en las medidas del BCE para apoyar a los países europeos
Que el futuro de Europa y la zona euro se convierta en una víctima más del Covid-19 es lo que tratan ahora de evitar los líderes europeos. De qué instrumentos articulen para evitar la caída de las economías más afectadas dependerá en buena medida el éxito o el fracaso del esfuerzo común. En este contexto, emerge de nuevo el debate de los eurobonos, ahora llamados coronabonos, es decir de la mutualización europea de la deuda pública de aquellos países más castigados, sin tener que someterse a planes de rescate. Pero, como sucediera con la crisis financiera de 2008, sigue sin existir un consenso europeo y en Berlín, la opción de los eurobonos sigue siendo de momento, poco más que una quimera.
Esta semana, el ministro de Economía alemán, Peter Altmaier, dejó entrever que la posición de Berlín no ha cambiado y advirtió contra lo que consideró el peligro de alumbrar nuevos conceptos que, a su juicio, pretenden resucitar instrumentos que considera olvidados, como los eurobonos. “No estamos debatiendo sobre fantasmas por razones ideológicas, donde cada uno trae sus soluciones favoritas de hace cinco o diez años”, dijo Altmaier el martes en conferencia de prensa. Y siguió: “por eso, me alegro de que de que el debate sobre los eurobonos y similares no haya encontrado un amplio eco”. Con sus palabras, Altmaier, no dijo un no rotundo, pero dejó claro que de momento Berlín no ha alterado sustancialmente su histórica oposición a la mutualización de la deuda.
Pero los días en esta crisis se alargan y los acontecimientos se precipitan. Desde que hablara Altmaier, varios países europeos, incluida España, piden ahora “un instrumento de deuda común” del que puedan beneficiarse todos los Estados Miembros. Hay presión política y académica, pero de momento, los ministros de Finanzas de la UE solo han sido capaces de pactar el empleo de la línea de crédito del mecanismo de rescate, el MEDE.
“Los eurobonos no están de momento sobre la mesa”, confirman fuentes parlamentarias en Berlín, que explican que la última semana el Ejecutivo alemán ha estado volcado en el megaplan nacional de rescate a la economía alemana. Alemania siempre se ha opuesto a lo que consideran puede alentar el despilfarro en países que dejarían de ser responsables exclusivos de sus deudas. El Gobierno alemán defiende el uso del mecanismo de rescate y el plan del Banco Central Europeo (BCE), que se dice dispuesto a hacer lo necesario para salvaguardar el euro y que considera que ha restado urgencia para actuar, además de la suspensión de facto de las reglas fiscales.
La clave estará en el tipo de condicionalidad que se aplique a la línea de crédito, aseguran las fuentes, quienes explican que aun es pronto para poner toda la artillería financiera pesada sobre la mesa. “Todo es muy abstracto. En Alemania vemos las fotos de los hospitales en Italia y en España, pero hacen falta datos más concretos de cuánto necesita cada país”, añaden las fuentes, quienes reconocen sin embargo que la situación actual es muy volátil e imprevisible. “Si el euro estuviera realmente en peligro como sucedió en 2012, la discusión podría cambiar”.
“La actitud del Gobierno Federal y del Canciller no han cambiado. También en tiempos de crisis, es necesario mantener la responsabilidad y el control en la misma mano”, indicó en la conferencia de prensa ordinaria el portavoz del Gobierno alemán este miércoles.
Los eurobonos siguen siendo un tabú, como lo fueron en la crisis financiera de 2008. “A nadie en Europa le ayudaría si la crisis del coronavirus se malutiliza para establecer un sistema de responsabilidad conjunta”, ha dicho Wolfgang Steiger, del consejo económico asesor de la CDU a Der Spiegel. “Cediendo a los eurobonos, el ministro de Finanzas alemán le arrebataría la soberanía sobre la política presupuestaria a sus sucesores y al Bundestag", dijo Steiger en unas declaraciones que ilustran el pensamiento dominante en círculos conservadores y empresariales.
Christian Odendahl, economista jefe del Center for European Reform, cree que a diferencia de lo sucedido en la eurocrisis “ahora no se puede culpar de un comportamiento imprudente a los Estados”, porque la pandemia no entiende de países ni de políticas económicas, es una fuerza exógena. Que esta sea una crisis simétrica, es decir que a diferencia de la financiera nadie esté a salvo —aunque unos países la afronten mucho mejor preparados que otros— hace pensar que tal vez en un futuro cercano puedan flexibilizarse las posturas. Hasta dónde, es imprevisible a estas alturas, en las que Berlín no considera aún necesario desplegar toda la artillería. Los eurobonos podrían formar parte de un último recurso.
“Alemania está dispuesta a ayudar a países con dificultades, pero el debate de los eurobonos probablemente no cambiará, porque comprometerse a la mutualización de la deuda en Alemania siempre va a ser con condiciones”, piensa Odendahl. “El fondo de rescate se estableció para las crisis y como mucho, tratarán de ampliar la capacidad”. Siete prominentes economistas alemanes han escrito recientemente un manifiesto en el que defienden eurobonos, sin las ataduras ni condiciones del mecanismo MEDE.
Vindicación de la austeridad
Berlín se ha volcado hasta el momento en un plan financiero para combatir los estragos económicos del virus dentro de sus fronteras. Ha traicionado su tradicional aversión al endeudamiento y ha prometido una lluvia de millones —750.000 millones de euros— para empresas, autónomos, arrendatarios y resto de afectados por el parón económico. El Estado alemán vuelve con fuerza al rescate, pero convencido de que las políticas de austeridad de los últimos años son precisamente las que le permiten ahora gastar.
Es decir, Berlín se siente vindicado en su política Schwarze Null, el venerado déficit cero en los presupuestos, muy criticado dentro y fuera de Alemania. “Nos hemos mantenido firmes y por eso ahora tenemos el margen de maniobra”, dijo Altmaier al Handelsblatt, para advertir un día después de que “una vez que termine la crisis, regresaremos a la política de austeridad y al presupuesto equilibrado [sin déficit]”.
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