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El Supremo francés dictamina que los conductores de Uber son “empleados” y no trabajadores autónomos

El máximo tribunal galo considera “ficticia” la condición de autónomo de los conductores de la plataforma y recalifica su relación contractual, una decisión que podría cambiar este modelo empresarial en Francia y en Europa

Conductores de la plataforma Uber protestan frente a las oficinas de la empresa, en Ámsterdam, el pasado 26 de febrero.
Conductores de la plataforma Uber protestan frente a las oficinas de la empresa, en Ámsterdam, el pasado 26 de febrero.EVERT ELZINGA (EFE)
Silvia Ayuso

Es la sentencia que más temían, la que puede hacer tambalear, según los expertos, su modelo empresarial, tan imitado, en Francia y quizás aún más lejos. El Tribunal Supremo francés ha recalificado la relación contractual entre la plataforma digital y uno de sus conductores en Francia, que demandó a Uber ante la justicia gala después de que la empresa de origen estadounidense prescindiera de sus servicios. Lo que vincula a ambos es un “contrato de trabajo” y, por tanto, “el conductor no trabaja como autónomo, sino como empleado”, decretó el máximo órgano judicial francés este miércoles.

Lo que diferencia a un trabajador por cuenta propia de un empleado con un contrato de trabajo es la “relación de subordinación” basada en la “facultad del empleador de dar instrucciones, controlar su cumplimiento y sancionar el incumplimiento” de las mismas, razonó el Supremo. Y en el caso de Uber, el conductor “participa en un servicio de transporte organizado en el que Uber define unilateralmente los términos y condiciones”. El conductor, recuerda el tribunal en su fallo, “no crea su propia clientela, no fija libremente sus tarifas y no determina las condiciones de prestación de su servicio de transporte”, donde además tiene una ruta “impuesta por la empresa”. Es más, ni siquiera conoce el destino de la ruta encargada, por lo que “no puede elegir libremente el viaje que le conviene”, agrega.

Por ello, agrega el máximo tribunal francés, cuya sentencia es definitiva, la condición de autónomo de dicho conductor es “solo ficticia”.

La sentencia del Supremo viene a ratificar un fallo del tribunal de Apelación de enero del año pasado, que ya dijo haber hallado “suficientes indicios” que demostraban el “vínculo de subordinación” del conductor a la plataforma. Con su nuevo dictamen, el Supremo confirma además una línea de razonamiento, ya que no es la primera vez que el máximo tribunal francés falla en contra de los falsos autónomos: en noviembre de 2018, ya estableció, por primera vez, un vínculo de subordinación entre una plataforma digital y uno de sus trabajadores. Se trata de Take Eat Easy, una sociedad de comida a domicilio con riders —como Deliveroo— que, tras la sentencia, fue liquidada.

Una portavoz de Uber lamentó la decisión y consideró que esta “no refleja los motivos por los que los conductores deciden utilizar la aplicación Uber”, entre los que destacó “la independencia y flexibilidad” que les proporciona esta plataforma, según medios franceses. “En los últimos dos años, hemos realizado numerosos cambios para darles a los conductores aún más control de la forma en que utilizan la aplicación, así como una mejor protección social”, agregó.

Por el contrario, el abogado del conductor que inició el pleito contra Uber en 2017 y al que el Supremo ordena ahora indemnizar con 3.000 euros, celebró una “jurisprudencia” que afecta al “número uno de las plataformas VTC”. “Esto es una primicia y va a concernir a todas las plataformas que se inspiran del modelo Uber”, dijo a la Agencia France Presse. Muestra del posible impacto de esta sentencia es el hecho, bastante inusual, del Tribunal Supremo francés de publicar su fallo no solo en francés, sino también en inglés y hasta español.

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Sobre la firma

Silvia Ayuso
Corresponsal en Bruselas, después de contar Francia durante un lustro desde París. Se incorporó al equipo de EL PAÍS en Washington en 2014. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, comenzó su carrera en la agencia Efe y continuó en la alemana Dpa, para la que fue corresponsal en Santiago de Chile, La Habana y Washington.

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