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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Los ‘indepes’ favorecen a Madrid

La tensión secesionista disparó la huida de empresas, y la Generalitat no ha emprendido iniciativas para recuperar sus sedes sociales

Xavier Vidal-Folch
El presidente catalán, Quim Torra, acompañado de sus consejeros, Budo y Buch.
El presidente catalán, Quim Torra, acompañado de sus consejeros, Budo y Buch.Albert Garcia

El sorpasso económico de Madrid a Cataluña en 2018 fue certificado el pasado viernes por el INE. Es un suceso disruptivo. Si se consolida, y va camino, romperá el liderazgo catalán en este ámbito decisivo. Y otros equilibrios.

De momento erosiona las expectativas de la secular literatura económica catalanista: traducir a la política el carácter puntero de la economía propia; crear, dimensionar e internacionalizar centros productivos y de decisión empresarial; recuperar el retraso relativo en las finanzas.

Y sin embargo, no ha provocado en la Cataluña oficial ninguna reacción, que parecería obligada, y solo el desdén de los medios adictos. ¿Qué iba a decir? Su deriva secesionista, sobre todo desde el otoño de 2017, es un tractor —no el único— de esta pérdida de peso de posiciones. Escrito en breve: el independentismo favorece, amén del centralismo político (como reacción), la centralidad económica de Madrid (por vasos comunicantes).

Funciona en tijera. Por un filo, Cataluña baja; por otro, Madrid sube. Y ambos movimientos se retroalimentan.

Cataluña baja no en términos absolutos (su PIB crece), sino relativos sobre la media: del 3,4% de aumento en 2016 (sobre el 3% del conjunto español) pasó al 2,5% de 2017 (sobre el 2,9% medio); y al 2,2% en 2018 (contra el 2,4%).

La tensión secesionista disparó la huida de empresas, y la Generalitat no ha emprendido iniciativas para recuperar sus sedes sociales. La deslocalización de direcciones empresariales desvía por goteo la de servicios de alto valor añadido a ellas asociadas (jurídicos, de marketing, finanzas, comunicación, publicidad) y centra en el centro la generación del empleo mejor remunerado, como demostró Eurofound.

Y el clima antiempresarial se densificó con la campaña de boicot Consum Estratègic lanzada por la activista Assemblea Nacional Catalana (ANC), felizmente prohibida por la Justicia gracias a la denuncia de la renovada patronal, Foment del Treball.

La toma de poder de la Cámara de Barcelona por títeres de la ANC agrava el fenómeno y residualizará a plazo la institución. Y que los altercados callejeros promovidos por un president irresponsable mella la confianza de los agentes económicos, autóctonos y foráneos, ofrece poca duda.

Mientras, Madrid sube por un cóctel de causas: está científicamente demostrado que la globalización favorece a las capitales de Estado; que la cercanía a los organismos reguladores atrae a las grandes empresas reguladas; y que una fiscalidad desbocada a la baja, con ribetes de paraíso fiscal para la gran riqueza, son factores objetivos de recentralización.

Si además, las políticas correctoras estructurales desaparecen, por desestimiento del anterior Gobierno central (repesca de la CMT por Madrid, fiasco de la financiación autonómica, parálisis de la coordinación regional) y desentendimiento del liderazgo periférico (el Govern), bajada y subida se retroalimentan y aceleran.

Una clave es la inversión extranjera. 2018, el año del sorpasso, la destinada a Cataluña fue el 6,4% del total; a Madrid, el 85,3%. En el trienio 2016/2018, Cataluña bajó del 31% a un quinto; y Madrid duplicó su 44% (Desequilibrios de Cataluña, 22/3).

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