La Bolsa suiza lanza una opa sobre BME y Euronext estudia mejorarla
Las acciones del gestor bursátil español suben un 38% y se sitúan por enima de los 34 euros que ofrece SIX
La Bolsa suiza (SIX) ha presentado una oferta para hacerse con la Bolsa española (BME). La opa es sobre el 100% del capital a un precio de 34 euros por acción, lo que valora la compañía en 2.842 millones de euros. Los títulos de BME, sin embargo, cerraron a un precio superior (35,06 euros) tras revalorizarse un 38% debido a que los inversores descuentan una guerra de ofertas. Euronext —dueña de los parqués de París, Bruselas, Ámsterdam, Dublín y Oslo— también ha confirmado que mantiene conversaciones para comprar el gestor bursátil español. Cualquier operación sobre BME debe tener el visto bueno del Gobierno.
La opa de SIX tiene carácter amistoso y lleva varios meses cocinándose. El consejo de BME señaló ayer en un hecho relevante que la contraprestación recoge “razonablemente” el valor de negocio de la compañía y valoró de forma positiva los compromisos asumidos por el grupo suizo, en términos de garantía de independencia del mercado español.
El precio ofrecido por SIX supone pagar una prima del 33,86% sobre la cotización a la que cerró BME el viernes pasado, último día de negociación previo a la presentación de la opa. El operador español ofrece al homólogo suizo una puerta de entrada al negocio de la UE, además de una posición de dominio en el mercado local, una buena conexión con los mercados latinoamericanos y una situación financiera sólida con una posición neta de tesorería (lo contrario a la deuda) de 300 millones de euros. El precio final se verá reducido en 0,6 euros por acción, es decir, será de 33,40 euros, si la operación se cierra después del próximo 30 de diciembre, fecha en la que BME abona un dividendo precisamente de 0,6 euros por título.
Condiciones
SIX pone varias condiciones para que la opa tenga éxito. En primer lugar, exige que el capital que acuda a la misma represente, al menos, el 50% más una de las acciones de BME. El segundo requisito es “la obtención de las autorizaciones necesarias”. Este último punto es clave. La Bolsa española no cuenta con una acción de oro, pero sí que dispone de un blindaje especial al ser el titular de las infraestructuras (Bolsas y cámaras de depósito y compensación) del mercado de valores español. En concreto, la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) tiene que dar el visto bueno cuando un inversor compra más del 1% del capital de la compañía. En el caso de la propuesta de SIX, como aspira a tener el control de BME, la autorización se encarece aún más porque la CNMV tendrá que dar su opinión en un informe y pasárselo al Gobierno, quién tendrá la última palabra. Salvar el escollo político no resulta fácil como se demostró en la última gran operación que se orquestó en el continente: el fallido intento de unión entre las Bolsas de Londres y Fráncfort. Además, el tablero político en España es de gran incertidumbre tras el resultado electoral del pasado 10 de noviembre.
La Bolsa suiza, consciente de los obstáculos que podrían surgir por el camino, ha llegado a una serie de compromisos con BME que, en el fondo, son guiños a los reguladores. Entre estos acuerdos destaca que se “adoptarán medidas para asegurar que las funciones que son intrínsecas a las filiales de BME se mantendrán en España”. Asimismo, SIX asegura que mantendrá las marcas actuales de la compañía española, así como las líneas de negocio, sedes, domicilio social, oficinas y estrategias en España “al menos durante un periodo transitorio de cuatro años”.
La reacción que tuvieron ayer los inversores, que llevaron el precio de BME por encima del ofrecido por SIX, descuenta un escenario de contraofertas. Euronext, que durante los últimos años ha mostrado de manera informal su interés por incorporar al mercado español a su proyecto paneuropeo, confirmó ayer que mantiene “conversaciones preliminares” con la compañía dirigida por Javier Hernani.
Penalización
Aunque el consejo de BME recalca el carácter amistoso de la oferta de SIX y le concede de forma oficiosa su respaldo, también abre la puerta a una oferta competidora, tal y como figura en la información que el grupo suizo remitió a la CNMV. En concreto, la operación contempla una penalización en caso de ruptura equivalente al 0,5% de la opa, es decir, 14 millones de euros, “si la oferta no prospera a consecuencia de que se apruebe y liquide una oferta competidora”.
BME es una rara avis en el sector, ya que ha logrado mantenerse independiente mientras la mayoría de sus rivales participaban en un intenso proceso de concentración. Sin embargo, en un mercado global es cada vez más necesario tener economías de escala. Si bien BME es rentable (en los nueve primeros meses de 2019 ganó 93,3 millones, un 8,9% menos que en 2018), su principal área de negocio, las comisiones que obtiene por las negociaciones de los operadores con acciones de compañías cotizadas, viene cayendo durante los últimos años. También sufre la presión de los operadores alternativos bursátiles que han surgido en los últimos años al calor de la nueva legislación europea y que le han robado un 30% de cuota de mercado.
Un capital disperso donde destaca la familia March
Bolsas y Mercados Españoles (BME) empezó a cotizar en julio de 2006 a un precio de 31 euros por acción. Tras su bautizo en el parqué, el accionariado de la compañía sufrió una importante reestructuración con la salida paulatina de los grandes bancos, que habían sido los principales dueños. Ahora mismo el capital está muy disperso y es la familia March, a través de su brazo inversor (Corporación Financiera Alba) el accionista de referencia con el 12,1% de los títulos, un paquete que la opa de SIX valora en 340 millones de euros. El resto de accionistas significativos de BME son grandes gestoras de fondos como Vanguard o BlackRock, con participaciones en torno al 1%.
En el caso de la Bolsa suiza, su estatus es diferente. No es una compañía cotizada y su accionariado está controlado por grandes bancos suizos e internacionales.
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