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ENTREVISTA | PETER GUENTER, CONSEJERO DELEGADO DE ALMIRALL

Peter Guenter, consejero delegado: “La ambición por innovar en Almirall no era suficiente”

La farmacéutica catalana se ha centrado bajo su gestión en la dermatología abandonando negocios menos rentables

María Fernández

Cuando se pregunta a Jorge Gallardo, presidente de Almirall, si está contento con la marcha de su empresa, asiente y hace un gesto en dirección a su consejero delegado, Peter Guenter (Sint-Amandsberg, Bélgica, 1962), a quien fichó en 2017 procedente de Sanofi pagando un incentivo por ello de 2,14 millones. El año en que aterrizó las pérdidas superaron los 300 millones tras una grave crisis con su filial en EE UU. En este 2019 ganan hasta junio 61 millones.

Peter Guenter, fotografiado en Madrid el 10 de octubre durante un congreso médico.  
Peter Guenter, fotografiado en Madrid el 10 de octubre durante un congreso médico.  INMA FLÓRES

Pregunta. Llegó en un momento muy complicado.

Respuesta. Fue el 2 octubre de 2017. La situación en Almirall era preocupante por varias razones. En Estados Unidos la compra de la empresa Aqua tenía dificultades a propósito de su modelo de negocio, basado en los genéricos de marca. Las ventas descendían muy rápido.

P. Esa filial también había sido denunciada por pagar sobornos a médicos para que prescribieran sus medicamentos.

R. En esa discusión que tuvimos con el departamento de justicia hubo distintos puntos de vista. Almirall nunca admitió que lo había hecho mal, pero preferimos llegar a un acuerdo negociado con el fin de cerrar el capítulo, dejarlo atrás y mirar hacia delante [pagaron casi seis millones de euros]. Sabíamos que teníamos una buena oportunidad en Estados Unidos. Entonces, nos encontrábamos en una situación de colapso de negocio, de profit warning. Además, cuando llegué encontré que el nivel de ambición respecto a la innovación en la empresa no era suficiente. Almirall tenía una oportunidad de trabajar en la llamada innovación incremental, por ejemplo, a través de nuevas fórmulas —con nuevos geles o cremas mejores para los pacientes—, pero no hacía una innovación rompedora que aportase una diferencia sustancial en la vida de los pacientes con dolencias dermatológicas serias, como la psoriasis, la dermatitis atópica.

P. ¿Qué hicieron?

R. Dimos la vuelta al negocio en EE UU. Trabajamos mucho en la estructura del resto de la compañía, porque había cosas que no eran muy productivas. Nos concentramos mucho en los dos lanzamientos de medicamentos de psoriasis en Europa: un producto oral, Skilarence, y un producto inyectable, Ilumetri. Debíamos reconstruir un catálogo de productos innovadores, que verdaderamente marcasen la diferencia en la vida de los pacientes. Pero eso es arriesgado y hace falta tiempo. Para ganar tiempo invertimos en licenciar productos y desarrollar los nuestros para pasar de la fase preclínica a la clínica (cuando se testan en humanos). Empezamos a ver los éxitos en ambos sentidos. Compramos una licencia de producto para la queratosis actínica que se llama Tirbanibulina. Lo licenciamos a principios de 2018, estaba en fase II y ahora ha terminado la fase III con buenos resultados. Contamos con comercializarlo en EE UU en 2021 y un poco más tarde en Europa, en 2022.

P. De otro producto, Lebrikizumab, esperan unas ventas de 450 millones, ¿en qué se basan?

R. Considero este producto como el más prometedor de nuestra cartera, es un inyectable biológico para la dermatitis atópica. Construimos un dossier muy robusto. Hicimos un estudio de mercado muy en profundidad que apoya esa proyección.

P. ¿Seguirán comprando investigación?

R. Estamos negociando con empresas biotech que tienen productos muy interesantes. Espero que en tres o cuatro meses podamos anunciar diversos acuerdos para tener otros productos en fase I o II de desarrollo clínico. En ese momento vamos a tener una cartera robusta, con productos innovadores. En dos años hemos estabilizado las operaciones, hemos lanzado dos productos de psoriasis en Europa, hemos reconstruido un catálogo muy prometedor, con opciones que no tienen nada que ver con lo que en otras épocas Almirall haya podido imaginar…

P. También gracias a la gran compra que han hecho en EE UU de la cartera dermatológica de Allergan.

R. Sí, ha sido la mayor operación de Almirall en Estados Unidos, por 550 millones de dólares, con un pacto de potencial pago adicional de hasta otros 100 millones en función del rendimiento del negocio. Así que si se pagan esos 100 adicionales, estaré contento porque significará que las cosas van bien. Hay un producto, Seysara, un antibiótico de espectro estrecho utilizado para el acné moderado a grave con un perfil de efectos secundarios muy bajo. Se ha lanzado el producto en EEUU en enero de 2019 con un gran éxito.

P. ¿Cómo van en Estados Unidos?

R. El primer año (desde mi llegada) fue de reconstrucción. Desde la adquisición del portfolio de dermatología médica, y con el lanzamiento de Seysara el pasado mes de enero, estamos creando una estructura sólida. Progresivamente, las ventas de Seysara comenzarán a incrementarse. Después del segundo semestre hemos dado una proyección (de ventas) por Seysara de entre 25 y 30 millones si no recuerdo mal, este año. Evidentemente el año que viene creo que eso mejorará. Le hemos dado al mercado un pico de ventas de 150-200 millones de dólares. Ha sido mucho trabajo en dos años.

P. Pero la deuda ha crecido. Cerraron 2018 con 548 millones frente a un resultado de explotación de 209.

R. La deuda sobre Ebitda será aproximadamente 1,5 o 1,6 veces al final del año 2019.

P. ¿Y está cómodo con eso?

R. El cash flow es bueno y con nuestra trayectoria el reembolso de la deuda se hará relativamente rápido. No tengo ningún problema con el nivel de deuda actual.

P. ¿No se están convirtiendo en una empresa que compra cada vez más desarrollos frente a una menor investigación propia?

R. Si nuestra propia gente puede desarrollar cosas interesantes, fantástico, pero también debemos mirar al exterior. Hay muchas cosas interesantes que están ocurriendo y hay que encontrar un balance entre lo que podemos encontrar en el exterior y lo que podemos hacer nosotros internamente. Tenemos que conseguir el acceso a la mejor calidad de la investigación tanto dentro como fuera.

P. ¿Cuánto gastan en crear productos propios?

R. ¿Cómo se calcula lo que cuesta un desarrollo? Es muy difícil de determinar. Hay muchos productos que nunca salen adelante. Queremos balancear nuestra oferta entre el Lebrikizumab, que va a jugar en la liga de la gran industria farmacéutica y Tirbanibulina, un producto tópico que va a jugar en un mercado menos competitivo.

P. ¿Por qué fracasaron con Thermi, su negocio de productos estéticos?

R. Antes de llegar a Almirall la decisión que se había tomado era introducirse en el mercado de la estética porque se pensaba que hay sinergias entre ambos. Pero vender productos estéticos y médicos es completamente diferente. Pienso que el error estuvo en imaginarnos que podíamos hacerlo todo. La estética consume muchos recursos, las investigaciones que deberíamos haber hecho en estética habrían ido en detrimento de la investigación en dermatología médica. Decidimos concentrarnos en dermatología médica, un gran mercado que necesita nuevos desarrollos. Hay muchas enfermedades sin una respuesta a través de tratamientos.

P. ¿Los productos basados en cannabis, como Sativex, son verdaderamente interesantes?

R. Sativex es un medicamento registrado por los organismos reguladores europeos, lo que quiere decir que ha pasado test extremadamente rigurosos. Está indicado para la espasticidad producida por la esclerosis múltiple, es un medicamento muy efectivo y lucha contra esa espasticidad. Creemos que es un buen producto y confiamos el él. Otra cosa es la corriente de utilizar productos basados en cannabis para todo tipo de usos. Hay muchas empresas que han saltado sobre ese mercado, empresas de Países Bajos, Canadá… algunos Gobiernos que han comenzado a liberalizar su uso para todo tipo de dolor están decidiendo, sin que haya muchas pruebas, que eso realmente funciona. Nosotros somos una compañía científica, hacemos ciencia. En Alemania, por ejemplo, donde el uso del producto se ha recogido en un registro de las unidades de dolor, hemos visto sobre qué tipo de dolor funciona bien y sobre el que no. Queremos que las autoridades y los gobiernos pongan un poco de orden en este caos. Hay muchas personas poco profesionales que se han lanzado sobre este mercado y los gobiernos deben darse cuenta de que tienen que poner orden.

P. La acción se ha recuperado desde 2017, pasando de los 7,5 euros a los 16,4 actuales, pero no llega al máximo de 2015, cuando cotizó a más de 19 euros. ¿Cómo espera que evolucione?

R. Para mí no es una obsesión. Si hacemos las cosas bien la acción en Bolsa va a subir. Tenemos un accionista mayoritario que nos da estabilidad. Pero claro, no puedo negar que estoy contento de la marcha hasta ahora.

P. También han invertido en contratar personal que sepa de transformación digital.

R. El sector sanitario tiene un retraso respecto a otros en todo lo que respecta al mundo digital. Pienso que las posibilidades son enormes. La inteligencia artificial, el análisis de datos… servirán para encontrar más rápido nuevas moléculas, acelerar el tiempo de desarrollo clínico, hacerlo más barato… El problema es que la industria está muy fragmentada. Hay que encontrar el modo de conseguir acercamientos holísticos y transversales. Hemos construido un equipo completo dirigido por Francesca Wuttke que está concentrado en eso.

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Sobre la firma

María Fernández
Redactora del diario EL PAÍS desde 2008. Ha trabajado en la delegación de Galicia, en Nacional y actualmente en la sección de Economía, dentro del suplemento NEGOCIOS. Ha sido durante cinco años profesora de narrativas digitales del Máster que imparte el periódico en colaboración con la UAM y tiene formación de posgrado en economía.

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