¿‘Deja vu’ en el G20?
Las relaciones entre Estados Unidos y China marcarán la cumbre de jefes de Estado de Japón
En noviembre de 2018, justo antes de la última reunión, en Buenos Aires, de jefes de Estado y Gobierno del G20, el interés se centraba en si iba a haber comunicado conjunto (no lo hubo en el anterior G7) y en si el encuentro entre los líderes de Estados Unidos y China evitaría una guerra comercial. Casi ocho meses más tarde, el mismo foro, ahora en Japón, puede ser un déjà vu del de Argentina: dudas sobre si habrá comunicado y la emoción del apretón de manos que abra una nueva tregua comercial entre Estados Unidos y China.
Lograr un comunicado no es fácil, y eso que últimamente los del G20 dicen más por lo que no incluyen —los desacuerdos— que por lo que contienen —a veces vagos “tomamos nota de”—. Cuando el aumento de aranceles y represalias comerciales entre Estados Unidos y China es uno de los principales riesgos globales, a lo mejor, la crítica directa al proteccionismo no aparece, como ya ocurrió en Buenos Aires. Para lograr la firma de Estados Unidos y China, no se hablaba de proteccionismo ni de prácticas comerciales ventajistas.
La reunión del fin de semana pasado de ministros de finanzas y gobernadores de bancos centrales anticipa esa falta de definición, sin llamadas del comunicado a reforzar la gobernanza multilateral del comercio. En lo positivo, se recuerda el papel de las políticas domésticas en los desequilibrios externos y que estos incluyen el comercio de bienes, pero también servicios y rentas —algo que puede leerse como una velada crítica a la visión mercantilista de Estados Unidos—.
Sobre la posibilidad de que en el G20 haya una nueva tregua comercial entre Estados Unidos y China, la incertidumbre es elevada, a ritmo de tuit, como en Buenos Aires, pero la situación de partida no es la misma. Desde entonces hasta ahora se rompió la tregua anterior, han fracasado las negociaciones posteriores, y estamos en una nueva etapa de represalias que van más allá de lo comercial y que reflejan la rivalidad estratégica entre ambas economías.
Si este cambio de estrategia de Estados Unidos reflejara su convencimiento de que con China como rival lo mejor sería emprender ya el levantamiento de barreras que favorezcan el desacoplamiento entre ambas economías, estaríamos entonces ante un nuevo escenario. En él, se trataría de debilitar cadenas de valor transnacionales que impliquen al rival, objetivo que persiguen las recientes dificultades de acceso de empresas tecnológicas al mercado doméstico. Entonces el déjà vu ya no nos llevaría a la anterior reunión del G20, sino a periodos del siglo pasado en los que la política de bloques dominaba el escenario global.
Julián Cubero, de BBVA Research
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