Una tormenta perfecta sobre el futuro del trabajo
Estamos a tiempo de movilizar los esfuerzos de todos para mejorar las oportunidades profesionales de los jóvenes
La combinación de una transformación digital acelerada, máquinas que aprenden de manera autónoma con datos y una elevada integración económica internacional están provocando una revolución económica sin precedentes. La transformación digital genera una disrupción en trabajos cualificados en la industria y en muchos servicios de alto valor. La tecnología y la globalización han permitido una deslocalización de actividades productivas, destruyendo empleo en países avanzados y creándolo en los emergentes. El estancamiento o caída de los ingresos medios de los ciudadanos, asociados a la destrucción de empleo y la creciente inquietud social en muchos países avanzados son efectos directos de este fenómeno. Richard Baldwin describe esta realidad como Globotics Upheaval (2019), la combinación de la globalización con robots capaces de sustituir un elevado número de tareas realizadas hasta ahora por personas.
Parece que la evolución de empleo en España sea inmune a este fenómeno global pues las cifras de los últimos meses son muy positivas. El número de personas afiliadas a la Seguridad Social a finales de mayo creció hasta 19,44 millones, cerca del máximo histórico del 2007 —19,49 millones de personas—, mientras que el desempleo siguió descendiendo hasta los tres millones. Los sectores que crean empleo suelen ofrecer —en promedio— sueldos más bajos, pues requieren cualificaciones inferiores y muestran una productividad estancada. En cambio, la industria —con sueldos medios más altos y potencial de mejora de la productividad— y los servicios relacionados han perdido peso en el PIB español.
La OCDE, en su informe reciente The future of work (2019), aporta datos preocupantes sobre el impacto de la tecnología en el empleo. Apunta a que un 21,7% de los empleos actuales en España están en una situación de alto riesgo debido a los cambios tecnológicos y un 30,2% en riesgo considerable de restructuración. Asimismo, España tiene una tasa de desempleo superior al 30% de la población activa de menos 25 años, muy por encima de la media de la UE. Tanto el alto riesgo de automatización como el elevado desempleo juvenil subrayan la existencia de deficiencias en la preparación profesional de los jóvenes. Un reciente estudio del IESE, El futuro del empleo y las competencias profesionales del futuro (2019), recoge la perspectiva de las empresas. El 72% de las compañías entrevistadas tiene serios problemas para cubrir los puestos de trabajo que ofrecen. La razón fundamental es que no encuentran en los jóvenes graduados ni los conocimientos ni las capacidades profesionales requeridas. El 67% de los puestos de trabajo de las empresas están ocupados por personas con formación universitaria, cuando muchos de ellos no requieren esta cualificación, una cifra también muy superior a la media de la UE. Por último, el 72% de las empresas no encuentra la adaptabilidad ni la resiliencia necesarias en las personas recientemente contratadas.
Estamos a tiempo de movilizar los esfuerzos de todos para mejorar las oportunidades profesionales de los jóvenes
La existencia de una importante brecha entre las capacidades de los jóvenes y las competencias que las empresas necesitan es una realidad preocupante. Su gravedad aumenta en una época de cambio tecnológico acelerado y un alto potencial de deslocalización de actividades económicas. Es una tormenta perfecta, de consecuencias que pueden ser terribles para las futuras generaciones si no actuamos a tiempo.
El futuro del trabajo será muy diferente del actual. Las implicaciones de estos cambios sobre el bienestar personal, la creación de prosperidad para todos, la sostenibilidad del sistema de prestaciones sociales y la competitividad de nuestras empresas son enormes. Necesitamos que gobiernos, empresas, universidades, centros educativos y agentes sociales trabajen conjuntamente para afrontar este reto. La tarea consiste en reinventar la educación para el empleo y la integración de profesionales jóvenes en la empresa. Se trata de abrir un auténtico diálogo integral sobre el futuro del trabajo. La mayoría de las propuestas de los partidos y de los agentes sociales pretenden pequeños apaños marginales del sistema. Si nos limitamos sólo a proteger el sistema actual, retrasaremos las soluciones imprescindibles y descargaremos toda la fuerza de la gravedad de los hechos en las generaciones futuras. Éstas difícilmente entenderán que la actual generación de líderes políticos, sociales y empresariales no actúen con mayor determinación para afrontar un cambio ineludible que incide directamente sobre la vida de las personas, su desarrollo y el bienestar social. Estamos aún a tiempo de movilizar los esfuerzos de todos para lograr mejorar las oportunidades profesionales de los jóvenes. Debemos hacerlo.
Jordi Canals es profesor del IESE Business School
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