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Rentas vitalicias y ‘unit linked’: los seguros quieren reverdecer viejos laureles

Las entidades redoblan su esfuerzo comercial para popularizar entre el gran público con diferentes productos

Oficina de Mapfre en Madrid.  
Oficina de Mapfre en Madrid.  Víctor Sainz

El mundo del seguro mueve miles de millones de euros. Las pólizas de salud, accidentes, hogar o automóviles son las auténticas protagonistas. Pero la oferta de estos productos no se acaba aquí. La patronal de la industria aseguradora, Unespa, se ha marcado como objetivo acercar al gran público esos “otros seguros”, muy especialmente los de ahorro vinculados a la jubilación. El camino que tienen por delante, si el objetivo es arrastrar a clientes de planes de pensiones privados y fondos de inversión, se presenta complicado a juzgar por los datos. Al cierre del primer trimestre de este año, las pólizas de dependencia (planes de previsión asegurados, capitales diferidos, rentas vitalicias y planes individuales de ahorro sistemático) gestionaban poco más de 185.000 millones de euros, frente al casi medio billón de euros que acumulan los fondos de inversión en España y a los más de 110.000 millones de los planes de pensiones privados.

Los unit linked —son seguros vinculados a fondos de inversión— vivieron su época dorada en 2010 cuando tenían convencidos a un millón de ahorradores y gestionaban más de 18.000 millones de euros. Desde entonces han ido perdiendo clientela: al cierre de 2018 eran unos 670.000 asegurados, según la Asociación de Entidades de Seguros (ICEA), con un patrimonio bajo gestión inferior a los 12.000 millones de euros. Este lento declive, sin embargo, no impide que las entidades hayan tirado la toalla, como lo demuestran las recientes campañas para comercializarlos.

Desde la correduría de seguros Elena Beser explican cómo debería ser el unit linked “ideal” desde el punto de vista de los inversores: para empezar, tiene que ofrecer una amplia gama de fondos de inversión de muchas gestoras diferentes, además de los fondos de la propia gestora de la entidad aseguradora o grupo asegurador (arquitectura abierta a ser posible sin tener que elegir obligatoriamente cestas de fondos ya predeterminadas), y, por supuesto, permitir hacer aportaciones periódicas, frente a las tradicionales primas únicas y aportaciones extraordinarias. Además, y entre otras cosas, sus gastos asociados deberían ser únicamente los de los propios fondos, libres de otros costes asociados al unit linked. Hay que tener claro que con estos productos, que incorporan un seguro de vida pero de importe pequeño, se puede ganar dinero y también perderlo. Su rentabilidad —no hay datos oficiales al respecto, por lo que hay que acudir a cada entidad para conocer la de cada producto— depende de la evolución de las inversiones elegidas y, por tanto, incorporan riesgo, que asume íntegramente su suscriptor.

Los unit linked son teóricamente líquidos al 100%, pero también es cierto que algunos de ellos tienen penalizaciones por rescate en los primeros años. Las aportaciones a estos productos no reducen los impuestos a pagar en el ­IRPF (salvo que estén vinculados a planes individuales de ahorro sistemático, PIAS); a cambio, al recuperar el dinero, sus ganancias tributan como un dividendo o unos intereses, es decir, a tipos fijos en función de su importe, que van desde el 19% hasta el 23%. La cuestión es que, como explican desde Elena Beser, tienen un atractivo fiscal “diferente”: permiten planificar las herencias, pues se puede dejar como beneficiarios a personas (una o varias para aligerar la progresividad del impuesto de sucesiones) que no sean los herederos legales del difunto.

Precisamente, el tema fiscal es el gran gancho para atraer inversores de la industria de los seguros. Poder transformar en dinero contante y sonante, por ejemplo, una segunda vivienda, un negocio, unas tierras, una licencia de taxi o una cartera de acciones se está convirtiendo en una alternativa cada vez más demandada. De hecho, según ICEA, al cierre del pasado marzo lo habían hecho 28.728 personas mayores de 65 años. La fiscalidad tiene mucho que ver en esta historia. Desde la Agencia Tributaria señalan que están exentas de pagar impuestos las ganancias obtenidas al vender cualquiera de estos elementos patrimoniales para los contribuyentes mayores de 65 años, “siempre que el importe total obtenido por la transmisión se destine a constituir una renta vitalicia asegurada a su favor, que deberá constituirse en el plazo de seis meses desde el momento de la venta”. Añaden que la renta vitalicia debe tener una periodicidad inferior o igual al año, comenzando a percibirse en el plazo de un año desde su constitución, y que la cantidad máxima total exenta es de 240.000 euros (que se multiplica por dos en caso de bienes gananciales).

Crecimiento

Son ya más de dos millones de personas (y creciendo) las que apuestan para planificar su jubilación por las rentas vitalicias y temporales, que acumulan cerca de 90.000 millones de euros. Como explican desde Unespa, “las rentas son un producto en el que yo invierto un capital e inmediatamente (rentas inmediatas) o al cabo de un tiempo (rentas diferidas) comienzo a cobrar una renta periódica, generalmente mensual, que puede ser temporal (la cobraré sólo durante unos años) o vitalicia (la cobraré hasta que fallezca)”. La oferta es amplísima: con o sin herencia, con o sin garantía de devolución del capital invertido, con mayores o menores rentabilidades mínimas (interés fijo o revisable anualmente)…, lo que hace que las rentas efectivas que se perciben sean mayores o menores y convenga analizar distintas ofertas. Y sin duda su punto fuerte es su fiscalidad: los porcentajes de tributación se reducen considerablemente en función de la edad de quien percibe la renta y de su duración (se puede llegar a pagar solo un 8% de impuestos sobre las rentas si se tienen más de 70 años y la renta es vitalicia).

La otra modalidad de seguro de ahorro que más acapara la atención de los ahorradores son los seguros individuales de ahorro a largo plazo (Sialp), más conocidos como planes de ahorro 5, que ya superan los 4.000 millones de euros al cierre de marzo. Permiten hacer aportaciones anuales de hasta 5.000 euros; al cabo de cinco años se pueden cobrar en forma de capital o de renta (no obligatoria); no se pagan impuestos por las ganancias, y en general está garantizado que, a vencimiento, se recupere el 85% del dinero invertido, aunque hay modalidades que garantizan mayores porcentajes.

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