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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Autoconsumo fotovoltaico

España tiene un tesoro en cada tejado con este tipo de energía renovable porque se produce directamente donde se consume

José Carlos Díez
Tejado solar de Tesla.
Tejado solar de Tesla.

La agencia internacional de energía renovables IRENA ha publicado su hoja de ruta para 2050. Estiman que la demanda de electricidad en el mundo será el doble que la actual y que el 85% se producirá con energías renovables. En un Foro de Economía del Agua que organizamos en la Universidad de Alcalá invitamos al Nobel Mohan Munasinghe y afirmó que, si China y la India replicaran el modelo energético de los países desarrollados, consumiríamos tres veces el planeta.

Los chinos aprovecharon el abandono de la inversión pública y privada de EE UU en fotovoltaica, que comenzó en los años ochenta tras la segunda crisis del petróleo, y pusieron a sus mejores ingenieros e investigadores a trabajar. Hoy son líderes mundiales, han conseguido triplicar la capacidad de producción de cada placa y el precio se ha reducido un 90% en la última década. En baterías de acumulación, los chinos han superado a Tesla en tecnología. El precio sigue siendo elevado pero disminuye cada año un 15% y la potencia aumenta exponencialmente. En tres años costarán la mitad, podremos consumir energía solar de noche y nuestras calles se llenarán de coches eléctricos.

Producir un megavatio de fotovoltaica en España cuesta unos 30 euros, un 40% inferior al precio del mercado. En Francia y Alemania 40 euros y en Reino Unido 60. Es la primera vez desde la revolución industrial en el siglo XVIII que España tiene una energía abundante y mucho más barata que sus socios europeos. La inversión privada en España en autoconsumo será brutal en el próximo lustro. Cada año importamos unos 40.000 millones de petróleo y gas. Si conseguimos reducirlo a la mitad sería un 2% del PIB en superávit exterior estructural todos los años. Al ser inversión privada supondría un mayor poder adquisitivo para las familias y mayores márgenes para las empresas que se traducirá en más empleo y mejores salarios.

La electricidad era difícilmente transportable y acumulable. Ahora con la fotovoltaica el que tiene un tejado tiene un tesoro, ya que produce directamente donde se consume. Esto democratiza la energía, rompe la barrera de entrada y el oligopolio eléctrico está en peligro de extinción. Las eléctricas para sobrevivir intentarán que los vecinos firmen contratos durante más de diez años a cambio de ceder el uso de su tejado y así la empresa aprovecharse de las mejoras tecnológicas y reducciones del precio de la luz que están por venir. Recuerda a los suelos para las hipotecas que los bancos vendieron en 2007 en el momento más alto del euríbor.

Todos los partidos apoyan el autoconsumo y las energías renovables en sus programas. Los políticos pueden acelerar el proceso poniendo placas en los edificios públicos; cambiando subvenciones para pobreza energética por placas; y aprobando deducciones de IBI para favorecer la inversión privada, reducir la contaminación y hacer nuestras ciudades más habitables. Y poniendo a nuestros mejores ingenieros e investigadores a competir con los chinos para que en España haya una industria del sol.

A los españoles nos ha tocado la lotería, aunque aún no somos conscientes.

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