Divisando la cumbre
Dicen que el Annapurna, localizado en la cordillera del Himalaya, es uno de los ochomiles más mortíferos que existen. Cuatro de cada diez alpinistas que lo intentan escalar mueren en el intento. A pesar de ser la décima montaña más alta de la Tierra, el principal problema que presenta en su escalada, más que una excesiva complejidad técnica, son las avalanchas que se generan como consecuencia del hielo de sus paredes verticales. Para escalarlo, es muy importante saber medir las fuerzas para no llegar arriba desfondado y poder organizar bien el descenso que, en muchas ocasiones, puede llegar a ser casi tan mortífero como la subida. Para ello, planificar el ataque a la cima, desde el campamento base, es crucial.
Tras el nefasto final del año pasado, con el peor diciembre para la Bolsa norteamericana desde 1931, el rebote ha sido el más fuerte desde el año 1991. La percepción ha cambiado violentamente y ahora se ve más posible un acuerdo comercial entre Trump y China, un escenario para el Brexit donde se evitará la salida descontrolada, y sobre todo, los bancos centrales, con la Reserva Federal a la cabeza, han cambiado drásticamente su tono, pasando a reconocer un crecimiento más moderado y eliminando la posibilidad de subidas de tipos para este año. Todo ello se ha materializado en fuertes revalorizaciones, que en el caso del S&P 500, se acercan al 20% y lo sitúan a un 4,5% de su cima histórica. Por ahora, la lectura del mercado es la mejor de las posibles: estabilidad política, crecimiento moderándose pero sin llegar a que se produzca una recesión y tipos de interés bajos, manteniendo las condiciones financieras estables.
Pero, teniendo en cuenta la fase madura del ciclo en la que estamos, la desaceleración que muestran los principales datos macro y las estimaciones de beneficios, ¿hasta cuándo puede perpetuarse este frágil equilibrio? Aunque la renta variable ofrece más valor que los bonos, dudamos de la capacidad de los índices para asumir, de una manera tan simple y lineal, un escenario de condiciones financieras menos deterioradas y estabilidad política. En el segundo semestre debería producirse una re-aceleración económica, particularmente en China y Europa, que han sido los más perjudicados por la contracción del comercio mundial, por lo que, si los bancos centrales tienen éxito con las políticas monetarias laxas ¿cuánto tardaremos en ver datos más fuertes y los salarios repuntar en una economía en pleno empleo como la norteamericana?
Como en el caso del Annapurna, merece la pena tomar un respiro en el campo base tratando de encontrar mejores precios. No nos gustaría que nos pasara como a Herzog y Lachenal que, aunque fueron los primeros en conquistar su cumbre en 1950, en su hazaña, se dejaron los dedos de manos y pies. Las avalanchas son difíciles de prever y, aunque no estamos en el Annapurna, el entorno económico es lo suficientemente complicado como para pronosticar que no nos encontramos ante un camino de rosas.
Joan Bonet Majó es director de estrategia de Mercados de Banca March
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