Amílcar Morais Pires: “Ya no hay bancos genuinamente portugueses. Se pagará caro”
El exdirector financiero del Banco Espírito Santo da su versión de cómo se produjo la caída y posterior rescate de la entidad y culpa a las decisiones del Banco de Portugal
Afinales de siglo XX y principios del XXI, decir Espírito Santo era decir Portugal. El banco de la familia del mismo nombre, el BES, era hasta junio de 2014 la mayor entidad financiera privada del país. Su presidente ejecutivo, Ricardo Salgado (Espírito Santo), recibía el sobrenombre de Dono disto tudo (dueño de todo). Ponía y quitaba ministros. En junio de ese año, el BES valía en Bolsa 6.300 millones de euros. Un mes después, nada. Tras cinco años de silencio, el director financiero del BES, Amílcar Morais Pires, habla por primera vez a un medio y culpa de aquella catástrofe, que le costó el cargo, a las malas decisiones —por acción u omisión— del Banco de Portugal, aún hoy dirigido por Carlos Costa. Esta institución la impuso una multa en enero pasado de 1,2 millones. por ocultar información sobre transferencias a la filial de Angola.
Pregunta. En 15 días el BES pasó del elogio del presidente del país a la intervención del Banco de Portugal. ¿Qué pasó?
Respuesta. El banco había tenido dos problemas para los que se habían encontrado soluciones. En 2013 fue detectada una deuda oculta del grupo familiar. El BES había vendido a sus clientes, a través de la red de oficinas, deuda de ese holding por valor de 1.200 millones. Un problema similar al vivido en España con las preferentes. La familia Espírito Santo dio como garantía su empresa de seguros Tranquilidade (valorada en 700 millones), con lo cual el problema estaba en vías de solución. El segundo problema era la falta de liquidez de la filial en Angola (BESA), donde el BES tenía el 55%. Yo conseguí una garantía soberana del Estado de Angola por valor de 5.700 millones, que cubría el 70% de la cartera de crédito.
P. Entonces, ¿por qué la intervención del BES en agosto de 2014?
R. Fue una decisión incomprensible e injustificada del Banco de Portugal. Fue mala para los accionistas, los clientes, los empleados y para el Estado, que puso 4.000 millones y cuatro años después los ha perdido.
P. Usted acababa de cerrar con éxito una ampliación de capital de 1.000 millones y era propuesto para suceder a Salgado, pero no llegó a ocupar el cargo. ¿Qué sucedió?
R. El consejo aprueba que la familia Espírito Santo se retire de la dirección y me nombra a mí como primer ejecutivo para asegurar la estabilidad del banco. Horas después, el gobernador del Banco de Portugal, Carlos Costa, bloquea mi nombramiento.
P. ¿Cómo reaccionó la Bolsa?
R. En cuatro días las acciones cayeron un 15,7%, los spreads de la deuda del banco subieron 45 puntos y los clientes retiraron millones de depósitos, sobre todo en España. El gobernador provocó la tormenta perfecta, con su intervención durante dos meses destruyó los 6.300 millones que valía el BES.
P. ¿No había soluciones alternativas a la intervención?
R. Hubo tres en 20 días; la más simple, que tomara el control el segundo accionista, el banco francés Crédit Agricole (20%). Una solución rápida, fiable y gratis para los portugueses. La segunda fue una oferta firme del fondo Blackstone de 2.000 millones de euros de aumento de capital. El Banco de Portugal no la aceptó. La tercera ocasión es cuando el Gobierno de Angola propone un aumento de capital del BESA y el Banco de Portugal decide no ir, con lo cual se perdió la mayoría y la garantía soberana de 5.700 millones de dólares. En estas dos últimas decisiones, el gobernador ya había colocado al frente del banco a Vítor Bento, un economista sin ninguna experiencia en gestión bancaria [dimitió dos meses después].
P. El gobernador justificó la intervención porque el BES había perdido 3.500 millones.
R. En esos 20 días, desde mi salida (13 de julio) a la intervención (3 de agosto), hubo una connivencia del gobernador con la auditora, que había emitido un juicio muy favorable a la deuda del holding familiar, para la distorsión material de las cuentas, con contabilidad artificiosa, aumento innecesario de provisiones… Todo con el fin de bajar el ratio de capital del 8,25% que tenía al 5,1%, por debajo del 7% mínimo aceptable en los test de estrés.
P. Con la desaparición del BES, prácticamente también ha desaparecido la banca privada portuguesa.
R. Se podía haber aprovechado aquel momento para fusionar el BES y el BCP, creando un banco relevante. Fue un gran error estratégico. En la próxima crisis, el ministro de finanzas no tendrá en el sistema bancario nacional los interlocutores necesarios para, por ejemplo, diseñar un plan de contingencia de las empresas públicas. En Portugal dejó de haber bancos genuinamente portugueses. Al margen del público Caixa Geral, el primero, el Santander, es español; el segundo, BCP, chino-angoleño; el tercero, BPI, español; Bankinter, también español. Todos dejan de tener el centro de sus intereses en Portugal o países lusófonos. Eso se pagará caro.
P. El Banco de Portugal le acusa —y condena— a usted y a Salgado de todos los males.
R. El gobernador tiene esa prerrogativa de acusar y condenar; en la vía judicial van cayendo sus acusaciones. A mí me acusa de no haber montado planes de riesgo. Primero, los había, y segundo, los directores del control de riesgos eran otros, uno de ellos José Maria Ricciardi (Espírito Santo), al que, curiosamente, el gobernador le ha dado la idoneidad para dirigir bancos. En el universo de los negocios de la familia Espirito Santo había dos realidades, el BES, donde la familia y Crédit Agricole tenían el 46%, y luego los BES de Suiza, Dubái y Panamá, donde la familia tenía el 100%. Yo nunca fui ejecutivo de esos bancos.
P. Ha presentado una acción popular contra el Banco de Portugal.
R. Sí, para que indemnice al Estado por los 4.330 millones perdidos por culpa de sus decisiones erróneas. El gobernador Carlos Costa dilapidó los ahorros de muchas familias, de muchos accionistas. Yo era accionista. Durante mis 28 años en el banco invertí más de medio millón de euros en acciones. En mi banco, deposité la indemnización por el despido. El Banco de Portugal se quedó con ella. ¿Si hubiera cometido cualquier irregularidad habría dejado el dinero allí 20 días antes de la intervención?
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