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El oro vuelve a ser refugio

El precio del metal se ha revalorizado desde verano. Los riesgos de la economía global, las tensiones geopolíticas y el nerviosismo en los mercados financieros auguran más subidas

El precio del oro ha cerrado 2018 por encima de 2.800 dólares por onza.
El precio del oro ha cerrado 2018 por encima de 2.800 dólares por onza.Bloomberg

El río revuelto es un mar de oportunidades. Al menos para los inversores que en medio de la tormenta han apostado por guarecerse en lugar seguro. Las perspectivas de desaceleración económica, una creciente incertidumbre política mundial y el conflicto comercial entre Estados Unidos y China han revalorizado el activo refugio por excelencia: el oro. Aunque el activo ha tenido una evolución dispar en los últimos 12 meses. Desde el verano pasado, cuando tocó su mínimo de 1.174 dólares por onza (1.034 euros, el valor más bajo desde enero de 2017), el precio ha subido más de un 9%, rozando los 1.300 dólares por esa unidad medida, que equivale a unos 28,35 gramos. Pero en el conjunto del año el metal terminó en los 1.282 dólares (un 1,56% menos que un año antes).

De modo que en 12 meses, y pese a la volatilidad financiera y la aversión al riesgo, el valor del oro no se incrementó. “Perdió su propiedad de activo refugio durante la mayor parte del año”, dice Gabriela Siller, analista de Banco Base. El fortalecimiento de la economía americana y su mejor dinámica laboral contribuyeron a esta evolución. A ello se vinculó la expectativa de nuevas alzas en la tasa de interés de la Fed, lo que provocó una bajada en la demanda de oro como activo de inversión. “Los mayores tipos fortalecen al dólar, disminuyendo la demanda de materias primas”, añade Siller.

Fue en octubre cuando el oro volvió al ruedo. Las malas noticias impulsaban su cotización mientras el PIB mundial empezaba a trastabillar. El Fondo Monetario Internacional (FMI) volvía a rebajar sus previsiones sobre la economía global. China publicaba los datos del tercer trimestre, el menor repunte de su PIB desde 2009: un 6,5%. La riqueza de la eurozona aumentaba solo un 1,6%, la cifra más baja desde 2014. “En EE UU el diferencial entre las tasas de rendimiento de los bonos del Tesoro a tres y cinco años se invirtió de forma momentánea, lo que históricamente se toma como indicador del inicio de un ciclo económico a la baja”, subraya Siller.

Todo ello ocurría en medio de una guerra comercial entre ese país y China y las discusiones del Brexit. El nerviosismo se hacía latente en la mayoría de los principales mercados de capitales del mundo, que terminaron 2018 en número rojos. El S&P 500 cayó un 6,24% y el Dow Jones se dejó un 5,63%. Diciembre fue particularmente malo para este último indicador, al retroceder un 8,7%, su peor último mes del año desde 1931. Las Bolsas de Europa y Asia no se salvaron del derrumbe. En ese contexto, el oro se hacía cada vez más apetecible. Los bonos del Tesoro estadounidenses a 10 años (un activo de renta fija para inversores conservadores) reducían su rentabilidad al 2,69%, una caída desde un máximo de casi el 3,25% logrado meses atrás. “Si el rendimiento en los bonos cae, el metal es más atractivo”, arguyen los analistas de Capital Economics.

El precio del oro se ha mantenido plano este mes, que suele ser típicamente bueno, explican los analistas consultados. Lo anterior se debió a un fortalecimiento del dólar estadounidense y a un posible tratado comercial entre EE UU y China. Sin embargo, en los próximos meses podría dar el zarpazo. “El progreso en la disputa comercial entre las dos principales economías del mundo da un espaldarazo al oro porque sugiere una mayor demanda de metales del país asiático… La economía china se desenvolverá mejor con un acuerdo”, explica Jim Wyckoff, analista de Kitco, firma canadiense de compraventa de oro, platino, paladio y plata.

A ello se suma un panorama lleno de zozobras. El FMI ha anunciado una nueva revisión a la baja del crecimiento global para 2019. El PIB mundial crecerá solo un 3,5% este año, dos décimas menos que en la previsión anterior. En Europa, el nerviosismo de los inversores girará en torno a las negociaciones del Brexit, que parecen empantanadas mientras la fecha de desconexión de Reino Unido con Europa (el 29 de marzo) se acerca peligrosamente. La suma de todos estos problemas seguirá incrementado la aversión al riesgo y elevando la demanda por activos refugio, dice Siller.

El atractivo del oro gana fuerza. Para muestra, un botón: la tenencia de fondos de inversión o ETF respaldados por este metal han alcanzado un máximo de 71,98 millones de onzas, nivel no visto desde mayo de 2017.

El nivel de 1.400 dólares

Para Georgette Boele, coordinadora de divisas y metales en ABN Amro, el metal precioso podría llegar hasta los 1.400 dólares por onza este año, explica. Este pronóstico, que en caso de cumplirse equivaldría a volver a los niveles de hace más de un lustro, coincide con el de la firma de inversión Goldman Sachs y con el de diversas instituciones financieras que atan su previsión a un dólar más débil, una mayor volatilidad en los mercados de renta variable y al fin del ciclo en el aumento de tipos de interés de la Reserva Federal estadounidense (Fed).

“Todos estos factores deberían actuar como vientos de cola”, argumentan los expertos de UBS en un análisis, donde apuntan, sin embargo, a un precio menos halagüeño de 1.300 dólares por onza.

¿Invertir o no invertir?

La pregunta salta al ver los pronósticos y los retos que enfrentará el mundo en los próximos meses. La respuesta, en cambio, no es tan sencilla. Los inversores recurren a menudo al oro para diversificar sus carteras y funciona bien en tiempos de crisis, en especial si el dólar estadounidense se encuentra en horas bajas. Incluso tiene un buen desempeño en momentos de deflación. Su valor también tiende a moverse en una dirección diferente a la de otros activos como las acciones o los bonos. “La volatilidad del mercado de valores y los precios del metal no tienen una relación estable”, explica Georgette Boele, coordinadora de divisas y metales en ABN Amro.

Sin embargo, las empresas ligadas a este material y que cotizan en Bolsa han tenido buenos números. Newmont, una minera cotizada en el S&P 500, ha aumentado más del 8,4% el precio de su acción desde octubre pasado. Barrick Gold, que acaba de fusionarse con Randgold para crear la minera de oro más grande del mundo, ha subido casi un 23% desde septiembre de 2018.

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