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Sinergias para la innovación

Las cátedras Fundación Cepsa potencian la investigación y ofrecen a los estudiantes universitarios la posibilidad de acceder a una formación práctica, real y consciente del entorno

Nacho Meneses
Fotografía de familia de la entrega de diplomas y becas a los alumnos de la Cátedra Fundación Cepsa de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Minas y Energía de la Universidad Politécnica de Madrid.
Fotografía de familia de la entrega de diplomas y becas a los alumnos de la Cátedra Fundación Cepsa de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Minas y Energía de la Universidad Politécnica de Madrid.

Formación, investigación e innovación. Esos son los tres pilares que sustentan el avance tecnológico y el nivel de desarrollo cuando los recursos económicos, cada vez más escasos, y la pujanza de las economías emergentes hace más importante que nunca la búsqueda de sinergias con el sector universitario. Una innovación que, sin embargo, no es el punto fuerte de nuestro país, que ocupa el puesto 16 en el Índice de Innovación Europeo 2018, aún detrás de la media europea; aunque mejorando el vigésimo puesto que ocupaba en 2016, sigue lejos de Finlandia y Holanda, países que lideran esta clasificación de la Comisión Europea. Los rectores, por su parte, echan de menos la existencia de un tejido empresarial estable que impulse el I+D+I en las universidades españolas.

Se trata de optimizar los recursos disponibles, buscando campos de interés común que conjuguen los intereses académicos con la realidad de la empresa. Así, las diferentes cátedras universitarias que desde 2003 impulsa la Fundación Cepsa en Cádiz, Sevilla, Madrid, Huelva y La Laguna (Tenerife, nacida en 2018) han venido materializando y difundiendo actividades de formación, investigación y tecnológicas en áreas científico-técnicas de interés común. Benito Navarrete, director de la Cátedra Fundación Cepsa de la Universidad de Sevilla, concreta este objetivo: “Facilitamos la formación de alumnos y docentes en el sector de la energía, los combustibles y la petroquímica, mientras que, a través de la investigación, se persiguen avances técnicos en la producción de combustibles, la mejora de sus condiciones de uso y la reducción de su incidencia sobre el medioambiente”.

El presupuesto anual dedicado a las Cátedras Fundación Cepsa es de 220.000 euros

El factor medioambiental

Las diferentes iniciativas investigadoras y formativas de las cátedras —prácticas en centros industriales, tesis, grupos de investigación, premios— aprovechan, por tanto, temas de interés para la compañía energética. Es el caso de Belén Alonso y Fermín Astigarraga, alumnos de ingeniería de la Universidad Politécnica de Madrid que disfrutaron de una beca de fin de grado en Cepsa. El trabajo de Belén se centró en analizar la efectividad, en los campos de Ourhoud (Argelia), de un método de extracción de petróleo basado en la inyección de ciclos alternos de agua y gas; y Fermín estudió la localización de nuevos pozos de gas en la región de Timimoun (también en Argelia) y la posible conveniencia de pozos de extracción horizontales (en lugar de los verticales, más convencionales y económicos). “Las prácticas son muy importantes, porque es nuestra oportunidad de empezar en una empresa relacionada con lo que estudiamos; no solo trabajas en un ámbito profesional, sino que además aprovechas el tiempo para desarrollar tu proyecto”, apunta Fermín.

El factor medioambiental está presente en las diferentes líneas de investigación, “no solo por cumplir con la legislación sino principalmente por responsabilidad social”, explica Navarrete. La sostenibilidad es un valor que Cepsa y su Fundación comparten y que por tanto se hace extensible a la actividad de todas sus cátedras. Un compromiso con la protección del medioambiente presente no solo en muchas de las líneas de investigación que impulsa, sino también en otras acciones.

La Fundación Cepsa impulsa las cátedras universitarias en Madrid, Sevilla, Huelva, Cádiz y La Laguna (Tenerife)

De la coordinación entre los grupos de investigación de la universidad y los profesionales de Cepsa surgen, en definitiva, “espacios de comunicación e intercambio de experiencias que conducen a un enriquecimiento mutuo”, afirma Inés Garbayo, directora de la Cátedra de Huelva. También se ha posibilitado el desarrollo de tesis doctorales, como han hecho en Sevilla o Huelva. Y la de Madrid otorga ayudas al profesorado para programas de investigación.

Recompensar el talento es otra forma de incentivar esa investigación. La Cátedra de Cádiz, por ejemplo, organiza los Premios Cátedra Fundación Cepsa, que reconocen al mejor artículo científico-técnico, patentes de invención y trabajos de fin de estudios. 

Más allá de la formación académica, hay iniciativas que favorecen el desarrollo personal y profesional

Habilidades para el futuro

La formación es el segundo eje sobre el que se vertebran las actividades de las cátedras, con cursos y proyectos innovadores que involucran a los universitarios en un entorno empresarial desde muy temprano. En Cádiz, “la relación entre Cepsa y la universidad ha sido siempre muy estrecha, ya que participó en la creación de la Escuela de Ingenieros; por ello, casi todos los alumnos han hecho prácticas en la empresa”, cuenta Francisco Trujillo, director de la cátedra gaditana. Allí se impulsa también un proyecto de formación dual en el que alumnos y personal del grupo energético pueden completar un curso de intensificación del refino, a cargo de profesionales y profesores de la universidad.

Programa de Formación Dual en San Roque, de la Cátedra Fundación Cepsa de la Universidad de Cádiz.
Programa de Formación Dual en San Roque, de la Cátedra Fundación Cepsa de la Universidad de Cádiz.

Pero más allá de la formación académica, otros proyectos e iniciativas se ocupan de favorecer el desarrollo personal y profesional de los estudiantes universitarios, tratando de mejorar sus posibilidades de empleabilidad. Charlas, talleres y seminarios que alcanzan otro nivel en el Programa Alumno 10C de la cátedra onubense, una iniciativa pionera en España donde “se trabajan las competencias más demandadas por la empresa de un modo práctico y vivencial, e inculcando un fuerte compromiso social”, cuenta Garbayo. Un programa exigente para el que no todo el mundo cumple los requisitos, como explica Adrián Zafra, exalumno del programa: “Buscan personas comprometidas con la universidad más allá de los estudios, involucradas en proyectos de investigación, voluntariado…”. Después, un programa de unos tres meses forma a los alumnos en competencias como liderazgo, creatividad, ética, capacidades informáticas, comunicación o competitividad. “Yo aprendí a ponerme en el lugar del otro, a abrir bien los ojos… Todas esas competencias y habilidades son interesantes y necesarias, y no te las enseñan en la universidad”. Ramón Rodríguez Pons-Esparver, coordinador de la Cátedra Fundación Cepsa de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Minas y Energía de la Universidad Politécnica de Madrid concluye que “todas estas oportunidades formativas que las Cátedras Fundación Cepsa ofrecen a los alumnos dan repuesta a las necesidades concretas que la empresa considera oportuno cubrir y, a su vez, complementan y enriquecen la formación reglada, dotando a quienes las siguen de un patrimonio de formación que les diferencia del resto de los alumnos”.

Innovar a toda marcha

No todas las iniciativas en las que participan las cátedras están relacionadas directamente con el campo de la energía; algunas llevan la ingeniería a campos tan excitantes como el de las competiciones deportivas. La cátedra de la Fundación Cepsa de Sevilla, por ejemplo, concedió ayudas a un grupo de 60 alumnos del equipo ARUS Andalucía Racing para fabricar y diseñar un vehículo monoplaza que compitiese contra alumnos de otras 100 universidades en el ART-14, una reconocida prueba internacional de automovilismo universitario. Adrián Zafra, exalumno 10C, participó con la ayuda de la cátedra en la edición de 2016 del Moto Student, un proyecto en el que se enfrentan 54 universidades internacionales: “Hay que crear una motocicleta de competición de 250cc desde cero. Partes solamente del motor (que la organización proporciona a todos por igual), y tienes dos años para diseñar todas las piezas. No puedes incluir piezas comerciales o repetidas de otros años; hay que diseñarlas y construirlas”. Cuando por fin llega la competición, esta dura una semana. No es solo una carrera: los primeros días se hacen pruebas estáticas; luego, dinámicas, en las que se involucran pilotos profesionales, tu propio piloto, etcétera. Esto sí es innovar a todo trapo.

Esta noticia, patrocinada por Fundación Cepsa, ha sido elaborada por un colaborador de EL PAÍS.

Sobre la firma

Nacho Meneses
Coordinador y redactor del canal de Formación de EL PAÍS, está especializado en educación y tendencias profesionales, además de colaborar en Mamas & Papas, donde escribe de educación, salud y crianza. Es licenciado en Filología Inglesa por la Universidad de Valladolid y Máster de Periodismo UAM / EL PAÍS

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