Claroscuros en el laboratorio de Seattle
Subir las retribuciones mínimas castigó los empleos peor pagados pero benefició a los trabajadores más experimentados
El cinturón demócrata de la costa oeste de Estados Unidos decidió entre 2014 y 2016 poner en práctica una idea que entonces era radical para su propio partido. Primero Seattle y luego San Francisco, Los Ángeles y el estado de California aprobaron subidas del salario mínimo hasta los 15 dólares la hora, algo que a nivel federal por entonces solo defendía el senador Bernie Sanders y que en estas elecciones es prácticamente un elemento central del discurso demócrata. En cuanto al empleo y los precios, no hay un consenso sobre sus efectos.
Seattle aprobó la subida más agresiva en junio de 2014. La ciudad pasó de 9,47 dólares la hora a 11 al año siguiente, 13 en 2016. En 2018, las grandes empresas ya han llegado a 15 (las pequeñas tienen hasta 2021). La primera valoración del impacto llegó en un informe de junio de 2017 elaborado por expertos de la Universidad de Washington y publicado por el National Bureau of Economic Research. El estudio afirmaba que se había perdido cerca del 9% de empleo en los trabajos más modestos y había supuesto una pérdida de 125 dólares de media por trabajador por la reducción de horas. El estudio salió una semana después de otro, de la Universidad de Berkeley, que afirmaba que la medida no había tenido ningún impacto apreciable en las cifras del Departamento de Trabajo. El estudio de Berkeley, sin embargo, analizaba solo el empleo en el sector de comida rápida, no en todos los sectores.
En octubre de 2018, los mismos expertos del primer informe publicaron un nuevo estudio para seguir la evolución de Seattle que matizaba las conclusiones anteriores. La actualización del trabajo insistía en la reducción de un 8% en el empleo en los niveles más bajos. Sin embargo, establecía que la subida había beneficiado a los trabajadores con más experiencia, que habían visto aumentar sus sueldos entre 8 y 12 dólares a la semana, y que ese incremento compensaba la pérdida de horas. Los trabajadores con menos experiencia no habían visto ningún cambio en su situación. Los autores atribuyen el “contraste con el anterior trabajo” a una menor entrada de trabajadores nuevos en las categorías más bajas.
Además, advierten de que estos últimos tres años coinciden con un desarrollo extraordinario de la economía de Seattle. “Queda mucho por conocer”, dice en sus conclusiones el estudio más citado hasta la fecha. El último informe del Departamento de Trabajo de Estados Unidos sobre el empleo en el área de Seattle, publicado a principios de octubre, no refleja ninguna diferencia apreciable con el resto del país. En ese momento el desempleo nacional era de 3,9% y en Seattle, de 3,6%.
Después de Seattle, San Francisco y Los Ángeles, y finalmente todo el estado de California, aprobaron subidas hasta 15 dólares la hora. California, que lo aprobó en 2016, será el mayor experimento del país en este sentido. La subida es del 50% en seis años, y afectaría a 5,6 millones de trabajadores que cobran entre el suelo legal antiguo y el nuevo. A partir de 2022, quedará ligado al coste de la vida. La subida del salario mínimo “puede no tener sentido económico”, dijo el gobernador Jerry Brown al firmar la ley, consciente de los riesgos politicos y la oposición de los empresarios, “pero tiene sentido moralmente, políticamente, mantiene la cohesión de la sociedad”. “Esto pone un poquito de equilibrio en un sistema que cada día es más desequilibrado”, dijo entonces Brown.
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